La Mariblanca
Ya he hablado aquí el otro día de la Mariblanca, que está entre moza de cántaro y Flora Tristán del feminismo madrileño del XVIII y un poeta novísimo se sorprende de que yo conozca a Flora Tristán, porque el radicalismo de ser joven es el peor de los radicalismos, y todo novísimo -poeta o no- tiende a olvidar que el mundo es viejísimo.No voy a hacer otra crónica retrospectiva, pero se confirma que la Mariblanca -devuelta por el alcalde Arias Navarro a la luz de Madrid que la desnuda- amaneció en la primera mañana del 78 derribada sobre el cielo sucio y breve de su estanque, como sobre un lecho frío y prostibulario. Después de mucho pensar quién puede haber sido, llegó a la conclusión teórica -sólo teórica, -mera hipótesis de trabajo- de que tiene que haber sido la Patrulla Antipornográfica de la Policía Municipal, porque Arespacochaga acaba de decir que se ha terminado el suelo de Madrid, y a lo mejor piensan en retirar la Mariblanca para levantar allí unos apartamentitos. Puestos ya a quitar estorbos, a quien le compete lo de la Mariblanca, no es a la excavadora siniestra y cotidiana, sino a la Patrulla Antipornográfica, dado que la moza va de lozana madrileña en piedra y medio desnuda, que se conoce que en el XVIII ya lo exigía el guión.
Bueno, ya sé que la Patrulla esa no ha sido, pero entonces me pregunto qué rayos hace esa patrulla y para qué está. ¿Para llevarse amantes mal aparcados de los parques públicos? He estado con Antonio Roig, el carmelita homosexual, y me ha dicho que no todos los parques son un paraíso. Y menos ahora, padre, con la Patrulla Antipornográfica, que se nos va a llevar a usted y a mí la grúa moral, aunque por distintas razones y pasiones, quede claro.
Lo cual que me invitaron a mí los hombres de Lara para presentar al carmelita en Madrid y les dije:
-Yo puedo entenderme con un carmelita por un lado y con un homosexual por otro, pero no al mismo tiempo y así, todo junto, que se me hace mucho lío.
Una grúa moral, sí, es la nueva Patrulla Antipornográfica, una grúa de almas que se nos lleva el alma con cuatro enganches y nos la deja en los oscuros y fríos depósitos o almacenes de la Casa de la Villa.
Un cepo ideológico para los corazones enamorados con freno y marcha atrás, como decía Jardiel. Un señor se fue a las fuerzas del orden (que no sé si son además poderes fácticos) a denunciar la venta de pornografía en la puerta del Metro, por parte de un viejo sin jubilación, y las fuerzas del orden, o poderes fácticos, le dijeron que sí, que bien, que bueno, que vale, tío, y que a la Patrulla Antipornográfica con el rollo. Viva las fuerzas del orden. Viva los poderes fácticos. Viva. Al denunciante le puso en un grito la venta de estampitas, pero no la indefensión y la invalidez inerme del vendedor sin jubilación, del santero perverso.
Viene la enfermera a pincharme, y mientras estoy con el glúteo exento temo que pueda llevarme al depósito de glúteos la Patrulla Antipornográfica. ¿Es pornográfico sacar el glúteo para ponerse una inyección? En estos tiempos de transición nunca se sabe. Conchita, la enfermera, me cuenta que hay muchos robos en el barrio, que pinchan los automóviles, se llevan las cajas fuertes y entran de noche en los grandes almacenes. ¿No sería como más práctica para la convivencia una Patrulla Antidelincuencia que la Patrulla Antipornográfica? Aparte, ya digo, de que a la primera que tienen que llevarse los patrulleros, si son coherentes con su juramento, es a la Mariblanca y otras liberadas en piedra del clasicismo y neoclasicismo madrileños, porque la pornografía de hoy es el neoclasicismo de mañana, y por eso conviene dejar quietas a las señoritas.
Arias Navarro le puso un piso en Recoletos a la Mariblanca, siendo alcalde, y eso tenemos que agradecerle. Un piso con agua corriente, y los gamberros la han tirado al agua. Esperemos que Arespacochaga -que dice Ricardo Cid que es el fascismo en la alcaldía- mande detener por la Patrulla esa a la Mariblanca. Lo que iría bien ahí es un ángel de Santiago de Santiago.
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