René Levesque se ha convertido en la pesadilla del primer ministro canadiense
Sábado por la noche en el vieux Quebec, la zona histórica de la bella capital provincial que fundaran los colonos franceses junto al río San Lorenzo, a principios del siglo XVII. En el bar Le Gaulois, una nutrida audiencia, que difícilmente supera los veinticinco años de edad, aplaude con fervor a Bernier y Gagnon, dos estudiantes que interpretan canciones tradicionales de Quebec. No son canciones políticas, ni siquiera de protesta. Simplemente viejas canciones de los pioneros franceses, acompañanadas por un violín y una guitarra.«Los ingleses nos vencieron por las armas, pero nunca pudieron acabar con la cultura francesa, con nuestro modo de ser, que ahora resurge con mayor fuerza entre los jóvenes y el lleno diario de este local es un buen ejemplo asegura uno de los entusiastas asistentes. La victoria militar de la que habla es la batalla de las llanuras de Abrahan, en la que el general James Wolfe derrotó, en 1759, al marqués de Montcalm y puso fin a la presencia francesa en Canadá. La Nouvelle France desapareció del mapa, en beneficio del imperio británico.
Muchas cosas han ocurrido desde entonces. La confederación canadiense con la zona francesa de Quebec como parte integrante, se creó en 1867. Cien años después, el general De Gaulle viajaba a Canadá y pronunciaba desde el balcón del Ayuntamiento de Montreal, su famoso grito: «¡Viva Quebec libre!» Poco más tarde se aprobaba la ley de Idiomas Oficiales, que declaraba al francés lengua oficial de Canadá. En 1970, los activistas del FLQ (Frente de Liberación de Quebec) atraían la atención mundial con el secuestro y asesinato del ministro provincial de Trabajo, Pierre Laporte, y se declaraba la ley marcial en la provincia.
La violencia no ha estallado en Quebec en los últimos años y el FLQ ha desaparecido prácticamente, falto de apoyo popular. Sin embargo, el 15 de noviembre de 1976, el Parti Quebecois ganaba 69 escaños de los 110 de la Asamblea Provincial (Asamblea Nacional dicen los partidarios de la secesión), con un 41 % del voto popular y formaba Gobierno con Rene Levesque como premier de la provincia.
Levesque, 55 años, un antiguo periodista televisual, de verbo encendido y afirmaciones rotundas, se convirtió desde entonces en una especie de pesadilla perenne para el Gobierno de Ottawa y su primer ministro, Pierre Trudeau, presidente del Partido Liberal en el poder, profesor de Derecho, Trudeau, 58 años de edad, procedente también de la minoría francesa, lleva casi diez años al frente del país y quiere defender su unidad, aunque admite la revisión de la autonomía de Quebec.
Un referéndum sobre este tema -autonomía o independencia- ha sido prometido por Le vesque para el próximo año. Como en todos los referéndums, el resultado dependerá en gran parte de cómo se formule la pregunta. Los observadores coinciden en señalar que si plantea directamente la cuestión de la independencia, Levesque y su partido perderán por una mayoría abrumadora. Pero si la pregunta se refiere a una mayor autonomía de Quebec o incluso a una «soberanía asociada», el Parti Quebecois tiene posibilidades de obtener un buen porcentaje de los sufragios.
«Se eligió a Levesque porque prometió un mejor Gobierno, no porque prometiera la secesión de la provincia», señala Antoine des Roches, director de relaciones públicas del diario La Presse, de Montreal, que añade: «Ahora, el paro y la inflación han aumentado. ¿Dónde está ese buen Gobierno? Levesque perderá las próximas elecciones y si convoca un referéndum y no lo gana será el fin de su carrera política.»
No es de la misma opinión Gilbert Moore, periodista del Montreal Star, y partidario de la actuación de Rene Levesque. «Los habitantes de Quebec hemos sido llamados, y con razón, "los negros de blancos de América".
Con una extensión de 1.648.269 kilómetros cuadrados, más de dos veces el tamaño de Francia, Quebec produce la mayor parte de los asbestos que se consumen en Occidente. Su renta per cápita supera los 6.000 dólares y su Producto Nacional Bruto es casi la cuarta parte del total de Canadá. Minas de hierro, cobre, zinc, pero sobre todo, madera y energía hidroeléctrica, procedente de sus más de cuatrocientos ríos, son sus mayores riquezas.
En junio de 1976, su población era de 6.243.000 habitantes, de los que aproximadamente el 80 % son de origen francés. Montreal, la segunda mayor ciudad de habla francesa en el mundo, como gustan llamarla sus habitantes, alberga a más de un tercio de la población de la provincia y es un importante centro económico y cultural.
Marc Lalonde, ministro encargado de las relaciones federales provinciales, se mostraba tranquilo recientemente en Washington cuando declaraba que el apoyo al separatismo no ha crecido en Quebec en los últimos tiempos.
Lalonde da seguridades de que «si la mayoría de los habitantes de Quebec decide democráticamente la separación de Canadá, el Gobierno federal no va a utilizar la fuerza para mantener al país unido, pero no creo que aquella circunstancia se produzca».
«Es una forma de coacción», dice en Montreal un pequista convencido. «Antes de que se celebre el referéndum ya están hablando de que no nos van a enviar el Ejército, como hicieron en 1970. Sólo tratan de atemorizar a la población francófona, a la que han tenido en el olvido y el desprecio desde la conquista inglesa.»
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.