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No habrá cuotas a la inmigración en Gran Bretaña

En menos de veinticuatro horas, el Gobierno británico y la oposición han acabado de perfilar, al menos en el plano doctrinal, su política sobre inmigración y relaciones raciales, tema llamado a desempeñar un papel central en las próximas elecciones generales.El Gobierno ha elegido «por casualidad» la víspera de la declaración de propósitos conservadora para rechazar de plano las sugerencias contenidas en el informe de un comité parlamentario interpartidista publicado el mes pasado, y que organizó un considerable revuelo por lo drástico de sus propuestas, coincidentes en líneas generales con las tesis de la líder tory, Margaret Thatcher.

El ministro del Interior, Merlyn Rees, dejó claro que Gran Bretaña será un país multirracial mientras el Gobierno laborista permanezca en el poder.

Rees anunció, en los Comunes, que no se impondrán «cuotas» inmigratorias anuales, que no se establecerá un sistema de control interno de inmigrantes (documentos de identidad especiales, pesquisas policiales, etcétera), ni tampoco un registro estadístico de los familiares de los trabajadores ya establecidos que llegan a Gran Bretaña para reunirse con ellos.

El Gobierno considera que la adopción de estas propuestas -contenidas en el informe elaborado por un comité neutral de diputados laboristas y conservadores- sería, además de injusta, discriminatoria y cara. Seguirán, por tanto, los controles actuales, controles de cuyo rigor y minuciosidad, por lo demás, puede dar fe cualquer extranjero que reside en este país.

Rees esgrimió como argumento final de la política laborista el hecho de que ha disminuido sustancialmente el número de inmigrantes aceptados como tales en el Reino Unido. Según estadísticas publicadas el jueves, en 1977 obtuvieron permiso para establecerse 35.727 personas, un 19 % menos que en 1976, de ellas 27.742 son de color, con un descenso del 25 % respecto del año anterior.

Por su parte, William Whitelaw, ministro del Interior en el «Gabinete fantasma» conservador, anunció ayer el paquete de medidas que aplicaría el Gobierno tory en caso de ganar las elecciones. Entre los puntos fundamentales de este programa, que ha sido elaborado durante meses por un comité especial del partido opositor, figuran la redacción de una nueva ley sobre la nacionalidad británica, un sistema de cuotas de entrada anuales y ayuda económica para abandonar Gran Bretaña a aquellos inmigrantes que lo deseen. El plan tory no contempla, sin embargo, la repatriación forzosa.

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