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La diplomacia argelina coloca a la política africana de España en un callejón sin salida

Abdelaziz Buteflika, el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, ha ofrecido, en esta ciudad, a la joven democracia española, un regalo envenenado. Quizá consciente de ello ha declinado reiteradamente ofrecer a este enviado, para conocimiento de la opinión pública española, sus puntos de vista sobre la pretendida realidad colonial de las Canarias o sobre el futuro de las relaciones hispano-argelinas. El representante argelino, en efecto, ha movido con habilidad todos los hilos que han llevado al Consejo de Ministros de la Organización para la Unidad Africana a declarar al archipiélago canario como colonia española en Africa y a solicitar ayuda moral y material, para el movimiento independentista de Antonio Cubillo, aun antes de que tal movimiento, el MPAlAC, haya sido oficialmente reconocido por los jefes de Estado de los países africanos.

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Las islas Madeira y de la Reunión que, junto con las Canarias, habían sido sometidas, el pasado viernes, a la consideración de los ministros por el Comité de Liberación, quedaron fuera del paquete a última hora para alivio de Lisboa y París, respectivamente. Se tomó en consideración que no existe en el archipiélago portugués ningún movimiento independentista y, presumiblemente, que Francia tiene sus ideas claras en política exterior y los espolones de su gallo listos.En ambos casos Argel no ha tenido demasiado interés. Pero en el tema que atañía a España, a pocos días vista de la ratificación del acuerdo pesquero hispano-marroquí, la cosa era,diferente. Buteflika ha movido sus peones y, a la postre, ha sido nada menos que ese país llamado Benin (antiguo Dahomey), al que nada le va en la cuestión, el que ha metido a las Canarias en el mismo paquete que a Namibia y Rodesia. El regalo de Buteflika es de doble efecto tóxico, pues debe ser compartido por el Gobierno y la Oposición. En opinión de círculos diplomáticos de esta ciudad, ambos han perdido la batalla.

La política exterior o, por mejor decir, la falta de una definida política exterior española, ha quedado una vez más puesta de manifiesto y, por otra parte, las misteriosas gestiones del líder socialista Felipe González en Argel, a finales del pasado mes de enero, han quedado en entredicho.

¿Qué va a pasar ahora? El proceso habitual es que el Consejo de Ministros eleve el tema al grupo africano del Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Este elabora el correspondiente dossier, tarea que puede llevarle un año, y su ulterior resolución pasa a la Asamblea General. Se podría llegar a esta fase para el otoño del próximo año. Si no hay dificultades especiales, seis u ocho meses después, es decir, para mediados de 1980, España podría recibir un mandato para iniciar conversaciones tendentes a la autodeterminación de las Canarias.

Por el momento no existe interlocutor válido para esas hipotéticas conversaciones, pero el MPAlAC puede conseguir el reconocimiento oficial en la cumbre de jefes de Estado africanos que tendrá lugar en Jartum, a partir del próximo dos de julio. Para entonces, Cubillo piensa contar como principales valedores a los presidentes de las antiguas colonias portuguesas, al de Guinea Ecuatorial y a otros que considera seguros, según sus cuentas de la lechera. Las reuniones de jefes de Estado resultan, no obstante, más morigeradas que las de sus cancilleres.

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Cabe suponer que Jartuin será el objetivo prioritario de Santa Cruz en lo que a Africa se refiere. Y cabría tomar al respecto buena nota de las esperanzas puestas en alguna de las delegaciones asistentes a la conferencia de Trípoli y, a fin de cuentas, frustradas. Senegal, por ejemplo, pese a sus promesas oficiales, no ha tenido empacho en votar contra los intereses de España. Las palabras tranquilizadoras pronunciadas en Madrid por el presidente Bongo, de Gabón, se las llevó el viento. La embajada extraordinaria de don Juan de Borbón ante, el coronel Gaddafi ha dado, por ahora, unos resultados muy difíciles de evaluar, pues Libia, como país anfitrión, ha asumido ante el tema de Canarias una postura tipo Bertrand du Guesclin en los campos de Montiel: ni ha quitado ni ha puesto rey, pero ha ayudado a los suyos.

Buteflika va ganando la partida por ahora. Se ha sacado de la manga una carta, Antonio Cubillo, y ahora Madrid debe plantear otro tipo de juego hasta obligar al sonriente canciller argelino al descarte. Cuando le convenga, lo hará.

Más información sobre Canarias en página 17

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