Una cuestión primordial
Este es el título de sabor antañón con el que tres sociólogos de la Universidad madrileña presentan los resultados de su encuesta sobre la problemática que plantea la composición plural de España (pueblos, nacionalidades, regiones).Dicha problemática, una de las más espinosas de nuestra historia, tiene ya un largo pasado, y todavía está lejos de haberse solventado satisfactoriamente. Dentro de este estado de cosas, el objetivo inicial del equipo investigador fue ofrecer ordenadamente una serie de datos que ilustraran el tema y tradujeran a índices concretos un asunto muchas veces expresado a través de estados emocionales.
En ese sentido clarificador la obra cumple con su finalidad. Ahora bien, el trabajo sufre, naturalmente, de todas las limitaciones que padece en general el método sociológico de encuesta (y no voy a entrar en el complejo terreno de los problemas de la investigación empírica en ciencias sociales). Esto lo reconocen los autores, quienes inscriben la investigación en un proyecto mucho más amplio, interdisciplinar, que habrá de analizar exhaustivamente el regionalismo español (y advierto que, con Del Campo, Navarro y Tezanos, empleo los términos región y regionalismo por pura economía de medios). Saludemos, pues, este importante primer paso, y esperemos los siguientes.
La cuestión regional española,
Salustiano del Campo, Manuel Navarroy José Félix Tezanos. Editorial Cuadernos para el Diálogo, colección ITS. Madrid, 1977.
Entrando en las dificultades de la propia, encuesta, también los autores se preocupan de resaltarlas, justificando las decisiones adoptadas en uno u otro caso para dejar a salvo la calidad: reducido número de entrevistas por causas presupuestarias (unas 2.500; este recorte de la muestra se palia con una estratificación por submuestras que reconoce un mínimo de entrevistas a cada una de las regiones, según su peso); necesidad de confiar la realización del trabajo de campo a una empresa privada (hecho que obligó a esmerar el control, pues el personal entrevistador incurrió, por extensión, en los tics habituales de un estudio de marketing); aparición de sesgos, una vez obtenidas las tabulaciones (como, por ejemplo, la desproporción entre los sexos); interferencias políticas (así, la declaración del estado de excepción en Euskadi, que hizo que se desfasara allí el proceso de recogida de datos, y la pintoresca prohibición expresa del mismo en dos puntos de Galicia).
La encuesta, como ya se habrá adivinado por lo dicho inmediatamente, fue llevada a cabo en momentos difíciles y decisivos del país: la primavera y el verano de 1975. Ello hace que los resultados adquieran inevitablemente perspectiva histórica, distanciándose de los que se hubieran obtenido en el presente, ahora que, por fortuna, se han empezado a consolidar unos avances democráticos que entonces sólo se vislumbraban, en versiones optimistas además. Los investigadores no pasan por alto este dato, y conectan decididamente su labor con el ámbito de lo político. La conclusión, sobre todo -un excelente trabajo de síntesis elaborado por Navarro-, incide en las peculiaridades de las postrimerías del autoritarismo español, elaborando, por medio del análisis factorial de los datos de la encuesta, una tipología de actitudes políticas y regionalistas básicas de los/as españoles/as, e introduciendo unas finas apreciaciones en tomo al éxito sólo parcial de la campaña de despolitización y reaccionarismo orquestada por el régimen de Franco (pues lo que la gran masa ha podido interiorizar como principio general e incluso como rasgo del carácter, enseguida se comprueba viendo el interés mostrado por los problemas concretos, que no ha llegado a afectar hasta el grado de robotización. Navarro se detiene en estas notas sobre la mentalización, sacando, a sensu contrario, la provechosa enseñanza de que habrá que hacer en el inmediato futuro un esfuerzo poderoso para lograr una democratización auténtica, real, ya que, de otra manera, la democracia se podría aceptar también sólo externamente -como un molde ajeno, igual que antes el autoritarismo-, sin identificarla con la práctica personal, con la práctica de la vida cotidiana). La conclusión, asimismo, muestra cómo la conciencia regional suele ir unida a una elevada conciencia democrática, y cómo la variable del desarrollo económico se entrecruza con esta corfelación, haciendo, por ejemplo, que los demócratas sean no obstante centralistas en regiones como Andalucía y Castilla.
El libro estudia la totalidad de las regiones históricas, más Madrid, que queda destacada con acierto de entre Castilla la Nueva. Tras una adecuada exposición de la realidad socioeconómica de España, obtenida a partir de la utilización de diversos indicadores, la obra se ocupa sucesivamente de las características generales de la población entrevistada; su ideología y actitudes básicas; su identificación regional; la percepción y el conocimiento de la problemática de cada región, así como las distintas opiniones sobre regímenes regionales más satisfactorios; las desigualdades económicas interregionales, y, por fin, las conciencias regional, nacional y cultural en Cataluña, Euskadi, Galicia, Valencia, Canarias, Castilla y Andalucía. A continuación viene la ya mencionada conclusión y unos apéndices en los que se narran las incidencias del curso de la investigación y se reproducen los cuestionarios usados en las entrevistas.
Los autores hacen gala en todo momento de un esmerado rigor, que alcanza al plano expositivo. El lenguaje, en efecto, es el de un informe técnico. Esto quizá aleje el trabajo del gran público, pero a cambio satisface los objetivos anunciados, con la aportación de datos relevantes para afrontar nuestra cuestión nacional número uno.
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