Santiago Blanco y su inmenso placer de matar a un gendarme
Presentación del libro en Madrid
«Si usted no ha sentido nunca el deseo vehemente de matar un gendarme, un guardia o, simplemente, un agente de tráfico, es usted un pobre hombre, sin sensibilidad social, un mediocre que ha sido joven, a quien le niego absolutamente el derecho a leer este libro.Si, por el contrario, sintió ese humano prurito y lo llevó a la práctica, espero que se divierta leyéndolo en la cárcel.»
El autor
Con esta dedicatoria comienza el libro de Santiago Blanco El inmenso placer de matar un gendarme, editado por Cuadernos para el Diálogo y que se presentó ayer a la prensa. El próximo 5 de diciembre se presentará al público en un acto en el que intervendrá Alfonso Guerra, del PSOE, Pedro-Altares y el autor.
«Con este libro he querido abrir una inquietud personal acumulada a través de los años -declaró a EL PAIS Santiago Blanco-; decir unas cuantas verdades con ese defecto terrible que se llama sinceridad, porque temía que algunas de ellas no habían sidordichas, y otras se dijeron de forma incompleta. »
«De esas verdades, dichas parcialmente, hay una que me interesa muy especialmente, la del exilio: la intolerable, la injusta subestimación de que fuimos objeto en Francia porque éramos simplemente españoles, y durante, el exilio se puso de una manera brutal esa subestimación que a través de la historia se ha cultivado en Francia sobre lo español.» «No pretendo con el libro -añade Santiago Blanco- el que nos pidan perdón los franceses, porque sería innoble pedírselo, pero sí entiendo que nos asiste un pleno derecho y una gigantesca razón para pedirles la debida reconsideración histórica, no sólo de lo que fue nuestro exilio, sino de lo que es y significa España.»
«A mi juicio, esa subestimación viene desde muy lejos, desde luego, y, por supuesto, no es culpa exclusiva o única de los franceses. Influye también la ausencia de europeísmo español. Creo que, aparte de El Quijote, hemos exportado folklore. »
Aventura juvenil
Santiago Blanco, con residencia en Venezuela y un largo exilio en sus espaldas -tardó 38 años en regresar a su país-, posee, como otros muchos, algunos detalles aventureros en su actividad juvenil. «En 1933 -nos comenta-,como joven periodistáque era, quise hacer algo que fuese sonado y que sirviera a las Juventudes Socialistas en las que militaba. Ingresé como espía en Falange Española de León, en donde llegué a ser triunviro de Falange. Después escribí una serie de reportajes sobre lo que había visto y descubierto, que se publicaron en numerosos diarios españoles y latinoamericanos. Naturalmente, me descubrieron y tuve una salida, rocambolesca y precipitada de León» La conversación, retorna al libro presentado, que, en definitiva, supone retornar a los recuerdos de su autor, unos recuerdos no exentos de cierta amargura.«Hay una serie de cosas que intento puntualizar con mi libro, quizá de una forma un poco descarnada, como el falso concepto que internacionalmente se tuvo de nosotros en nuestra condición de «rojos», lamentablemente asociada a la de «comunistas». El libro tiene una parte un poco cerebral y literaria, una parte inicial que es la justificación del libro y luego entramos inmediatamente en la narrativa, concluyendo con el retorno, muy breve, triste y frustrante. Y es así porque los amores de la lejanía desaparecen al acercarse a un presente que está hecho de realidades y no de viejos recuerdos, y yo caí en la tontería aldeana de las nostalgias del emigrado. Pero, como soy realista y racionalista, encontré un cementerio de recuerdos y no la vivencia del que vuelve.»
Babelia
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