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José Ramón

Conceptos tan graves como los de ilustración e iluminismo pasan de la mano de José Ramón Sánchez (José Ramón, sin más, en la nómina del arte) a constituir y explayar todo un gozoso espectáculo infantil. Aun escritas con minúsculas, ambas voces (ilustración e iluminismo) no dejan de compartir ciertas resonancias del laicismo y desviacionismo dieciochescos y suscitar explicables prevenciones en el bando empedernidamente integrista, con amenaza, incluso, de excomunión o de hoguera. No haya cuidado en el caso de nuestro hombre: ilustrar e iluminar entrañan la sola razón de su oficio sobre el blanco del papel, y el fasto de su artificio en el mirar incontaminado de la infancia.¿Ilustrar o iluminar? Más, sin duda, esto que aquello. Artes y oficios de José Ramón exceden con creces el simple hecho de incorporar a un texto escrito el complemento o el adorno de un grabado o un dibujo. Lo suyo, lo genuinamente suyo, es el uso indiscriminado del color, el derroche de las tintas planas, al margen o por encima del argumento literario. Las estampas de José Ramón son iluminaciones en su acepción más tradicional y también más olvidada: aquella genérica denominación que venía a abarcar el conjunto polícromo de los libros miniados de la Edad Media (códices historiados, cantorales, martirologios ... ).

José Ramón

Galería Durban. Plaza de las, Cortes, 5.

Algo hay de medieval en las artes, oficios y artificios de José Ramón. Aparte de que él no oculta su predilección por los temas de aquel tiempo (castillos, caballeros, princesas, dragones, lances de amor o de guerra ... ) y su risueña componenda con otros más actuales (el cinematógrafo, el, Tour de France ... ), es el empleo unívoco y embargante del color el que nos lleva de su mano a retrotraer y vivificar la idea de la iluminación tal como fue ejercida en su origen remoto.

Cuando Rimbaud publicó sus célebres Illuminations creyeron los expertos que el poeta aludía al reino de las musas, hasta que Verlaine les hizo ver que se trataba de unas simples estampas coloreadas. Eso, exactamente eso, es lo que quiere hacer José Ramón: iluminaciones, estampas coloreadas, en cuyo concierto la efusión a. raudales del cromatismo venga a suscitar, más allá de la letra, el gozoso universo de la infancia. Entre el primigenio recuerdo medieval y la enseñanza próxima de Rimbaud, José Ramón se ha propuesto renovar la festividad del color para alegría de los chicos y redención de los grandes. Más que un ilustrador, José Ramón es un iluminista, y antes que reo de hoguera, se me ocurre merecedor de unos fuegos de artificio en perpetuo derroche universal.

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