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Elena Asins

En un comentario recientemente publicado en estas páginas (Forma y medida en el arte español actual, jueves 17 de noviembre), problemas de espacio útil, que parecen ya patrimonio esclavo de los diarios, obligaron a la supresión de un buen número de líneas de texto original, ocasionándose con ello un daño mayor que la pérdida de su sentido; ese algo más de daño ocasionado es lo que estas notas de hoy pretenden remediar, y si lo desaparecido hacía referencia única y estricta a la obra de Elena Asins, parece de justicia devolverle aquello que por fuerza mayor le fue escamoteado.Dije entonces, aunque no pudiera ser leído, que la única manera de soportar, de hacer bonacible, una exposición como la que reseñaba sería rastreando aquellos casos que parecían distanciarse de la regla común e intentaban salirse fuera, incidiendo en terrenos distintos.

Y frente a algunos ejemplos posibles, equívocos por acumulaciones de apariencias con las que parece adjetivarse la modernidad, la obra de Elena Asins se distanciaba, y mucho, del conjunto de la muestra.

Su trabajo responde en ciertas parcelas a las características generales de este constructivismo a la española: uso de la secuencia, limitación de la gama de color, etcétera; pero, ya decía entonces que utilización tan tópica veíase quebrada, enriquecida, por el empleo de saberes que serían dominio sólo del pintor (no reglas de la tendencia): longitud y escala de las obras, todas ellas de dimensiones tales que configuran la secuencia como paseo, como imposibilidad de registrarla mirándola y hace necesario el recorrerla entera, paso a paso; la pureza (por denigrado que el término pudiera parecernos) tanto del trazo como del medio utilizado, que, aun cuando emplee lo mecánico, no se deslumbra por lo accidental reproduciéndolo, sino que extrae de la máquina lo que la obra requiere; y, también, por lo que de evocación de problemas específicamente pictóricos su trabajo pueda plantearnos.

Y, tal vez, el límite de lo posible, según el modo que reseño, esté más próximo a un ponerse voluntariamente barreras; o, en otros términos, que si la sal pudiera ser añadída, encontraría su mano en el placer de pintar, aun a costa de olvidar la rigidez o el rigor del método tan duramente elaborado.

Con todo, el trabajo de Elena Asins se despliega ante el ojo, tomando para sí un carisma que sólo a la pintura pertenece. La obtención del aura para una labor del género de ésta parece obtenida mediante una pacientísima labor solitaria; un cierto homenaje labrado de silencio para beneficio sólo de la pintura.

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