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Entrevista:Bolivia, a seis meses de la democracia/ y 3

"Para que las elecciones sean limpias, Banzer tiene que renunciar"

EL PAÍS: El general Banzer ha impuesto en Bolivia durante más de siete años un régimen autoritario personal. Y, de pronto, convoca a unas elecciones aparentemente democráticas. ¿Por qué?Alfredo Ovando: La convocatoria obedece a razones tanto internas como externas. Entre las primeras podemos citar el desgaste sufrido por el Gobierno, desgaste que se debe -entre otras cosas- a la política de terror que ha ejercido siempre, a su menosprecio por los derechos humanos, a la inmoralidad administrativa, al fracaso de las negociaciones marítimas con Chile, a presiones de miembros sanos de las FFAA -que realmente forman la mayoría de la institución- y también, a la ineficacia de la gestión administrativa del Gobierno. Ineficacia que se traduce en el no aprovechamiento de una coyuntura tan especial como la que ha tenido Bolivia en estos últimos tiempos, con el «boom» del petróleo y el alza enorme que ha tenido la cotización de los minerales.

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Entre las razones externas están las presiones que indudablemente ha sufrido el Gobierno de Banzer por parte del Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, que trata de democratizar las dictaduras del cono Sur para llegar a una democracia formal, aunque no sea ésta real.

EL PAÍS: La convocatoria parecía encubrir una evidente maniobra continuista, pues las medidas adoptadas por el Gobierno difícilmente podían garantizar la limpieza del juego electoral. Sin embargo, la amplia movilización popular desencadenada por la huelga de hambre ha logrado hasta ahora arrancar al Gobierno importantes concesiones, tales como la amnistía total, el levantamiento del receso sindical y la derogación de parte de la legislación represiva. Estos datos ¿permiten considerar como irreversible el proceso democratizador?

A. O.: Yo considero que el proceso electoral boliviano es irreversible, aunque esto no quiera decir que sea verazmente democrático, puesto que el Gobierno lo ha planteado a su modo: primero, impidiendo el ingreso de personalidades del mundo de la política y de la actividad sindical, manteniendo en vigencia una legislación represiva, coartando la libertad de acción, de movimiento, de expresión y señalando un calendario corto en tiem po, que a partidos que han estado en receso durante siete años no les permite reorganizarse a cabalidad para enfrentar el proceso electoral.

Es cierto que, frente a ese panorama, el extraordinario coraje de las mujeres mineras, ha conseguido un avance en cuanto se refiere a la amnistía general, a la libertad sindical y al reingreso de trabajadores a sus puestos de trabajo. Pero también es cierto lo siguiente, se tiene conocimiento que el consulado de Bolivia en Estocolmo ha negado la visa algunos exiliados. Y, por otra parte, que las medidas sobre la libertad sindical son todavía un poco imprecisas y confusas, dando lugar a interpre taciones duales.

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Todo esto hace pensar que, si bien el proceso electoral por el empuje del pueblo ha de ser irreversible, no hay todavía las garantías de que él sea realmente democrático.

EL PAÍS: Hay una especie de coincidencia de opiniones en el documento de la Agrupación Cívica Militar «Topáter», y en los sectores de la oposición mirs conscientes, en el sentido de que no habrá garantías de que el proceso sea realmente democrático mientras el mismo sea asegurado por el Gobierno actualmente en el poder.

A. O.: Sí, estoy de acuerdo. Yo creo que, si bien el sentimiento de los miembros de las fuerzas armadas es de que el proceso electoral sea diáfano y puro, Banzer se ha autodescalificado para dirigirlo. Ya no es el juez imparcial, él ha designado como su delfín al general Juan Pereda Asbún. Como comandante en jefe de las fuerzas armadas, ha permitido que los comandantes de las tres fuerzas den su apoyo público al candidato. Entonces, presenta a las fuerzas armadas como un partido político. Consiguientemente, yo estoy de acuerdo en que la primera medida que se debe tomar para que el proceso electoral realmente sea democrático es la salida de Banzer de la presidencia de la República.

