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ETA declara la guerra a Iberduero

ETA ha puesto en juego sus bombas contra la energía nuclear en Euskadi. Diez de ellas hicieron explosión ayer, entre la media noche y las dos de la madrugada, en otras tantas dependencias de la empresa eléctrica Iberduero, SA, que construye la central nuclear de Lemóniz (Vizcaya). Los mil kilos de goma-2 robados por la organización ETA hace menos de tres meses le conceden una temible fuerza disuasoria -en los atentados de ayer no habrá utilizado más de treinta kilos-, en medio de una intensa campaña antinuclear que, por medios más pacíficos, han movilizado ya a miles de personas en el País Vasco.Varios comunicantes anónimos, en llamadas telefónicas a distintos medios informativos de la capital vizcaína, reclamaban ayer mismo para ETA militar la autoría de esta ofensiva sin precedentes. «Seguiremos en la misma línea de actuación hasta que se paralicen las obras de la central de Lemóniz», manifestaron por teléfono, para anunciar, acto seguido, su propósito de «ejecutar» en caso contrario al conde de Cadagua, presidente del consejo de administración de Iberduero, SA, hasta hace unos meses. El plazo dado para que se detengan las obras es de quince días.

Aunque la reivindicación ha seguido esta vez un procedimiento, poco usual, nadie pone en tela de juicio que la campaña de bombas desatada ayer en el País Vasco constituye de hecho una declaración de guerra abierta a Iberduero por parte de ETA militar, que ya en anteriores ocasiones ha actuado contra la central de Lemóniz o las instalaciones de la empresa propietaria. El secuestro previo de varias personas, para llevar a cabo los atentados, constituye, por otra parte, una fórmula empleada habitualmente por esta organización en sus últimas actuaciones. Por último, en distintos lugares de la capital vizcaína podían leerse ayer pintadas todavía frescas con la leyenda: «goma-2 para Lemóniz. ETA.»

En distintos medios se asegura que las pérdidas se elevan por encima de los cien millones de pesetas. El más grave de los atentados tuvo lugar en las oficinas que Iberduero, SA, tiene en La Arenas (Vizcaya), donde poco después de la media noche hacía explosión una bomba que provocó un espectacular incendio. Las sesenta familias que viven sobre estos locales hubieron de abandonar sus viviendas en medio del pánico colectivo. Los bomberos -uno de los cuales resultó gravemente herido- nada pudieron hacer para evitar que las llamas destruyeran por completo las oficinas y causarán graves daños en la primera planta, donde algunas personas que dormían salieron disparadas contra el techo.

Tres jóvenes encapuchados y armados de pistolas fueron los autores de este atentado. Instantes antes de que se produjese la explosión llegaba a la zona (calle Cresalchu, 18) un vecino al volante de un Citroën GS. Al descender de su coche sintió que le encañonaban con un arma en la cabeza, al tiempo que le obligaban a situarse detrás de un pequeño muro. Tras la explosión pudo ver que dos guardas de la empresa salían del edificio y que los tres desconocidos efectuaban contra ellos varios disparos.

Casi a la misma hora, otros dos artefactos hacían explosión en el término municipal de Baracaldo. Uno de ellos dejó inservible un camión-grúa de Iberduero, valorado en ocho millones de pesetas. La segunda bomba, colocada en un almacén de la empresa situado a pocos metros, produjo daños en el mobiliario empleado para exposiciones de Iberduero y juntas generales.

Robo de coches

Apenas una hora antes de que se registrasen estos atentados, dos coches eran robados en Bilbao a punta de pistola cuando sus propietarios se disponían a aparcarlos. En ambos casos obligaron a los conductores a que les entregaran las llaves y les amenazaron con represalias en caso de que denunciasen el hecho antes de transcurridas varias horas. La ofensiva de ETA tuvo, sin embargo, su epicentro en la provincia de Guipúzcoa. Desde la media noche hasta la una de la madrugada explosionaban cinco bombas en Deva, Zaráuz, San Sebastián (dos) y Azpeitia, mientras que dos más fallaban en Eibar y Zumárraga, por deficiencias en sus o mecanismos de relojería.La bomba más destructiva se la llevó, en esta ocasión, la localidad costera de Deva, donde la oficina comercial de Iberduero quedó totalmente destruida, y, al mismo tiempo, sufrieron daños importantes una cafetería, un garaje, un establecimiento de electrodomésticos y seis vehículos aparcados en las inmediaciones. Un portavoz de la empresa Iberduero, SA, ha manifestado que será necesario revisar toda la estructura del edificio, porque la fuerte onda expansiva podía haberla dañado. Una hora antes de que se produjese esta explosión, dos jóvenes se personaron en el domicilio de Juan José Esnaola, encargado de la oficina de Iberduero, y bajo la amenaza de una pistola le exigieron las llaves del local comercial. Por espacio de una hora permanecieron en su casa, hasta que llegó una tercera persona, con la que se marcharon, diciéndole antes que eran de ETA y que no diese aviso hasta después de varias horas. Minutos después, la explosión podía escucharse en todo el pueblo.

