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Entrevista:

La agricultura del futuro debe basarse en el asociacionismo que participe en el valor añadido del campo

EL PAIS: En este país, las presiones de los agricultores suelen venir vía precios. ¿Cómo piensa ese Ministerio abordar este tema y qué novedades se pueden anunciar al respecto?Martínez Genique: Efectivamente, el tema de los precios suele dar lugar a muchas y prioritarias reivindicaciones, que todas las asociaciones de agricultores han planteado en las reuniones que se vienen teniendo, si bie han aceptado a lo largo del diálogo, que las soluciones vía precios nunca son definitivas y que la experiencia que se tiene de estos últimos años es decepcionante, ya que los precios agrarios, nunca se ha conseguido en absoluto una equiparación de rentas, si no más bien el efecto contrario, y, sin ermbargo, se está produciendo una retracción en el consumo y una pérdida de competitividad frente al exterior, ambos efectos gravísimos para el sector.

Ello nos lleva a afirmar que una política basada primordialmente en una presión al alza de los precios de los productos agrarios no es útil al agricultor más que hasta un determinado límite, a partir del cual, y así lo han manifestado muchos grupos, es preferible que se intente moderar el crecimiento de los costos de producción y se contengan los precios de productos como el gas-oil, los fertilizantes, el interés de los créditos, etcétera, a fin de conseguir con incrementos menores de precios, mayores incrementos de rentas.

Como suele ocurrir, habrá que seguir una línea intermedia y pragmática, elevando los precios sin deteriorar más de lo necesario la capacidad adquisitiva de los consumidores, ni nuestras posibilidades de exportación y compensando los costos dentro de los límites que las empresas productoras y la capacidad de subvención del Tesoro Público nos lo permita.

EL PAIS: España, país eminentemente agrícola, se enfrenta con un problema importante: la escasez de la tierra. ¿Qué soluciones tiene este problema?

M. G.: La superficie de tierra agrariamente aprovechable, dentro de unos criterios económicos de rentabilidad, ciertamente es limitada, sin que esta limitación sea el factor exclusivo, si es uno de los que hace que la tierra cultivable en España tenga uno de los precios más elevados del mundo, lo que dificulta la mejora de las explotaciones y haga casi imposible el acceso de jóvenes agricultores al empreriado agrario. Considero que el preciso imodificar tanto la ley de Arrendamiento Rústico como la ley de Reforma y Desarrollo Agrario, para que pueda ponerse en explotación toda la superficie agraria susceptible de ello, y que permita ofertar puestos de trabajo en zonas donde el paro es un problema social primordial.

La propiedad y disposición de la tierra cultivable de be examinarse con el criteio de que se trata de un bien necesario y un factor de trabajo, y en este sentido propondremos las normas necesarias para modificar actuales situaciones.

Hay un tema importante, la transformación en regadío, lo que significa potenciar la capacidad de significa potenciar la capacidad de oferta de trabajo de las tierras existentes. Se puede considerar que una transforimación en regadío supone multiplicar por cuatro o cinco la base territorial.

EL PAIS: De siempre se ha dicho que el campo en España está abandonado: falta de equipamientos sociales, de escasas formas de mejora profesional, etcétera. ¿Es este un tema a abordar por el Ministerio de Agricultura?

M. G.: La calidad de vida que se ofrece a quienes viven en las zonas rurales suele ser inferior a la de los centros urbanos, afirmación que requeriría una serie de matizaciones, pero que en términos generales hay que admitir. Es necesario, por tanto, que las condiciones y la calidad de vida del medio rural se vayan equiparando a las del medio urbano, es decir, deben contar con centros de enseñanza, deportivos, sanitarios, de esparcimiento, y así como vivienda, infraestructura urbana y medios de promoción, en general, similares.

EL PAIS: La emigración del campo es un gran problema social. ¿Qué posibilidades y qué fórmulas podrían ser empleadas para resolverlo?

M. G.: La insuficiencia de equipamientos sociales, e indudablemente la situación de falta de puestos de trabajo, ha venido fomentando la emigración, bien a zonas urbanas del propio país, bien a países extranjeros. Como estamos convencidos de que el sector agrario de por sí, no puede, en absoluto, absorber toda la mano de obra que existe en las zonas rurales, ni mucho menos la que potencialmente podría emplearse, es por lo que si queremos elaborar un programa sensato, que permita a la población rural, el desear permanecer en sus zonas de origen, hay que complementar las rentas agrarias, con otras de carácter industrial o del sector de sericios, ya que por sí solas son insuficientes. Estamos intentando elaborar un plan de instalación de industrias en estas zonas, que no necesitan ser grandes industrias, y de servicios, complementarios de la agricultura o no, que fomenten nuevos tipos de rentas y permitan la deseada mejora en el nivel de vida.

