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Anastasio Somoza afirma que permanecerá en el poder

El presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza, ha insistido en que no abandonará el poder. En un mensaje radiotelevisado, Somoza se ratificó en este punto y explicó que, poco a poco, «la situación se normalizaba». Los hechos, sin embargo, no le daban la razón, y para desmentir sus palabras el viernes actuaron, por primera vez de manera abierta y organizada, guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación, que atacaron guarniciones de la Guardia Nacional en lugares próximos a la frontera con Costa Rica y en la ciudad de Granada. Noticias confirmadas oficialmente señalan que en los enfrentamientos murieron seis soldados y ocho sandinistas.

Sin embargo, y pese a todas las presiones, Somoza sigue resistiendo. Los más pesimistas esperaban que el dictador no tardaría en ceder ante la magnitud del movimiento popular, materializado en la huelga que hoy llega a la quincena de duración. Desprovisto de apoyos, contestado por todos los sectores sociales, desde el empresariado a los trabajadores, desde universitarios a campesinos, con la constancia oficial de la retirada de la ayuda militar norteamericana, lo lógico era pensar que el presidente nicaragüense acabaría por huir del país. No ha sido así, hasta el momento.Existe constancia, incluso, de que el Gobierno norteamericano, a través del embajador en Managua, ha hecho llegar a Somoza enérgicas recomendaciones para que abandone el poder si no acierta a resolver la grave crisis nacional por la que atraviesa el país. Miembros de la Unión Democrática de Liberación Nacional que hasta hace poco presidía el asesinado director de La Prensa, Joaquín Chamorro, mantuvieron el viernes una larga conversación con el representante estadounidense. Al salir de la reunión, un portavoz de la Unión Democrática confirmó que la Casa Blanca había presionado a Somoza para que abandonara el poder si no llegaba a una solución de la crisis antes del domingo.

Las razones de la resistencia de Somoza deben buscarse en la posición mantenida hasta ahora por la Guardia Nacional, controlada directamente por familiares del dictador nicaragüense. En cualquier otro país, el Ejército ya habría intervenido en una situación parecida a la de Nicaragua. Pero en este país centroamericano, donde casi todo está en manos de allegados a la familia Somoza, es muy difícil que se produzca tal hecho.

La intervención de los sandinistas, que se han convertido en el brazo armado de los huelguistas, convierte la actual crisis en una virtual guerra civil. Hasta el viernes, la Guardia Nacional actuaba para reprimir a los manifestantes, desalojar centros oficiales ocupados por los huelguistas y para suplir algunos de los servicios públicos paralizados por la huelga. La aparición de columnas enteras de guerrilleros sandinistas, fuertemente armados y recibidos con júbilo en las poblaciones a las que llegaban, enfrenta a un ejército contra otro: el primero defiende al dictador, y el segundo es quien, con las armas, trata de apoyar la presión civil para que el dictador abandone el país.

La situación, pues, atraviesa los momentos más críticos y graves, y las próximas horas pueden ser decisivas, sobre todo si el ejército nicaragüense (que está empleando tanques y aviones) no logra impedir la entrada de contingentes de guerrilleros, que ahora cuentan con la abierta ayuda del pueblo y de las organizaciones políticas.

Con este cuadro hoy, domingo, deben celebrarse «elecciones» municipales en todo el país. En su mensaje del viernes, y de una manera casi grotesca, Somoza animó a los nicaragüenses a acudir a las urnas y ofreció la «protección» de la Guardia Nacional a los votantes. Es muy posible que estas elecciones alcancen el mayor porcentaje de abstenciones conocido en la historia de los comicios.

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