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"Me interesa mucho mostrar los orígenes del nazismo"

Entrevista con Fred Zinnemann, realizador de "Julia"

Fred Zinnemann pertece a esa estirpe de realizadores europeos, nació en Viena hace setenta años, que emigraron a Estados Unidos ante el auge del nazismo en su país de origen. El exilio suele marcar profundamente a quien lo padece y potencia, en una gran mayoría de casos, la conciencia moral. Zinnemann lo demuestra con constancia en su filmografía, que si bien incluye películas de muy diversos géneros cinematográficos, lo hace -en gran parte de ellas- desde un prisma personal en el que el componente moral sobresale sobre cualquier otro.Su última película, Julia, basada en uno de los capítulos de igual título del relato autobiográfico de Lillian Hellmann, Pentimento, es buena prueba de lo anteriormente expuesto. El filme -protagonizado por Jane Fonda (Lillian) y Vanessa Redgrave (Julia), narra una bella historia de amor y amistad entre las dos mujeres en la que la carga moral -absolutamente clave en la historia- corre a cargo del compromiso de Julia en su lucha antinazi y, naturalmente, en la admiración que despierta tal compromiso en Lillian Hellmann.

«Lo que más me llamó la atención al leer Pentimento -declararía Zinnemann a EL PAÍS- y concretamente el capítulo dedicado a recordar la figura de Julia, fue el conflicto y el enfrentamiento que sufrió Lillian Hellmann con su propio miedo. Me fascinaba también el esfuerzo de la escritora por intentar emular a Julia, un intento frustrado.»

El filme de Zinnemann se enmarca cronológicamente en el período de la dominación nazi en Europa y, sin duda, la toma de conciencia de Julia se ve potenciada por el surgimiento de dicho movimiento totalitario en Viena, ciudad en la que se especializa en su carrera médica.

«Me interesaba mucho mostrar los orígenes del nazismo. Yo mismo ví en Viena, mi ciudad natal -señala Zinnemann- cómo comenzó todo aquello. Estudiaba en el Liceo y siempre pensé que la gente, en aquellos primeros años, subestimaba a Adolfo Hitler, a quien consideraban una especie de payaso. Un día, un compañero de clase llegó con una cruz gamada en el brazo. Le increpé y discutimos. Seis meses después nos peleamos y un año más tarde tiraban a la gente por las ventanas de la Universidad.»

La secuencia del arrasamiento de la Universidad, con la quema de libros incluida, se ha convertido involuntariamente en uno de los símbolos plásticos de la barbarie nazi. Visconti, en su película La caída de los dioses, volvía a mostrar aquel gesto como definitivo para comprender los orígenes inmediatos de quienes pretendieron dominar el mundo.

«El nazismo fue absolutamente traumatizante para todos mis amigos. Todavía hace poco tiempo un viejo compañero, al que no veía desde antes de la guerra, me comentó -después de ver la película- que tenía una gran suerte de poder contar aquellos años horrorosos, porque era evidente que al trabajar sobre los recuerdos de alguna manera demostraba el haber superado aquella etapa, lo que a él le resultaba todavía imposible.»

Dificultades

La trayectoria profesional de Zinnemann está repleta de éxitos comerciales. Su última película fue Un hombre para la eternidad, en la que la lluvia de oscars sólo fue superada por la de espectadores que acudieron a las taquillas. En Julia, el director es también productor de la película, doblete harto frecuente en la industria cinematográfica norteamericana, aunque no indique la desaparición total de dificultades y obstáculos de mayor o menor entidad. Zinnemann tardó cuatro años en comenzar su película.«La principal dificultad -que explicarla en parte la tardanza para realizar esta película- radicó en encontrar una historia que reuniera las condiciones que yo mismo me había impuesto. Probé algunos proyectos, que por distintas razones no se concretaron. Estuve preparando una película sobre Maximiliano y Carlota de México, pero se frustró. En Julia trabajé durante dos años. Mi método de trabajo es siempre el mismo: cuando me encaro un tema, bien sea una novela, una obra de teatro o un argumento original, prefiero que el escritor elabore un primer borrador del guión. Después trabajo con él de dos a seis meses, depende de los obstáculos que encontremos. En el caso de Julia, Alvin Sargent y yo trabajamos durante cuatro meses. Con ese primer guión fuimos a Estados Unidos para entrevistamos con Lillian Hellmann. Durante tres días corregimos algunas cosas y reescribimos el guión en unas dos semanas, siempre con la supervisión de la escritora. A partir de este momento comienza la operación de producción, que en Julia fue bastante compleja, puesto que la acción transcurre, teóricamente, en cinco países distintos lo que, evidentemente, había que suplir con imaginación. La casa de la Hellmann se construyó en Inglaterra simulando las costas de California. Alemania se rodó en Alsacia (Francia). Las secuencias de Viena se rodaron en Estrasburgo (Francia) y se utilizaron unos estudios de París para simular la acción de Moscú.»

«En lo que atañe al casi, la única persona que eligió Lillian fue Vanessa Redgrave, que se empeñó desde el principio en señalarla como única actriz capaz de interpretar el personaje de Julia. Jane Fonda, por su parte, mostró un interés enorme desde que la película era simplemente un proyecto, incluso antes de que me decidiera a dirigirla yo mismo.»

«En Julia -añade Zinnemann- no quise exagerar la hipotética relación de lesbianismo entre sus protagonistas. Lillian Hellmann nos comentó que no recordaba si hubo contacto físico entre las dos, y que si lo hubo tampoco importaría demasiado. Lo que si potenciamos Alvin Sargent y yo fue el papel de Jason Robards (Dashiell Hammet) por que pienso que él y Julia se convirtieron en los dos grandes puntos de apoyo de la vida de la Hellmann y las dos personas que más admiró.»

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