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Reportaje:

La sucesión de Geisel provoca divisiones dentro del actual régimen brasileño

Mientras varios millones de brasileños se lanzan en estos días a celebrar el espectacular carnaval carioca, la cúpula gubernamental evalúa las circunstancias políticas del corriente año: elecciones para asambleas estaduales, para Cámara de Diputados y Senadores, para Gobernadores y, finalmente, comicios indirectos para presidente de la República.La «sucesión» del general Ernesto Geisel, lejos de ser una «operación» secreta, se ha convertido en una verdadera liza política, donde habrán de competir candidatos militares y civiles. ¿Cómo habrá de resultar el Carnaval «político» en ese coloso del Sur que es Brasil?

Hacia fines de enero, de paso por Uruguay, Geisel habló de su sucesión: «El presidente podría ser un civil, como podría ser un militar. Pero en las actuales circunstancias es conveniente que sea militar.» ¿Por qué? El mismo Geisel lo dice: «Las aperturas políticas de 1978 deben ser hechas con el suficiente cuidado como para evitar una vuelta al pasado. Vamos a institucionalizar la revolución. Habremos de perfeccionar la democracia relativa.»

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Un fiel delfín

Precisamente, para esta «institucionalización» -su punto culminante será marzo de 1979, cuando habrá de asumir el nuevo presidente electo en los comicios de noviembre próximo, el primer magistrado seleccionó como «delfín» al general Joao Batista Figueiredo, jefe del Servicio Nacional de Informaciones (SNI) e íntimo colaborador de Geisel durante varios años.

En los últimos catorce años, la «sucesión» presidencial no fue sino una decisión exclusiva de las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, en esta oportunidad ha resultado todo lo contrario. La designación de Figueiredo como «sucesor» desató dos choques de envergadura en el frente militar. Uno el 12 de abril de 1977, cuando el ministro del Ejército, general Sylvio Frota, virtual candidato a la presidencia, fue despedido de sus funciones. El segundo: la renuncia del general Hugo Abreu, jefe de la Casa Militar del Planalto (Palacio de Gobierno). Tanto Frota como Albreu habían desaprobado públicamente la designación de Figueiredo. Por su parte, Frota no ha ocultado el deseo de ser sucesor. Tales enfrentamientos en el seno de los altos mandos ayudaron -aunque no fuera su intención- a forjar una candidatura civil, la del senador arenista Magalhaes Pinto, ex canciller y uno de los inspiradores del golpe militar que llevó al poder al mariscal Castello Branco, en 1964. El político de Minas Gerais intenta canalizar el descontento militar nacido con la designación del «delfín», en favor de otra alternativa dentro de Arena (Alianza Renovadora Nacional), el partido oficial, para lo cual busca un candidato militar a la vicepresidencia.

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12 de octubre: la hora del «bonapartismo»

La crisis del 12 de octubre de 1977 es un dato para recordar, habida cuenta de que aparece un rasgo nuevo en la naturaleza del régimen político que venía gobernando desde 1964. El ejército -aunque con pesar- ha reconocido ese día que el presidente Geisel juega la carta definitiva en el proceso de sucesión. Si bien se trata de un militar, Geisel no gobierna como delegado de las tres armas, sino como un político que se eleva, relativamente, por encima de ellas. Al aplastar a la oposición de Frota y despedir a Abreu, el Ejército se disciplina tras el presidente, rompiendo la tradición de que el ministro de Ejército es candidato, de primer orden en la sucesión presidencial.De hecho, Geisel se ha independizado, relativamente, de las fuerzas armadas y gobierna en nombre de ellas, de las cuales extrae su única apoyatura. Como acaba de señalar el influyente comentarista brasileño, Carlos Castello Branco, el presidente Geisel pretende confinar a las Fuerzas Armadas a su misión profesional, pero el «hecho de que su Gobierno no se apoye en el pueblo y reciba el respaldo com pulsivo del partido oficial y de la mayoría del congreso, hace que solamente encuentre una base y legitimidad en la retaguardia militar su único presupuesto de poder».

