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El escándalo de escuchas reaviva en Alemania el "caso Lockheed"

El escándalo en torno a las escuchas telefónicas de que pudo ser objeto el líder conservador bávaro Franz-Joseph Strauss no ha cesado con la apertura de una investigación ni con las garantías dadas por la policía de que se trata de un incidente orquestado por algún país del este de Europa. Y el fantasma de los no aclarados sobornos de la compañía aeronáutica Lockheed vuelve a reaparecer en Alemania Federal.

El mismo diario que alumbró la primera noticia, el muniqués Sueddeutsche Zeitung, daba ayer más datos sobre el caso, confirmados por uno de los principales actores del episodio. En 1976, Strauss «fue observado» por los agentes del ministro del Interior del estado de Baviera, Bruno Merck, actual presidente de la caja de ahorros de ese land.La noticia ha sido confirmada por el jefe del Partido Socialdemócrata en Munich, Rothemund. Aunque, en teoría, no se trataba de aplicar contra Strauss y sus más inmediatos colaboradores lo establecido en el artículo número diez de la Constitución alemana, que tolera en casos excepcionales la suspensión de algunos derechos individuales en bien de la seguridad general del país, parece que, en la práctica, la policía intervino según el espíritu del mismo artículo.

El Ministerio del Interior de Baviera ha explicado, entre líneas, cuáles fueron los motivos para que se llegase a decidir una intervención de la policía política en tomo a la figura del dirigente democristiano conservador. «Una de las funciones del departamento para la defensa de la Constitución -explicó- es la de proteger a las instituciones alemanas de modo que no sean víctimas de intervenciones a Cargo de agentes extranjeros.»

Según se desprende de la nota hecha pública por el Ministerio, Strauss estaría amenazado por la proximidad de algún espía de Europa oriental y necesitaba ser protegido. La policía, pues, no habría observado al político democristiano, sino a aquellos que pudiesen observarlo a él.

La interpretación oficial dada por el Gobierno de Baviera no deja de ser bastante opaca, y a la poca claridad ha contribuido el propio jefe del Partido Social Cristiano (CSU). Cuando Guillaume, el ex ayudante de Willy Brandt, desató indirectamente, al ser identificado, una verdadera sicosis de espionaje, Franz-Joseph Strauss comentó, en tono de sentencia, que también en la dirección de su partido había un espía. Esta frase ha venido muy oportuna ahora a la policía política alemana para justificar su acción sobre el político muniqués.

Strauss se defiende

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Sin embargo, el propio Strauss ha querido ver más allá de las explicaciones oficiales y acusa al Gobierno de tratar de resucitar el asunto Lockheed en lo que se refiere a su persona, recurriendo a la conversación telefónica cuyo contenido ha trascendido ya a la prensa.Strauss reconoce que la conversación es «subjetivamente cierta, pero objetivamente falsa». Es decir, se celebró, efectivamente, aunque la transcripción lleva parte de la propia cosecha del desconocido agente que la escuche.

Según el texto de la conversación, Strauss se llevó las actas de su colaboración con la compañía Lockheed al Ministerio de Finanzas una vez que cesó en el de Defensa, en 1963, y esos documentos se encuentran ahora encerrados en una caja fuerte del Dresdner Bank, en Bonn. Alguien destruyó parte de las actas, sin saberlo el interesado, según propia confesión. En síntesis, el incidente promete un mayor desarrollo y puede que se convierta en la ocasión de que los alemanes conozcan si su político más polémico tuvo o no parte en la compra de voluntades, llevada a cabo por la fábrica de aviones norteamericana.

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