Tres kilos de "goma-2" destrozan la Asociación de empresarios de San Sebastián
En la madrugada de ayer, tres kilos de goma-2 destruyeron totalmente, no dejando piedra sobre piedra, las oficinas que la Asociación Democrática Empresarial de Guipúzcoa (Adegui) tiene en el polígono residencial de Lorea, en la capital donostiarra. La fuerza expansiva del artefacto ocasionó graves destrozos a varios edificios contiguos al lugar del suceso.
Los daños materiales, en una primera estimación, superan los diez millones de pesetas. Uno de los componentes del comando que llevó a cabo la acción directa contra el sindicato empresarial resultó herido en la cara, perdiendo la nariz y derramando abundante sangre. No obstante, en una fuga espectacular, después de sufrir un accidente en el coche en el que se desplazaba, a punta de pistola robó un taxi, dirigiéndose a la frontera y cruzando la aduana a gran velocidad rompió la barrera fronteriza. Posteriormente fue detenido por la policía francesa. Este nuevo acto de violencia se produjo tras las negociaciones del convenio del metal en las que Adegui y otras representaciones empresariales hicieron ofertas inferiores a la plataforma reiv i ndicativa de los trabajadores.A la una de la madrugada de ayer, una persona perteneciente a un comando conectaba y lanzaba contra las oficinas de Adegui el artefacto de tres kilos de goma-2. Cristales, puertas, paredes, mobiliario, teléfonos y todo tipo de maquinaria salieron despedidos a varios metros de distancia debido a la gran potencia del artefacto.
Numerosos cristales de casas, tiendas y oficinas de las proximidades resultaron completamente destrozados. La onda expansiva llegó a trescientos metros del lugar del atentado.
Vicente Ardaluz Larrañaga, de veintidós años, natural de Cizúrquil y uno de los autores del atentado, fue sorprendido a pocos metros por la explosión, resultando herido de consideración. Testigos presenciales de los hechos manifestaron a EL PAIS que le vieron huir con la cara totalmente ensangrentada y precisaron que la nariz había sido arrancada de su rostro. Efectivamente, abundantes manchas de sangre quedaron en las proximidades, y su rastro podía seguirse hasta llegar a la carretera, donde el herido emprendió la huida en un 127.
Al parecer, un comando de apoyo se encontraba en las proximidades introducido en un coche, desde el que hicieron señales luminosas al compañero herido, que hizo caso omiso de las mismas y huyó por su cuenta. Al llegar a la altura del puente de Loyola, en una maniobra extremadamente peligrosa, colisionó contra la valla protectora y abandonó el automóvil. A punta de pistola paró a un taxi que trasladaba a una señora, obligó a ésta a abandonar el vehículo y amenazó al taxista para que le trasladase hasta el puesto de socorro.
Una vez que el taxi había recorrido varios metros, el herido hizo que el taxista se dirigiese hacia la frontera.
A las dos de la madrugada el taxi llegaba a las inmediaciones del puesto fronterizo, momento en el que Vicente Ardaluz expulsó a su dueño del automóvil, se puso él mismo al volante a gran velocidad, y cruzó la frontera llevándose por delante las barreras de la aduana y colisionando poco después con otro automóvil. En medios vasco-franceses se afirma insistentemente que la policía española efectuó varios disparos contra el vehículo sin conseguir detener su marcha. Después, la gendarmería francesa le detuvo e ingresó en un hospital.
Ayer por la mañana, la abogada Maite Maniot se dirigió al hospital para visitar al herido, que se encontraba custodiado por la policía, quien impidió el paso a la abogada. Maite Maniot declaró a EL PAIS que la actuación de la policía al impedirle visitar al herido era ilegal, ya que sobre él no pesaba ninguna acusación.
El herido, que tiene gran parte del cuerpo, sobre todo la cara, con grandes quemaduras, ha sido trasladado a un hospital de Burdeos con el fin de ser atendido mejor. Su estado es, según ha manifestado la abogada, muy grave.
En un comunicado de Adegui, hecho público a última hora de ayer, se explicaba que el atentado es un nuevo intento de obstaculizar el desarrollo de las relaciones sociales.
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