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Editorial:
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Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las lecciones de de Pamplona

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EL FRACASO de la concentración de ayer en Pamplona, organiza da por la Diputación Foral mediante procedimientos y consignas de la más pura raigambre totalitaria, arroja varías aleccionadoras conclusiones. La prueba negativa que supone el descalabro de esa manifestación antivasca preparada desde arriba con el máximo estruendo y en medio del clima emocional despertado por el asesinato del comandante Irnaz no resulta, sin embargo, suficiente para asegurar que existe una vocación de los navarros de aceptar la integración en Euskadi. Las zonas vascoparlantes del norte -del antiguo Reino son favorables a esa tesis; ahora las comarcas castellano- parlantes han demostrado que no abrigan al menos,emociones antivascas.En definitiva, sólo las urnas y una votación desarrollada en un clima de orden y tranquilidad podrán decidir el destino de Navarra como ente autónomo peculiar o como parte integrante de Euskadi. Si la derecha autoritaria ha cometido el error de destapar el frasco de las pasiones para rechazar las vinculaciones con Euskadi, la izquierda aberizale demostraría su falta de respeto a la'soberanía popular si pretendiera sustituir la libre expresión de la voluntad de los navarros por la unilateral proclamación de la vasquidad de Navarra.

Por lo demás, el vergonzoso papel desempeñado por la Diputación Foral de Navarra y por un número indeterminado de Ayuntamientos de la comarca de la Ribera, al utilizar los recursos -y los poderes de la Administración local para organizar la manifestación de Pampiona es un nuevo motivo para recordar al Gobierno y a los partidos de la Oposición (que tan negligenternente han permitido la postergación de las elecciones municipales) que el mantenimiento de los bastiones del franquismo en la Administraci ' ón local pone en peligro el afianzamiento de las instituciones democráticas. Los enemigos de la democracia siguen percibiendo remuneraciones de los fondos públicos y disponiendo de su manejo, gozan de atribuciones para la aplicación, a su manera, del orden público, y conservan posiciones de influencia y de poder que se pueden volver contra el propio Estado. La renovación democrática de la Administración local constituirá así una medida de seguridad nacional, a fin de evitar que el edificio de la democracia sea socavado desde dentro o dinamitado en sus cimientos. Los partidarios de la involución hacia el auto`ritarismo tienen perfecto derecho a defender sus ideales, pero no cobrando del presupuesto nacional y ocupando en los ayuntamientos y diputaciones los puestos que sólo deben ser cubiertos mediante elección popular.

Y no es éste el único error del Gobierno en el enfoque de los problemas del País Vasco y de Navarra. Hay serías razones para dudar de que la legalización de los partidos independentistas corte de raíz la irracional y crimínal violencia de ETA militar. Aun así, la nueva democracia española tiene que admitir en su seno y conferir estatuto legal a cualquier opción política que renuncie a la violencia armada. El incalificable asesinato del comandante Imaz no debe servir de freno a la legalización de los partidos de la izquierda aberizale.

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Por lo demás, las inefables manifestaciones de algunos destacados miembros de UCD en Navarra muestran a las claras que la improvisación y la urgencia con la que se constituyó el partido del Gobierno forjaron un cedazo de generosos agujeros por el que se han filtrado personajes más próximos a Alianza Populary a la Alianza Nacional del 18 de Julio que a la ideología de una derecha democrática y civilizada.

Finalmente, el partido del Gobierno tiene que aclarar sus actitudes hacia el tema de la autonomía vasca. ¿Cómo se com-pagina el entusiasino autonómico de UCD, que le convierte en uno de los principales protagonistas de las jornadas de afirmación que, hoy domingo, se celebran en Andalucía y Galicia, con su vacilante e incoherente política en el País Vasco? Hasta que la herida de Euskadi no se cierre, hasta que Navarra no exprese inequívocamente su voluntad, la democracia no podrá consolidarse en España.

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