EL PAÍS: Y, en el caso hipotético de que se avanzase hacia la constitución de una especie de «junta de transición» que asegurase la limpieza del proceso. ¿Usted estaría dispuesto a colaborar con ese Gobierno de transición?

A. O.: Yo creo que el Gobierno de transición debe ser un Gobierno totalmente imparcial. Yo me inclinaría, sobre todo, por el traspaso del poder al poder judicial, a la Corte Suprema de Justicia, como un órgano ya constituido. No soy contrario también a una junta cívico-militar, pero me parecería mucho mejor, más puro, que sea ese poder el que se hiciese cargo del Gobierno y condujese este período electoral.

EL PAÍS: Hablando de las fuerzas políticas, hay una gran «atomiza ción». Por un lado, los dos grandes partidos mayoritarios -el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y la Falange Socialista Boliviana (FSB)- que, de alguna forma, han participado en la consolidación del poder personal de Banzer -aunque ahora favorecen el proceso democratizador- y, por otro lado, todos los otros partidos que, de alguna manera, han sido excluidos desde el principio y que, además, adoptan una postura contra estos dos grandes partidos. A pesar de esas divergencias de principio, ¿usted consideraría que un pacto entre todos los partidos, incluyendo todos los de la derecha y todos los de la izquierda, favorecería la consolidación del proceso hacia la democracia?

A. O.: Quiero hacerle una aclaración. El MNR ya no es el mismo partido de 1952. Como todo partido grande y pluriclasista ha tenido sus alas y estas alas después han ido tomando forma de entes autónomos. El MNR que ha colaborado con Banzer es el MNR dirigido por el ex presidente Víctor Paz Estenssoro. Pero una gran parte de ese MNR, tal vez la mayoría, no ha colaborado con el Gobierno de Banzer y este es el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierdas (MNRI) dirigido por el doctor Hernán Siles Zuazo.

Pero yo creo que la conformación del frente tiene que ser nomás sobre base ideológica. No pueden estar juntos derecha e izquierda, donde sin duda las diferencias ideológicas son profundas. Creo que se debe presentar al pueblo de Bolivia opciones claras, sobre todo con miras a un futuro. Sería una cosa muy heterogénea un Trente mezclado, desde una derecha de los Partidos Republicano y Liberal, digamos, hasta el Partido Comunista Boliviano. Un espectro demasiado grande que incitaría tal vez a confusiones.

EL PAÍS: Por una parte, el general Banzer, en declaraciones hechas a EL PAÍS y en otras ocasiones, ha recalcado que son las fuerzas armadas como institución las que van a garantizar la pureza del proceso como juez imparcial. Ahora tenemos que las fuerzas armadas son no solamente juez, sino también parte, en la medida en que están apoyando a través de sus jerarquías normales una candidatura. En ese sentido ¿qué deben hacer las fuerzas armadas para garantizar el proceso.?

A. O.: Yo me reafirmo en lo dicho anteriormente sobre las condiciones necesarias para que el proceso. electoral sea limpio: la renuncia de Banzer y el retorno de las fuerzas armadas a los cuarteles.

EL PAÍS: El proceso boliviano aparece claramente determinado por dos tipos de factores. Por una parte, el deterioro interno del régimen y las presiones externas que ha sufrido y, por otra parte, la presión popular. ¿Qué valor de precedentes puede tener el proceso de democratización en Bolivia para los países vecinos y en qué medida altera la relación de fuerzas a escala regional?

A. O.: Yo creo que enormemente. Todo el cono Sur está con gobiernos de facto. Es verdad que ahora algunos países, como Ecuador y Bolivia, van a entrar en elecciones generales y otro como Perú va a crear una asamblea constituyente para después ir a unas elecciones generales. De ahí resulta que todos los países unidos por los acuerdos económicos del Pacto Andino entrarían en un régimen democrático. Cosa bastante sintomática y que, sin duda, va a tener repercusión en el resto del continente.

Por eso yo siempre he creído que la actitud de la oposición boliviana tiene que ser muy inteligente, no sólo porque interesa al propio país en este momento, interesa a todo el continente. Porque de las actitudes de esa oposición, de la forma cómo se llegue a la democratización de Bolivia, pueden resultar muchas consecuencias para los otros países.

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