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Agustín Ibarrola: "Los acontecimientos violentos han deformado mi pintura"

Agustín Ibarrola, pintor bilbaíno, considerado como uno de los más importantes cimientos del arte vasco de posguerra expone simultáneamente en la galería Mikeldi y en el Museo de Bilbao más de cincuenta obras en las que se recoge parte de su trabajo de los últimos años. «Los acontecimientos violentos y el propio entorno dramático han deformado mi propio trabajo», declaró a EL PAÍS.«Algunos cuadros no los había podido exponer por el tamaño y porque llevo bastante tiempo sin poder exponer a causa de prohibiciones y dificultades de otro género -explica Agustín Ibarrola-: otros no los podía enseñar sin correr el riesgo de ser tachado de provocador. Durante estos años o atrás tenía necesidad vital de expresarme, motivado por unos acontecimientos muy determinantes para Euskadi y lo he hecho aunque haya tenido que guardar parte de esa obra -que ahora expongo- en mi estudio en espera de mejor momento.»

Agustín Ibarrola tiene carisma de luchador político vasco por la libertad cultural y política de Euskadi. Durante años su imagen de artista contestatario y perseguido ha sido mitificada. Sus dos encarcelamientos, sus arrestos y torturas, su pertenencia al PC de Euskadi le han dado tina imagen más de político que de pintor comprometido que le molesta.

«Yo no he: pretendido ser estandarte de la lucha vasca. A mi no me ha impresionado el grado de mitificación que la gente haya podido hacer de mí porque en épocas le haya gradado más una pintura de huelga que un paisaje vasco. Ocurre que tantos acontecimientos violentos, el propio entorno dramático han deformado mi propio trabajo. »

«Han querido ver en mí, añade, más bien el luchador casi exclusivamente dedicado a hacer escenas de la lucha de los trabajadores o de los enfren'tamientos del pueblo contra el franquismo, y hay más, hay otras cosas a las que yo dedico atención y me gustaría que se fijaran en ellas."

«Una gran parte de mi obra se produce muy determinada por la evolución social y política de Euskadi, con todo lo que eso conlleva: grandes masas en las calles, la ferocidad de la*represión sobre los pronunciamientos del pueblo vasco y la clase obrera en relación a la democracia y a los intereses de clase.»

Los paisajes son como el otro mundo de Ibarrola; la pintura rélajante de Ibarrola y, por qué no decirlo, quizá la más auténtica, la más sentida. Hay recuerdos de su juventud en el caserío.

« Pero no soy ningún especialista de situaciones dramáticas de lucha. Trato de expresar la vida de nuestro pueblo en su sentido más amplio y complejo. Yo quisiera haber tenido el estado de ánimo y la serenidad para haber abordado muchos otros temas, las amabilidades que también ofrece la vida en Euskadi. Me hubiera gustado reflejar la problemática ecologista y la transformación del paisaje rural -caserío, agricultura- en paisaje industrial.»

En ambas exposiciones hay tres cuadros sobre la marcha de la libertad en los que la imagen es diametralmente opuesta a lo hecho por Ibarrola en los últimos años.

«Yo he querido detectar en mis obras momentos sicológicos ya que la sicología de masas, da situaciones muy concretas. Si en otras obras se apreciaba terror, dramatismo y represión; en las que hacen relación a la marcha de la libertad hay un ambiente más plácido, más distendido. Hay también masas de gentes, pero se ven mujeres y niños, se ven ikurriñas, puños en alto; se trata de algo ordenado, pacífico. Con la realización de estas estampas, realmente he gozado.»

La frecuente representación en sus cuadros, de altos hornos, minas y puños, en otro tiempo de policías, represión y cárcel y ahora de ikurriñas y marchas de libertad han dado pie a acusaciones de oportunismo a los que Ibarrola parece estar acostumbrado.

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