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Intentaron volar la central nuclear de Lemóniz

Un joven de unos veinticinco años, sin documentación alguna, resultó herido de suma gravedad, hacia las seis y media de la mañana del domingo, cuando en compañía de otras tres personas trataba de asaltar el destacamento que tiene la Guardia Civil en las obras de la central nuclear que Iberduero, SA, construye en Lemóniz (Vizcaya). Parece fuera de duda que el comando se proponía volar la central nuclear, según ha declarado un hermano del joven herido.Sobre las tres de la tarde de ayer una llamada telefónica a la redacción de Deia, en Bilbao, reivindicó para ETA el frustrado asalto a la central. El comunicado dijo: «ETA reivindica el atentado de Lemóniz», para colgar el teléfono seguidamente. En medios competentes no se da mucha credibilidad a la autenticidad de la llamada.

Según la nota oficial facilitada por el Gobierno Civil de esta provincia, los cuatro desconocidos asaltaron el puesto con fuego de metralleta y tres granadas de piña, de las que tan sólo una llegó a hacer explosión. Los asaltantes habían bordeado el barracón por la parte posterior, con la intención de atacar de frente la estancia de los guardias civiles, situada junto al polvorín de las obras.

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Intentaban destruir la central nuclear de Lemóniz

(Viene de la primera página)

El comando abrió fuego contra una ventana de la que salía luz, pensando que los vigilantes permanecían en la estancia principal, pero éstos, en contra de lo habitual, se encontraban aún en una cabina especial en la que suele hacerse la guardia nocturna hasta las seis de la mañana. Esta cabina está situada en otro barracón y permite dominar la fachada del destacamento.

Al escuchar los disparos, la pareja de servicio abrió fuego inmediatamente contra el comando asaltante, que se dio a la fuga doblando la esquina de los barracones. Precisamente en este lugar cayó herido uno de ellos que pese a no llevar documentación ha sido identificado posteriormente como José David Alvarez Pena, de veinticinco años, natural de Bilbao y domiciliado en Gorliz, a escasa distancia de la central nuclear. Su padre, ya fallecido, fue miembro de la Guardia Civil durante tres años.

El herido, muy grave

Trasladado urgentemente al Hospital Civil de Bilbao, fue internado en la unidad de cuida dos intensivos, donde su estado se calificó como de muy grave. Presentaba heridas por arma de fuego en un pulmón, hígado, páncreas, estómago e intestino. Dentro de la gravedad, ayer tarde se mantenían sus constantes vitales y había esperanzas de que pudiera recuperarse de las lesiones sin que le quedaran secuelas.

En las inmediaciones del destacamento de la Guardia Civil se encontró un Seat 600, matrícula B1-71.044, sustraído el sábado en Algorta (Vizcaya), y denunciado por su propietario, José María Herrero. En el interior del vehículo se encontraron, junto a un saco de dormir y prendas de montaña, balas marca Geco, de calibre 9 mm. Parabellum, un activador a distancia de carga explosiva y una petaca para metralleta. La munición hallada en el coche corresponde a los numerosos casquillos que quedaron en el lugar del tiroteo.

En medios policiales no se descarta la posibilidad de que el asalto al destacamento de la Guardia Civil fuera el primer paso para atentar luego contra la central nuclear, probablemente empleando el material explosivo que se guarda en el polvorín de la empresa constructora.

Entre las diversas versiones que circulan en torno al suceso una señala que los asaltantes desconocían la existencia de una dotación de la Guardia Civil. Los miembros de la Benemérita vigilan la central desde hace unas tres semanas, a raíz de un atentado que se produjo entonces. Según esta versión, los asaltantes fueron sorprendidos cuando se disponían a volar la central.

A las ocho de la tarde de ayer unas quinientas personas celebraron una asamblea en la plaza de Plencia. Los concentrados se manifestaron poco después profiriendo, gritos de ETA, herria zurekin (ETA, el pueblo está contigo). Los manifestantes redactaron un, comunicado sobre el asalto al puesto de la Guardia Civil y en él afirman que el joven herido fue golpeado. Señalan también en su nota que el herido se hubiera desangrado de no haber sido atendido por un guarda de la central. El guarda, según las mismas fuentes, es el único testigo presencial de lo ocurrido y se encuentra incomunicado.

Pese a los intensos rastreos practicados por la zona inmediatamente después de ocurrido el intento de asalto, nada ha podido saberse de los otros tres integrantes del comando.

Secuestrado, durante cuatro horas

Dos desconocidos con la cara tapada y armados de pistolas secuestraron el sábado por la mañana a José Luis Ribianes, al que mantuvieron cautivo por espacio de casi cinco horas. Esto es al menos lo que se desprende de la denuncia presentada en Bilbao por la presunta víctima.

José Luis Ribianes relató que hacia las seis de la mañana del sábado y cuando acababa, de aparcar su coche, un Seat 124 matrícula BI-6986-1, en la calle Darío Regoyos, se le acercaron dos personas que a punta de pistola le obligaron a subir de nuevo a su vehículo y acompañarles junto a un tercer individuo que apareció en aquel momento.

Una vez en el coche, los secuestradores ordenaron que se dirigiera a las inmediaciones del parque de atracciones de Bilbao, donde dos de ellos descendieron. Un tercero acompañó hasta un pinar cercano al propietario del automóvil, reteniéndolo allí hasta las once menos cuarto. A esa hora, el secuestrador le dejó en libertad.

ETA reivindica el atentado de Irún

Por medio de un comunicado recibido en diversos medios informativos de Bilbao, ETA militar reivindicó el domingo el atentado que costó la vida al concejal del Ayuntamiento de Irún, Julio Martínez. Al mismo tiempo, la organización armada señala en su escrito que continuará golpeando a las fuerzas de orden público.

«El señor Martínez Ezkerro -dice el comunicado- era un hombre que no tenía cabida en un Euskadi con aspiraciones de recobrar su personalidad democrática como pueblo soberano.» ETA justifica estas afirmaciones recordando que el concejal asesinado destacaba por su marcado carácter antivasquista.

Los obispos condenan la violencia

En un escrito dirigido a los fieles de la diócesis, los obispos de Bilbao, Antonio Añoveros y Juan María Uriarte, condenan la violencia armada, que «rechazada por la mayoría de nuestro pueblo, sigue siendo entre nosotros triste realidad amenazante que no se resigna a desaparecer».

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