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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vigilar aeropuertos

LA NOTICIA -ahora al parecer desmentida, aunque muy ambiguamente- de que el Ministerio del Interior español ha autorizado la presencia en los aeropuertos españoles de! funcionarios de la policía alemana para intervenir en el registro y control de los pasajeros de los aviones de Lufthansa que embarquen en nuestro territorio suscita una mezcla de asombro y vergüenza. La justificación dada es que los servicios de seguridad en nuestros aeropuertos están bajo mínimos internacionales; y se intenta aliviar el sentimiento de bochorno que produce la medida limitando su eficacia al período de diez días. Pero ninguno de los dos paliativos resisten la más ligera crítica. Si nuestros aeropuertos son inseguros y carecen de protección eficaz contra los terroristas, hay que tomar de inmediato las medidas para remediarlo con carácter general y no mediante el absurdo criterio de privilegiar a una nacionalidad y a una compañía. Si la presencia de la policía alemana en nuestro territorio durara sólo el lapso de tiempo preciso para adoptar los dispositivos de seguridad necesanos, no se entiende la razón para tardar diez días en instalarlos: este país no es un! república perdida en el cjeritro de Africa, sino la décima potencia industrial del planeta.Los requerimientos del Estado de1a República Federal de Alernania, satisfechos por Espaeña, pueden ser mañana hechos suyos, con idénticos árgumentos, por Francia y la compañía Air France, por Italia y la compañía Alitalia, por Bélgica y la compañía Sabena, poi Holanda y la compañía KLM, por Suecia y la compañía SAS, por Estados Unidos y la compañía TWA, por la Unión Soviética y la compañía Aeroflot, etcétera. En suma, por todos los Estados y todas las compañías del mundo que repostan en nuestros aeropuertos. De esta forma, las pistas de aterrizaje y despegue de nuestro país podrían llenarse, como en una película cómica, de funcionarios de la policía de las decenas y decenas de países con los que España mantiene relaciones diplomáticas.

Se dice que el atributo específico de un Estado es disponer del monopolio de la coerción. El doblegamiento de nuestras autoridades ante las exigencias alemanas nos pondría en una situación más propia de los antiguos pririciplos de extraterritorialidad y de las jurisdicciones exentas de la China del siglo XIX que de los atributos de soberanía nacional e independencia de una nación europea. Y el Gobierno debe aclarar qué hay de cierto en las prirneras noticias al respecto, desmentidas oficialmente sólo cuatro días después de su publicación.

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