Una candidatura en crisis

Rasgo novedoso: un civil es candidato a candidato para la Presidencia de la República. El senado Magalhaes Pinto, cuyo programa aún se desconoce, se presenta como «reformista» y partidario del «estado de derecho», términos comunes al lenguaje de Geisel.¿Cuál es el alcance de la acción de Magalhaes Pinto? El ex canciller representa a un sector de la burguesía industrial y financiera que desconfía de cualquier tentativa «bonapartista» o nacionalista, y aspira a lograr una mayor injerencia civil, si es posible directa, en los negocios del país. De ahí, entonces, que Magalhaes se presente como «liberal» y al mismo tiempo compute, entre sus amigos militares, a hombres situados a la derecha. El senador sabe que su candidatura no es un problema «electoral» para Arena -Francelino Pereira, presidente del Arena, acaba de declarar: «El general Figueiredo es el candidato oficial del partido y se le ofrecerá una votación consagradora. La candidatura de Pinto es un esfuerzo por conseguir algunos votos, pero habrá unanimidad por Figueiredo»-; en cambio, está trabajando para el futuro. Por una parte, intenta aglutinar a la oposición militar y, por la otra, hacerse del apoyo de algunos convencionales de su propia agrupación, el Arena.

Magalhaes protagoniza una campaña política intensa y se espera que pronto anuncie el nombre del «general de cuatro estrellas» que, presuntamente, habrá de ser su compañero de fórmula, si logra inscribirse como candidato en el Congreso.

Ahora, Magalhaes espera que el «paquete» de reformas que elabora el diputado Celio Borja, cuyo objetivo es la «eliminación» de diversas disposiciones constitucionales y legales de orden dictatorial reciba el rechazo, tanto de moderados como de los duros. En este último caso, el ex canciller se encontrará con que luego de haber canalizado cierta oposición popular al régimen deberá apoyarse en los «revolucionarios de la extrema derecha» lo cual podría hacer estallar su esquema, inevitablemente.

¿Y la oposición «democrática»?

El Movimiento Democrático Brasileño (MDB) sigue los pasos de Magalhaes Pinto y la evolución de las disputas en el Arena, sin fijar posición todavía. Si bien, en su programa reclama una Asamblea Constituyente -consigna que ha sido impuesta por el ala más radical de la Agrupación-, los líderes del MDB dialogan con el presidente del Senado, Petronio Portella, quien por encargo de Geisel prepara el «paquete» de reformas constitucionales (ya dijo que no habrá «amnistía general») para «perfeccionar la democracia relativa». ¿Apoyará el MDB la candidatura de Magalhaes Pinto? Cuando la sucesión de Garrastazu Médici, el MDB se abstuvo, pero en la de Geisel participó con un anticandidato. En la actualidad, tiene tres opciones: abstenerse, presentar su candidato o apoyar a Magalhaes Pinto. «Será la Convención Nacional -ha dicho, hace algunos días, el diputado Thales Ramalho, secretario general del MDB- quien decidirá si se presenta candidato propio o se apoya a Pinto.»Como quiera que sea, el MDB tendrá que esperar la convención de Arena, donde quedará en claro el tema de las candidaturas. «Si se da el caso -también ha dicho Thales Ramalho- podríamos apoyarlo. Lanzar su candidatura, no. Eso está prohibido por ley. En ese caso, Magalhaes Pinto perdería el mandato y no sería elegible por dos años.»

El milagro económico se disipa

Las maniobras políticas han pasado, transitoriamente, al primer plano, «tapando», como un telón, los críticos resultados del llamado «milagro económico» brasileño. Pero luego de catorce años de alquimias, la renta nacional está concentrada en grandes proporciones: un 5 % de la población «se come» el 40 % de la «torta», mientras el 90 % de la población se disputa un 10 % de ella. Pero esto no es todo: crece el éxodo agrario rumbo a los grandes centros urbanos. Así, se agravan los problemas sociales, desde el crecimiento de los índices de criminalidad al desempleo disfrazado. Existe una carencia de agua potable y el problema de la vivienda asume características alarmantes, al tiempo que el índice de mortalidad infantil sigue estando entre los más altos. En fin, ochenta millones de brasileños -sobre 110 millones en todo el país- no logran los medios para convertirse en consumidores. He aquí la cara y cruz del milagro.

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