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Un quite por gaoneras de Curro Luque

Frente a la miseria que es el toreo de capa en las grandes ferias, las novilladas ofrecen un apunte de renacimiento de estas suertes. Frente al instrumento inútil que es el capote en las manos de la mayor parte de las figuras (salvo excepciones, naturalmente) los matadores modestos y los principiantes hacen de él objeto de brega, y de arte.Con los defectos que son lógicos en estos toreros, porque la falta de práctica cuenta, y mucho. Pero es cierto que hay en ellos la voluntad de superación, el empeño de que no transcurra el primer tercio sin haberle ganado al toro las iniciales partidas del mando y el arte.

Desde la posguerra fueron desapareciendo muchas de ellas y últimamente nos habíamos quedado con la chicuelina, casi en exclusiva. La gaonera fue de las últimas, en caer en desuso, y casi a su tiempo los lances del delantal. Una y otra modalidades han tenido fugaces reapariciones, y casi siempre de la mano de los novilleros. La última fue el domingo, en las Ventas, por obra de Curro Luque. En los delantales rectificó un poco el terreno, pero se le agradecieron como si, lo hubiese ganado, por el hecho mismo de que los ejecutara. En las gaoneras, cargó la suerte; las ligó en un palmo de terreno. Al tiempo de parar, soltaba la punta del capote, adelantaba la pierna contraria, templaba el lance con una mano mientras recogía la punta perdida por la espalda, y casi sin solución de continuidad enlazaba con el siguiente capotazo, de nuevo la suerte cargada. Fue un gran quite aparte leves imperfecciones de estilo- que se aplaudió con fuerza, porque al público le entusiasma el toreo de capa y no desea otra cosa que vuelva el primer tercio a la plenitud que tuvo, justo hasta que llegaron las figuras que-no-saber-torear a desplazar a los toreros

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