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Los partidos políticos rechazan el canje de Moro por los brigadistas presos

Juan Arias

Hoy Italia celebra el XXX aniversario de su liberación. Y lo celebra con un nudo en la garganta. Tiene que decir «sí» o «no» al nuevo ultimátum de las Brigadas Rojas, que en su nuevo comunicado, el número ocho, dicen tajantemente que si la DC y el Gobierno no dan una respuesta a la petición de liberar trece presos políticos llevarán a cabo inmediatamente la condena a muerte de Aldo Moro, presidente de la DC y uno de los más prestigiosos líderes políticos de estos treinta años de democracia italiana.

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Se derrumba así como un castillo de naipes la esperanza que había abierto la carta autógrafa de Pablo VI, el llamamiento personal del presidente de la ONU, de Cáritas Internacional, Amnesty International, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Consejo de Europa y muchos otros organismos internacionales.Toda la prensa había subrayado que no era posible que las Brigadas Rojas deseasen forzar más la mano, pues en realidad ya habían conseguido demasiado: paralizar prácticamente la vida política del país durante más de un mes, dividir a la izquierda, enfrentar al mundo católico y al mundo laico, poner al Papa de rodillas ante sus pies. «¿Qué más pueden desear las BR?», se preguntaba ayer en el diario Paese Sera su vicedirector, Arturo Gismondi, porque «ni siquiera la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), que tiene a sus espaldas una diáspora ansiosa de retorno, ha obtenido tanto».

Se esperaba la liberación de Moro porque también con el juez Sossi, después de la condena a muerte y el no del Gobierno a tratar el canje de presos políticos, le habían dejado en libertad. Se pensaba que ante la opinión pública el cadáver de Moro no habría ciertamente despertado más que condena y desprecio. Pero es evidente que esta vez las Birgadas Rojas, con un preso de excepción como el señor Moro entre las manos, se han emborrachado y no les basta aún lo que han obtenido.

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Las primeras reacciones políticas a la hora de escribir esta crónica no dejan mucho espacio a la esperanza para poder salvar la vida al líder político. En la sede del Partido Democristiano, el jefe de prensa., Umberto Cavina, hombre de confianza del secretario, Benigno Zacagnini, declaró a los periodistas que no se haría ninguna reunión de la dirección del partido.

Mientras dejaba la sede del partido Glovanni Galloni, el vicesecretarlo democristiano recordó sencillamente que «la posición oficial de la Democracia Cristiana no cambia después del nuevo comunicado». Es evidente que en este punto el grave dilema: negociar o no con los brigadistas, no es ya un problema de la DC, la cualha dicho uno de sus dirigentes, «no es dueña de los presos políticos», sino de todo el Gobierno y de los partidos que la apoyan.

Las primeras declaraciones de estos partidos fueron ayer muy claras. En la edición extraordinaria del diario vespertino Paese Sera, en la que se publicaba el texto completo de las BR con el título a toda página: «Inaceptable chantaje al Estado», aparecía ya la primera declaración oficiosa del PCI resumida en este título: «No hay duda: quieren ejecutarlo.» Los comunistas se refieren al hecho de que incluso los socialistas, que en estos días se habían contrapuesto a los demás partidos demostrándose favorables a una negociación, la única cosa que habían excluido categóncamente era el canje de prisioneros políticos, que es lo único que piden las BR.

De hecho, Bettino Craxi, secretario del Partido Socialista, declaró inmediatamente después de conocer el nuevo comunicado que la libertad de los presos pedida por los brigadistas «no es posible ni jurídica ni políticamente».

Oscar Mammi, republicano, presidente de la Comisión de Asuntos Interiores de la Cámara de Diputados, con una intervención en la radio afirmó que «la respuesta a los terroristas es amarga y dolorosa, porque es no».

Silencio del Gobierno y del Vaticano

Silencio, por ahora, de Glulio Andreotti, primer ministro, y silencio del Vaticano, mientras las centrales sindicales, después de haber indicado que no toca a ellos tomar decisiones en este momento, son de la opinión, como dijo Macario, secretario de la CISL, del gremio democristiano, «que el hilo de la esperanza es siempre más tenue».

Ya desde ayer se respiraba en el air.e un cierto pesimismo. El Papa, veinticuatro horas después de su carta autógrafa a las Brigadas Rojas transmitida por la radio vaticana en veintiocho lenguas, dirigiéndose desde la ventana de su despacho a los fieles de todo el mundo reunidos en la plaza de San Pedro, el domingo al mediodía, para recibir la bendición, habló del caso Moro con un tono ya muy diverso al de su carta del sábado. Dijo el Papa: «De Aldo Moro, ninguna noticia. Hemos temblado ayer al término de la hora fijada por los anónimos que se han autoconstituido en jueces unilaterales y verdugos». ¿Qué hará ahora Pablo VI? Una persona muy introducida en los ambientes cercanos al Papa confió a EL PAIS que Pablo VI no creará problemas al Estado italiano ni a la convivencia civil. Su gesto había sido sólo un acto religioso.

Enrico Berlinguer, secretario del PCE, como presagiando lo que sucede, dijo el domingo desde la tribuna del XXI Congreso de la FGCI que ceder a los terroristas sería «poner en juego la democracia». Rechazó las acusaciones de falta de sensibilidad humana de los comunistas en el caso Moro: «Es todo lo contrario», dijo. «Toda nuestra lucha consiste en la búsqueda de una vida mejor para la humanidad». Según Berlinguer ceder en este momento sería como aceptar en Italia «un Estado de guerrilla y de guerra civil».

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