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La cartelera ajena a la nueva realidad española

Tenemos, como es sabido, tres cadencias de estrenos: inauguración de la temporada, Navidades y Semana Santa. Y estamos en el centro de la primera. Turbulenta y nerviosa, esta arrancada de la temporada oficial ha llegado, con la actual semana, al centro de la problemática general de nuestro teatro. Aceleraciones, retrasos, sustituciones, anuncios que no se cumplen e inesperadas sorpresas forman parte de la característica panoplia de una vida, como la teatral madrileña, ciertamente rica en acontecimientos. Pero ésta, además, era, o debía ser, una temporada singular.

El teatro, en general -las gentes de teatro, desde luego-tuvo una participación clara en la lucha democrática. El teatro independiente fue goteando sus imperativos de libertad sobre el teatro más comercial y, de una u otra forma, ambos pedían, cada uno a su manera, libertades y atención general. No es fácil discernir cuánto contribuyó o dejó de contribuir el teatro a la alternativa democrática postulada, defendida y arrancada por los medios culturales españoles. Mucho o poco, la verdad es que el teatro no estuvo ausente de la lucha democrática. ¿Y ahora? Ahora, con independencia de análisis y críticas más técnicas y ponderadas, esta semana se redondea la sorpresa ya confirmada y se perfila muy acusadamente una curiosísima tendencia a la evasión, la lejanía el apartamiento. Si se exceptúa La detonación, de Antonio Buero, nuestro teatro no parece haber conectado ni mucho ni poco con la nueva realidad española. La cartelera es un centón de musicales, erotizales y comedias, generalmente evasivas. El panorama desde el puente critico es tan curioso que, por fuerza, ha de ser, además, significativo. Pero nos guste o no, así estamos.

Las comedias «a noticia»

En el encantador espectáculo del Centro Cultural de la Villa de Madrid, Burlas de secreto amor, Juan Antonio Castro atribuye a Torres Naharro la conocida división teatral de las comedias en a noticia y a fantasía. El espectáculo, reivindicador de un gran nombre de nuestro teatro, es a noticia para nosotros. Estremece contemplar el balbuceo de nuestra historia dramática, naciendo entre carencias ingenuas y sorprendéntes hallazgos.Los emigrados, casi un estreno, ha sido lo más importante de la semana. Una obra interesante, admirablemente interpretada, interrumpida en su carrera recién iniciada, por un hachazo a la salud' de José María Rodero, ha vuelto a la cartelera. En el Lara vuelve a oírse el hermoso texto de Slawomir Mrozek, un texto que habla de la condición del hombre comprometiéndose profundamente con la búsqueda de la verdad y la denuncia tierna, irónica y profunda de los mitos normalmente recibidos. Teatro de actores, teatro aristotélico, teatro de rabia y potencia. La historia de los dos hombres emigrados, el intelectual y el obrero, descubiertos en el sótano en que coexisten una noche de fin de año sirve a Mrozek para una seria reflexión sobre la libertad-y sirve a José María Rodero y Agustín González para una interpretación sólida y deslumbrante la clara versión de Méndez Herrera y la transparente dirección de Manzaneque se imbrican para un resultado final de los que no se olvidan. El primer estreno de esta semana no es un estreno, sino algo más: un eje de trabajo que debe marcar las referencías de toda actividad teatral. La tierra es redonda, en el teatro María Guerrero, estrenada con cuarenta años justos de retraso, marca otra cima del frenétismo de esta semana. Se trata de un gran texto de Salacrou, el texto que mejor clarifica la contradicción entre, el instinto del progreso y el instinto del mal. Un tema excelente que Salacrou, en esta ocasión, dramatiza introduciendo la noticia del descubrimiento de América en el destino de un grupo de personajes florentinos comprimidos también bajo la histérica razón de Savoriarola. Un buen modelo de fresco histórico y detallismo pasional. Dirección al servicio de la clarificadora versión de Máximo y elenco amplio con Carmen de la Maza, Verónica Luján y Víctor Valverde, a la cabeza.

Una orquesta de señoritas, de Anouilh, en Eslava. Fantástico trabajo de Los Comediantes de San Telmo, crueles y lúcidos en la profundización de una atmósfera de crisis social. Espectáculo de soberana belleza y calidad altísima.