EL PAIS: Con respecto a la ganadería, España ha creado una ganadería artificial, es decir, una ganadería sin tierra, con los consiguientes costes sociales. ¿Cómo proyecta ese Ministerio abordar el problema de la ganadería?

M. G.: Efectivamente, gran parte de nuestra ganadería es industrial, es decir, nace junto a los grandes centros de consumo y busca un abastecimiento de piensos rápido y barato, junto a los puertos de importación. Esto crea múltiples problemas; de higiene sanitaria, de desaprovechamiento de tierras, la ganadería no ejerce su función de aumentar el valor añadido de los productos que vende el agricultor, crea problemas en las zonas urbanas o cuasi-urbanas en que se encuentra instalada, de depuración y saneamiento. Hay que fomentar una ganadería que sea complementaria de la agricultura y que sea agricultor-ganadero el pequeño empresario agrario. El no aprovechamiento integral de ciertas zonas del país quedaría paliado con una adscripción adecuada de ganadería a la tierra y con una clara política de ganadería extensiva de montaña y pastizales.

EL PAIS: En España, la Administración durante muchos años se ha creído en la obligación de ocupar una posición paternalista con respecto a la economía. Esto se ha traducido en intervencionismos, ayudas, subvenciones, etcétera. Aún sabiendo que buena parte de estas ayudas son necesarias, creemos que en ocasiones han sido excesivas. ¿Puede variar en algo la política quea este respecto llevará el Departamento?

M. G.: En general no soy partidario de los mecanismos de subvención. Creo que colocan al sector, supuestamente favorecido, en situación de inferioridad negociadora y de dependencia frente a los restantes sectores de la economía el país. Es cierto que prácticamente la totalidad de las agriculturas de los países desarrollados están subvencionadas, por lo que haya que compaginar el acudir a un sistema complementario de subvenciones, con el de conseguir una agricultura económicamente autosuficiente en función de su rentabilidad, que quiere decir, de dimensiones empresariales adecuadas y precios suficientemente relmuneradores lo que nos lleva, naturalmente a tener que abordar el tema del control de los mercados o de la oferta y de la demanda.

EL PAIS: El nuevo Gobierno anunció como una de sus metas liberalizar la economía ¿Cómo se entiende esto en el sector agrario? ¿Supondría esto la desaparición parcial de esos caminos intemediarios que son utilizados para que el producto llegue desde el campo al consumidor?

M. G.: La economía de los países desarrollados es una economía que se ha basado fuertemente en la potenciación del comercio y en la liberalización de los mercados, y en ellos ha aparecido con singular importancia la figura del comerciante. El ataque sistemático a los intermediarios me parece acertado cuando se trata de situaciones monopolísticas o incluso en aquella en que se ejerce un efectivo contro del mercado. En los restantes casos considero que el comerciante ejerce una función eficaz y respetable

No obstante, si el agricultor desea obtener rápidamente una mejora en su nivel de rentas, deberá abordar él mismo la industrialización y comercialización de sus propios productos y si ello no puede realizarlos individualmente deberá presionar para que esto se haga a través de las diversas formas de asociacionismo agrario que existen. Grandes asociaciones de agricultores, bien en forma de cooperativas o a través de otra forma de integración, podrán abordar con éxito la industrialización y comercialización de sus propios productos y, por tanto, hacer olvidar en gran parte, el tema de los intermediarios, absorbiendo en si propio favor rentas industriales rentas de servicios.

EL PAIS: ¿En qué medida se piensa abordar el tema del cooperativismo agrario como solución muchos de los problemas del sector?

M. G.: El asociacionismo agrario la a ser incentivado, pero no sólo en la fase de producción, sino también en la fase de comercialización e industrialización de sus propios productos y también en las fases de adquisición y utilización de sus propios medios de producción.

