Infructuosa búsqueda del cadáver de Moro
Los esfuerzos realizados ayer en el lago Duchessa por los equipos de hombres-rana del cuerpo de bomberos y de los Carabinieri para dar con el cuerpo de Aldo Moro resultaron infructuosos. Subsiste, por tanto, la incógnita acerca de la veracidad del mensaje con el que las Brigadas Rojas anunciaron anteayer el asesinato del líder democristiano.
Ni la policía ni la justicia se expidieron anoche sobre este punto. Muchos expertos señalaron, sin embargo, que resulta muy extraño que, en caso de tratarse de un comunicado falso, no se haya producido hasta ahora un desmentido por parte de las Brigadas, como ha ocurrido en otras ocasiones.En algunos medios policiales se especula con la posibilidad de que los terroristas hayan cambiado de planes a última hora. Otros sostienen, como ya anticipamos ayer, que con su séptimo mensaje, las Brigadas pueden haber intentado únicamente desviar la atención de la policía. Renato Curcio, jefe «histórico» de la organización, aseguró ayer a sus abogados defensores que el comunicado es falso y que aún queda tiempo -aunque no mucho- para «negociar».
Reacción de Sciascia y Moravia
Sea como fuere, la angustia sigue pesando en todos los sectores políticos del país. Incluso quienes hasta hoy parecían dispuestos a parangonar la actuación del Gobierno y del sistema con la de los terroristas -como el escritor Leonardo Sciascia, que recientemente dio a conocer una declaración titulada «Ni con las Brigadas Rojas ni con el Estado»- empiezan a criticar las últimos procedimientos de los terroristas.
Hace unas horas, el propio señor Sciascia dijo al diario romano Repúbblica (izquierdista independiente) que «las Brigadas Rojas, al introducir la pena de muerte en Italia han hecho más difícil y angustiosa la defensa de la libertad. La abolición de la pena de muerte -agregó- fue un acto revolucionario, y yo esperaba que las Brigadas Rojas, más allá de toda consideración de piedad, lo recordarán. No ha sido así. Es el fin. »
Por su parte, el novelista Alberto Moravia, quien también se había expresado en forma crítica respecto del Estado, afirma ahora que «las acciones de las Brigadas Rojas causan horror».
La ultraizquierda estudiantil también condena
El movimiento estudiantil ultraizquierdista, tanto el de los llamados «autónomos» como el no violento, acompaña ahora esta nueva actitud de los dos intelectuales. En el curso de una asamblea efectuada ayer en la Universidad de Roma, ambos grupos condenaron abiertamente los procedimientos de las Brigadas, que según subrayaron favorecen únicamente a la «reacción» y estimulan la «caza de brujas» en el ámbito extraparlamentario.
Mientras tanto, el Gobierno continúa en situación de movilización total. El primer ministro Giulio Andreotti advirtió anoche a sus ministros que pueden ser convoca dos en cualquier momento del día o de la noche. Otro tanto han hecho los dirigentes de las tres centrales sindicales (democristiana, socialista y comunista). Según ha trascendido, los gremios harán una huelga general y organizarán manifestaciones masivas en todo el país en cuanto se confirme la noticia del asesinato de Moro. «Saldremos en defensa -dijeron- de las liberta des democráticas.»
Poco antes, la policía desmintió una noticia sobre la aparición de un nuevo mensaje de las Brigadas en las cercanías de la oficina de la secretaría general del Partido Comunista, trasmitida mediante una llamada anónima al diario Il Messagero. Se descartó a la vez la autenticidad de otra presunta «información» de la organización, según la cual los hombres-rana no habían encontrado aún el cuerpo de Moro en el lago, porque el cadáver se encontraba en el interior de un saco en el bosque que rodea el Duchessa.
Silencio del Vaticano
El Vaticano sigue manteniéndose en silencio. En contra de lo esperado, el papa Paulo VI omitió toda referencia al caso Moro en su habitual audiencia pública de los miércoles. Desde hace unas horas, los partidos también callan, pero las reuniones de sus directivas se suceden.
Ayer, el secretario general del Partido Socialista, Bettino Craxi, y sus colaboradores más cercanos, abordaron en una reunión especial el problema político que provocará la desaparición de Moro, especialmente en el terreno de las relaciones de la Democracia Cristiana con la izquierda. Algunos dirigentes socialistas y comunistas empiezan a pensar que para superar la «ambigüedad» actual será necesario aceptar una nueva crisis de Gobierno
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