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Plan de saneamiento integral, treinta mil millones para el Manzanares

Anteayer el Consejo de Ministros acabó con un viejo problema madrileño. O mejor dicho, decidió acabar con él. Aprobó un proyecto del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo por el que se pone en marcha el Plan de Saneamiento Integral de Madrid, con el que se pretende reducir a índices mínimos la contaminación del río Manzanares. La realización del plan exigirá un desembolso de 32.5% millones de pesetas, que serán financiados mayoritariamente por el Canal de Isabel II.

El 27 de abril de este año, la Corporación municipal se reunía en sesión plenaria y daba el visto bueno a un plan para resolver un problema cuya formulación más sencilla podría ser ésta: más del 50% de las aguas de Madrid no eran sometidas a ningún proceso de depuración. Ello implicaba unos efectos inmediatos; por ejemplo, el que el agua liberada fuera de la ciudad, gravemente contaminada, podía crear graves perjuicios en su entorno.La solución del problema refrendada en Consejo de Ministros medio año después, exigirá el siguiente reparto del presupuesto: 7.865 millones de pesetas en la construcción de colectores; 6.456 millones en control, limpieza y conservación de los mismos; 9.444 millones para la construcción de depuradoras, y por encima de los 5.600 millones para el mantenimiento y explotación de éstas. A este respecto se había previsto que la tarifa actual del agua aumentaría en más de un 125%, de forma que el ciudadano habría de colaborar necesaria- mente en la tarea. En el primer año, el aumento repercutiría en un 40%; el segundo, en otro cuarenta, y el tercero, en el tanto por ciento restante. Si se tiene en cuenta que en este año habría terminado de repercutir sobre el precio del agua el canon del 16% que hoy se abona para la construcción de las depuradoras, el tanto por ciento se reduciría a un 29,32%.

Ampliación de la capacidad depuradora

El sistema de saneamiento de Madrid actúa hoy en una doble fase: primero a través de una red de colectores que completan 2.720 kilómetros lineales de extensión, 1.250 de los cuales son practicables a pie firme, y después con la acción de cinco depuradoras, en las que culmina el proceso de saneamiento. Las disponibilidades técnicas actuales, apenas permiten la depuración de aguas para una población de 1.185.000 habitantes, muy por debajo del censo del Madrid de 1977. Puede decirse, pues, que las depuradoras de El Pardo, Viveros de la Villa, vertedero de La China, Butarque, Manoteras y la de Rejas no abastecen las necesidades de una ciudad cuya población supera ampliamente los dos millones de habitantes. Habría que tener, asimismo, deficiencias laterales, como la exteriorización de algunos cauces colectores antes de desembocar en el río Manzanares, con las consiguientes implicaciones de insalubridad y contaminación.Si las previsiones se cumplen, la ampliación de La China podría cubrir las necesidades de 1.200.000 habitantes, actuando sobre un caudal de cinco metros cúbicos por segundo. La depuradora Sur trataría seis metros cúbicos por segundo, y satisfaría las de 1.500.000 madrileños. La de Viveros duplicaría su capacidad, que pasaría a ser de 1,1 metros cúbicos por segundo, para 300.000 personas. Según las estimaciones iniciales, estas obras podrían estar concluidas a finales de la década de los setenta.

A mediados de la década de los ochenta, una ampliación de la depuradora Sur dotaría a la misma de una capacidad de nueve metros cúbicos por segundo, para dos millones de habitantes; la ampliación de La China capacitaría la instalación para depurar 7,50 metros cúbicos por segundo, para 1.700.000 personas; se duplicaría la capacidad de Butarque y pasaría a 6,25 metros cúbicos por segundo, 1.500.000 personas y la de Rejas, con 2,25 metros cúbicos por segundo, para 500.000 personas. Finalmente, la depuradora de Valdebebas tendría una capacidad depuradora de 1,20 metros por segundo y podría cubrir las exigencias de 250.000 personas.

La eliminación del 92% de las materias en suspensión en las aguas residuales y la del 90% de la materia orgánica en descomposición proveería a los madrileños de los años ochenta a unas condiciones infinitamente más sanitarias que las actuales.

Para entonces cabe la posibilidad de que el Manzanares haya vuelto a ser un río.

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