Una agricultura próspera, en el futuro estará basada en asociaciones de agricultores que sean sueños de las fábricas de fertilizantes, de piensos y de maquinaria agrícola, así como de las fábricas de conservas de productos alimenticios y tengan sus propios centros de venta al consumidor en las grandes ciudades, abastecidos mediante sus propias redes de almacenamiento, transporte y distribución, sin olvidar las instituciones financieras propiedad de estas mismas asociaciones.

EL PAIS: La creación de las Cámaras Agrarias ha sido recibida con escepticismo por los representantes del sector. ¿Cómo disiparía estas dudas el ministro de Agricultura?

M. G.: Las Cámaras Agrarias se han concebido como instituciones de carácter eminentemente profesional que prestarán un conjunto de servicios fundamentales para el agricultor y ganadero, que en parte a vienen prestando, al margen de los problemas de carácter reivindicativo.

Las Cámaras Agrarias forman parte fundamental del entramado que puede, consolidar a los agricultores como una potente fuerza social. El agricultor debe considerar las Cámaras como algo propio, y muy importante, en la economía de sus empresas y en su promoción como clase, y debe claramente distinguir sus funciones de las asociaciones de empresarios agrarios o sindicatos de agricultores, que estimo deben tener también un carácter primordialmente profesional.

EL PAIS: La petición de ingreso de España en la CEE puede obligar a la agricultura a una seria reestruración. ¿Cuál será la política del Ministerio a seguir?

M. G.: En conjunto, la agricultura española será beneficiada con su ingreso en el Mercado Común, si b¡en existe la necesidad de prever algunas medidas tendentes a adaptar las diversas agriculturas del país a las también diversas agriculturas de los países del Mercado Común, a fin de coordinar ofertas y demandas y no incidir simultáneamente en los mismos mercados, en los mismos tiempos y con los mismos productos. Creo que con un estudio adecuado de producciones y calendarios podríamos complementar la oferta agrícola y alimenticia de los países de la Comunidad y al mismo tiempo ser la nuestra complementada con los productos de dichos países, con lo que resultaremos todos beneficiados. Por tanto, la política inmediata del Ministerio es mantener contactos permanentes con todos los países de la Comunidad y con la Comunidad, a fin de tener elaborados estos programas de producciones y calendarios.

EL PAÍS: Otros de los temas que pueden afectar al campo español es el referente a las autonomías. ¿En qué medida puede el Ministerio abordar este problema?

M. G.: Se ha dicho muchas veces que en España existen diversas agriculturas y eso es total y absolutamente cierto, hasta tal punto que algunos productos que tienen una denominación genérica se producen en condiciones tan varias, en las diversas zonas del país, siendo sus costos de producción, sus calidades, su llegada a los mercados, etcétera, tan diferentes que en realidad hasta deberían conocerse con denominaciones específicas distintas. El Ministerio pretende una descentralización eficaz de las decisiones para atender con más eficacia a las demandas de cada agricultura, sin que ello suponga el crear nueva administración a nivel regional o departamental, sino utilizando las divisiones ya existentes.

EL PAIS: Otro de los temas básicos ,de la agricultura española hace referencia a la financiación normalmente insuficiente y selectiva. ¿En qué dirección se moverá la política del Ministerio de Agricultura en este respecto?

M. G.: Las inversiones necesarias para modificar la estructura de las explotaciones agrarias suelen ser muy elevadas y su rendimiento a muy largo plazo. La peculiaridad de la producción agraria hace, por otra parte, que no pueda contarse con una rentabilidad regular, sino que ésta oscila mucho de unos años a otros, impidiendo tina amortización de los préstamos similar a la de la financiación industrial. Por todo ello, para algunos no resulta atractiva la inversión en el sector agrario, y ello hace que incluso el ahorro generado por este mismo sector marcha a ser invertido en el sector industrial y en el de servicios, o, lo que es más grave, se dedique a actividades meramente especulativas, y se vaya produciendo progresivamente la descapitalización y la insuficiencia de financiación para el sector agrícola. Hay que abordar este problema a través de las entidades financieras de carácter local, bien sean bancos, bien sean cajas de ahorro, bien sean otras entidades dedicadas a la financiación exclusiva del sector agrario que vamos a potenciar, y habrá que establecer tipos de interés y plazos y exigir garantías adecuadas. Todo ello deberá ser complementado con una cobertura de seguros agrarios más amplia que la actual y que es uno de los temas que tenemos más avanzados, y creo, desde luego, que el objetivo final de los agricultores será el ser capaces de crear sus propias entidades financieras, como existen en otros países.

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