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Detectado en Canadá un foco de contaminación radiactiva

Un foco de radiactividad, que podría tener su origen en el uranio 235 contenido en el satélite-espía soviético que cayó el pasado martes sobre Canadá, fue detectado ayer por un equipo de especialistas norteamericanos y canadienses en una remota zona al noroeste del país.

Después de dos días de búsqueda por el área en la que se supone se desintegró el Cosmos 954, un equipo técnico a bordo de un avión canadiense especialmente equipado para detectar signos de radiactividad halló indicios de radiaciones anormales y dijo que existían «grandes posibilidades» de que el origen de las mismas no sea natural, sino que esté producido por los restos del satélite ruso, que llevaba cincuenta kilos de uranio enriquecido a bordo.Los datos recogidos por el avión canadiense estaban siendo analizados ayer conjuntamente por científicos norteamericanos y canadienses y se esperaba un comunicado para la madrugada del viernes, hora de Madrid, en el que se disiparán las dudas del origen de la radiación detectada. El foco radiactivo está situado, a unos quinientos kilómetros al noroeste de Fort Reliance, en una zona escasamente poblada del norte de Canadá.

Los equipos de detección ampliaron ayer su zona de búsqueda hacia la frontera de Estados Unidos y la región de los Grandes Lagos, ya que parecían existir indicios de que los residuos del satélite podrían haber sido arrastrados hacia Norteamérica. Sin embargo, las autoridades norteamericanas insisten en que no hay riesgos de contaminación y en ningún caso peligro para seres humanos.

Mentís a un científico alemán

Un portavoz del Departamento de Estado negó rotundamente las declaraciones hechas por un científico alemán de que la destrucción del satélite ruso había provocado una nube radiactiva de unos cuatrocientos kilómetros de largo que tardaría en caer sobre la Tierra entre tres y cuatro meses. El profesor Kamisnski, del laboratorio de Bochum, en Alemania Federal, señaló que los aviones de rastreo no habían detectado la nube posiblemente porque volaban muy bajo. El portavoz gubernamental norteamericano dijo no saber de dónde había sacado el científico alemán tales datos y aseguró que por el momento no hay evidencias de contaminación radiactiva en el área.

Mientras tanto, el Gobierno canadiense estudia la posibilidad de reclamar a la Unión Soviética daños y perjuicios por la caída del satélite-espía en su territorio. Según un tratado internacional de 1972, ratificado por Canadá y la URSS, pueden exigirse tales responsabilidades, aunque Canadá queda obligada a devolver a los rusos los fragmentos del satélite que puedan encontrarse. El primer ministro, Trudeau, dijo ayer que Canadá cumplirá su parte del tratado. En caso de que no se detecte radiactividad y no haya, por tanto, daños materiales, Canadá podría exigir que los rusos paguen los gastos de los equipos de detección y el combustible de los aviones empleados en la búsqueda.

El accidente del Cosmos 954 ha levantado una polémica sobre el modo de actuar ante posibles futuros accidentes del mismo tipo. En la actualidad se cree que hay diecinueve satélites con reactores atómicos a bordo orbitando la Tierra, dieciséis de ellos soviéticos y los tres restantes norteamericanos.

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