Las comedias «a fantasía»

Una percha para colgar el amor, de Samuel Taylor, en versión de Arteche, es la clásica expresión del teatro coloquial norteamericano con su gran oficio y sus meticulosas y justas dosis de ironía, amor, sátira económica, tensión, sensibilidad no ridiculizable y otros ingredientes universalistas. Jack Lemmon interpretó la versión cinematográfica de este sencillo reverde cimiento de las grandes horas de la comedia que -debe recordarse para bien de la justicia- estuvo refugiada en la América cinematográfica en unas décadas cruciales. Fernández Montesinos dirigió un equipo homogéneo y discreto, cuya cabeza, Arturo Fernández reiteró, para bien y para mal, los estereotipos discretos y sonrientes de la galanía clásica. Una vez a la semana... sin fallar, de Mariano Zazurca, en el teatro Club, inclinó defintivamente la balanza de la semana hacia el género reidero. Mínimo pretexto para que un actor reiteradamente señalado como importante, José Sazatornil, Saza, descienda al peor infierno de los consumos y las evasiones sin tino ni medida. Saza intenta, de vez en vez, escapar de la trampa que le tienden sus grandes facilidades. Alguien ha creído esta vez que no valía la pena esforzarse mucho.Estas novedades inciden, con mucha fuerza, en la densa sección de lumor de nuestra cartelera. Una valoración alredondeo obliga a recordar que el panorama lo completan:

Un soplo de pasión, de Nichols, en el Alfil. Curiosa muestra del esfuerzo que. tienen que hacer las gargantas españolas para encajar en las normas y condicionamientos de un teatro escrito para actores británicos.

Pijama de seda, en el Arlequín. Muestra, igualmente curiosa, de cómo actores no sajones pueden afrontar un tema sajón trasladando a sus posibilidades y cadencias las tensiones de ese teatro, en cuanto son universales, y desdeñando las especificaciones que no se adaptan a los colores interpretativos latinos.

Violinesy trompetas, de Santiago Moncada, en el Infanta Isabel. Una comedia equilibrada y un punto burlona. Un gran dúo de Juanjo Menéndez y Jesús Puente. La meticulosidad de Ángel García Moreno.

Falta ahora saber si era o no razonable esta premonitoria posición de nuestro teatro que ha creído adivinar en la sociedad tanta y tan variada sed de risueñas expresiones teatrales.

La invasión de «los musicales»

La semana nos ha traído también el remate de ese replantea miento de los musical es, tanto tiempo ausentes de nuestros escenarlos. Teníamos un ghetto musical, la famosa revista, y hemos te nido, durante mucho tiempo, una alarmada prevención al género no arrevistado. El Marquina, precisa mente el Marquina, rompió esas barreras, Y ahora reincide.Yo quiero a mi mujer, de Michael Stewart y Cy Coleman, es la típica comedia ilustrada que ha replanteado, entre nosotros, los términos de ese teatro de actores enfervorizados y alegres. La vuelta de Landa, la presencia de Valladares y la actuación de María Luisa Merlo y Josele Román están ya indicando que se trata de la comedia musical. Algo que siempre nos quedó muy lejano y que ahora, empieza a naturalizarse. Bienvenido el género.

Lo demás es el justísimo éxito de El diluvio que viene, el carácter de una vida teatral no reprimida que lleva Oh Calcutia! al escenario en que triunfaba la Orquesta de señoritas, y las libres erotizaciones de Madrid.. pecado mortal, Erótica, Sexorama, Una para todos, Mi marido no funciona y demás títulos de la zarabanda carnal con todo lo cual las gentes de teatro no están contentas. Los empresarios a firman que sus riesgos han aumentado pavorosamente, los autores se conduelen de cierto desdén hacia sus obras y bastante cerrazón frente a nombres y títulos nuevos, los actores reafirman estremecedoramente el carácter aleatorio y la inseguridad económica de sus vidas, los directores buscan y rebuscan orientaciones nuevas y el público espera unos milagros grandes de un teatro nuevo que no acaba de llegar.

Suspendido el Festival de Vitoria, amenazado, vejado e impedido de actuar el TEI en Córdoba, las gentes de teatro -reunidas esta semana en Pamplona, en torno a la hermosa experiencia de El lebrel blanco y en Ibiza, en la Semana Cultural, este año dedicada al teatro- preparan un congreso clarificador.

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