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Nacionalidad y nación: precisiones a Julián Marías

«Es a este hecho que se refiere el artículo segundo del anteproyecto de Constitución cuando habla de «nacionalidades» y «regiones»: a la diferencia entre los pueblos aspirantes a la autonomía que, porque cuentan con una historia, una lengua, una cultura, un modo de ser propios, poseen todos los elementos de una personalidad política completa y los que, aun contando con características propias suficientes para distinguirlas de las demás, quedan por debajo de una plena personalidad como pueblo diferenciado.A estas últimas es normal designarlas con el nombre de regiones".

A las primeras, el nombre que de la nomenclatura normal les corresponda -sea la que sea la situación política de hecho en que actualmente se encuentren- es el de "naciones". Esta es -y, como decía hace un momento, así lo vemos los catalanes desde hace muchísimos años- la que corresponde a Cataluña. Pero todos sabemos los conflictos que ha desencadenado el uso, de tal denominación. Y por ello comprendo que los redactores del artículo segundo del anteproyecto en cuestión, dándose cuenta de ello, pero también de que en un texto constitucional tiene que aparecer la realidad de aquello a que se refiere, hayan preferido atribuirles una denominación menos rotunda y hayan usado la palabra "nacionalidades".

Pero Marías ha buscado todas las precisiones de léxico posibles. Y no parece que sea para aclarar este párrafo, sino para llevar intacta la palabra "nación" al lugar exclusivo donde él quería situarla.

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A ello sólo he de contestarle que el sentido de las palabras "nación" y "nacionalidad" ha ido variando mucho y que su diferenciación es hoy muy poco significativa. Y que, por su parte -y puesto que me resisto a creer que le atribuya el alcance que tuvieron las palabras de Felipe V antes citado-, ha querido dar a la palabra "nación", como lo hicieron los jacobinos hace cerca de dos siglos, un sentido que la equipara al de la palabra "Estado". Es decir, "Estado soberano".

Sólo quiero decirle -a Marías y a los que pudieran pensar como él- que si predominan criterios que pueden conducir a que la palabra "nacionalidades" desaparezca de ese proyectado artículo segundo de la Constitución, la posible y todavía imprecisa autonomía que pueda alcanzar Cataluña dejará de ser lo que esperábamos que fuese: el reconocimiento de una realidad. El cambio que resulte en la vida de mi tierra podrá tener tal vez, en tal caso, sus ventajas, o podrá mejorar situaciones anteriores. Pero no sería un hecho de democracia y de libertad. Sería el establecimiento de una nueva forma tal vez mejor, no digo lo contrario de organización administrativa. Pero no sería la solución que buscábamos y esperábamos. Y que, en aquel caso, habremos de continuar esperando y buscando. »

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