Cinco sillas para los ausentes en la mesa de negociaciones
En víspera de la apertura de las conversaciones de El Cairo, los egipcios intentan convencer a los escépticos de que no tienen la intención de ignorar, eludir o suplantar la conferencia de paz de Ginebra, sino que tratan de prepararla mejor. Por eso matizan que el nombre oficial de las reuniones que hoy comienzan es el de «Conferencia de El Cairo para Ginebra».Para resaltar esta intención, la mesa de negociaciones ha sido preparada con nueve plazas, para indicar así que la apertura de las conversaciones con sólo cuatro delegaciones presentes (Egipto, Israel, Estados Unidos y la ONU) no se debe a la mala voluntad de Egipto, y que los cinco ausentes (Siria, Jordania, Líbano, Unión Soviética y Organización para la Liberación de Palestina) pueden incorporarse a la negociación en el momento que lo deseen.
Se pensó, primero, que los israelíes opondrían su veto a que la OLP tuviese una plaza reservada. A la hora de escribir estas líneas no se conocían aún los resultados de la prenegociación oficiosa entre los jefes de las delegaciones egipcia e israelí y, por tanto, no se tiene la certeza sobre si Israel aceptará la «presencia ausente» de los palestinos de la OLP, incluso sin el rótulo con las siglas de la organización.
Preocupación en Egipto
De esta manera, desde el punto de vista egipcio, han quedado salvadas las apariencias, si no la limipieza de intenciones. Sin embargo, Egipto parece cada vez más preocupado por este diálogo a solas con los israelíes, apenas compartido por los americanos, que se prolonga cuando Israel no ha dado un sólo paso en dirección de El Cairo, ni siquiera bajo la forma de declaración de intenciones, como réplica al viaje de Sadat a Jerusalén.
Así no resulta una casualidad el que las autoridades egipcias hayan tratado de minimizar la importancia de esta mininegociación, que, al principio, fue llamada pomposamente «Conferencia de El Cairo», precisando, luego, que se trata simplemente de «conversaciones informales con el fin de preparar la Conferencia de Ginebra». Es cierto que la delegación israelí ha sido recibida con una cortesía perfecta y una extrema, y a veces chocante, cordialidad, pero no ha sido interpretado el himno nacional de Israel ni colocadas banderas israelíes ante el hotel Mena House, donde se celebran las conversaciones. Ninguno de estos signos exteriores estuvo ausente durante la visita del presidente egipcio a Jerusalén.
La prensa egipcia se muestra optimista, casi eufórica. Subraya todo lo que permite creer en el éxito de las conversaciones. Sin embargo, bajo el diluvio de buenas palabras y declaraciones optimistas, se nota una sorda inquietud, una gran preocupación: ¿Qué ocurrirá si Sadat y los israelíes mantienen su intransigencia?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.