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Tribuna
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Una región a caballo de Cataluña y Euskadi

Aragón, con poco más de un millón de habitantes y una densidad de población sólo superada por la zona deprimida de Castilla, es una de las regiones españolas mejor definidas territorialmente y una de las más centralizadas en cuanto a su distribución demográfica, puesto que uno de cada dos aragoneses reside hoy en Zaragoza capital. Dentro de la región no existen más que once centros urbanos con más de 10.000 habitantes y tan sólo unos tres núcleos comarcales en expansión relativa, tanto en lo demográfico como en lo económico. El resto de la región aragonesa es un territorio regresivo, sobre todo en la provincia de Teruel y en buena parte del territorio oscense, donde empiezan a aparecer hoy grandes extensiones de tierra de nadie.

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Aragón constituye hoy una unidad económica bien definida, a caballo entre dos regiones con un potencial muy superior al suyo: Cataluña y el País Vasco. En el eje geográfico y económico de Aragón se sitúa el valle del Ebro, una comarca natural que está reclamando de manera especial una ordenación del territorio y un aprovechamiento hidráulico capaces de poner en cultivo miles de hectáreas de los prometidos regadíos.

Sesenta y tantos años lleva esperando el valle del Ebro que se completen los planes oficiales de riego previstos para la cuenca y no concluidos. La amenaza de un inminente trasvase de aguas del Ebro a la cuenca del Pirineo -riental (es decir, a Barcelona y su cinturón industrial) ha provocado durante los últimos tres años una creciente alarma por considerar que, de realizarse ese trasvase de aguas, las obras de regadío aún por realizar (el abrazo de Tardienta tan prometido por el franquismo) no lleguen nunca a ver el final.

El desasosiego de los habitantes de este valle del Ebro, sobre todo de los del bajo Aragón, ha ido en aumento al afianzarse las perspectivas de una nuclearización de la zona.

La «colonización» económica y financiera que están padeciendo importantes áreas promocionales de la provincia de Huesca constituyen también otro motivo importante de inquietud.

En cuanto a la provincia toda de Teruel y a buena parte de la de Zaragoza, faltas de un coherente y definido plan de comarcalización, cabe decir que se está produciendo un crecimiento demográfico de signo positivo.

Aragón es, por otra parte, una tierra que se caracteriza por su fuerte corriente de ahorro popular. Una de las entidades de ahorro establecidas en la región está incluida hoy entre las primeras y más influyentes de toda la Confederación de Cajas de este país, si bien la incidencia de dicho ahorro aragonés en la promoción y desarrollo de la propia región ha sido, hasta el momento, de muy bajo nivel.

Sobre Aragón pesan hoy muchos «handicaps» procedentes de épocas históricas superadas: la insolidaridad comarcal, el caciquismo, etcétera. Si a ello añadimos la creciente influencia de Cataluña y lo catalán en amplias áreas aragonesas de oriente, veremos que para las próximas décadas la identidad de Aragón como región en sentido estricto sufre un serio peligro.

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