En San Sebastián fueron dos las bombas que hicieron explosión: en las oficinas de Iberduero, en el barrio de Eguía y en un transformador eléctrico próximo. En Zarauz, la bomba había sido colocada en unos almacenes de material, mientras que el comando que actuaba en Azpeitia tuvo que conformarse con dejar el artefacto a la puerta de las oficinas, al no poder entrar en ellas.

El panorama pudo ser más sombrío en Eibar, si no llega a ser por un fallo en el mecanismo de relojería, que se detuvo exactamente a las cero horas. El artefacto, que contenía cinco kilos de explosivos, estaba en el interior de una bolsa de deportes depositada junto al mostrador existente en las dependencias de Iberduero. Artificieros de la Guardia Civil lo desactivaron ayer por la mañana.

Este atentado fallido guarda relación, con toda seguridad, con un secuestro que sobre las ocho de la noche del martes se producía en la población próxima a Elgueta. Cuatro desconocidos se apoderaron de un Seat-131, a cuyo propietario, José Martín Ormachi, abandonaron maniatado, junto a la carretera que conduce a Eibar. Media hora después, tres chicas y dos chicos se presentaban en el domicilio de Antonio Zaldívar, encargado de las oficinas de Iberduero en Eibar. Tras maniatarle en el cuarto de baño, junto con su mujer e hijos, los asaltantes se marcharon con las llaves de la oficina y de la vivienda, no sin antes exigirle que no denunciase los hechos hasta varias horas después.

Hacia las diez de la mañana de ayer, unos niños del colegio nacional Celaya, de Zumárraga, que jugaban con una bolsa de, plástico de color blanco, junto a las oficinas de Iberduero, descubrieron de pronto que se trataba de un artefacto explosivo. Después de dar cuenta del hecho a la Guardia Civil, fue desactivado hacia las tres de la tarde. La bolsa contenía nueve cartuchos de goma-2 conectados a una pila y a un reloj dispuesto para que la explosión se produjese a las diez. También en este caso, un fallo en el mecanismo del reloj impidió que se pusiera en marcha el artefacto.

Un procedimiento similar al seguido por el comando de Eibar fue puesto también en práctica en Pamplona. Hacia las 9.45 de la noche, dos jóvenes que empuñaban sendas pistolas secuestraron a un taxista en la estación de Renfe, y posteriormente le dejaron atado en las cercanías del campo de fútbol de El Sadar.

Control policial

Poco después, estos dos jóvenes se presentaron en un taller de reparaciones que la empresa Fuerzas Eléctricas de Navarra, filial de Iberduero, tiene en la zona pamplonesa de Beloso Alto. Tras elegir las llaves al vigilante, le dejaron atado y con los ojos cubiertos por un trapo. Poco después, una fuerte explosión desplazaba varios transformadores, agrietaba el techo y destrozaba la puerta metálica de acceso. Los daños han sido estimados en tomo a un millón de pesetas.El último atentado, de menor cuantía, se registró en unos almacenes que la empresa Vitoriana de Electricidad, filial también de Iberduero, tiene en Vitoria. Por Último, la Guardia, Civil desactivó, otro artefacto colocado en un almacén que esta misma empresa tiene en la localidad alavesa de Salvatierra.

Como consecuencia de esta oleada de explosiones, durante la noche de ayer fueron instalados controles de la Guardia Civil en las carreteras de acceso a las capitales vascas. En uno de estos controles, en la salida de Bilbao por Begoña, la Guardia Civil efectuó varios disparos contra un Seat- 124, que se dio a la fuga en dirección a San Sebastián, y que pudo ser uno de los coches robados horas antes.

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