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Un neurólogo, defensor de la unidad política europea

Juan Cruz

El doctor David Owen comenzó su carrera como titular interino del Foreign Qffice hablando de la Península Ibérica, y de lo que Europa tenía que hacer en favor de su estabilización democrática.Su primer compromiso fue el de recibir al jefe del Gobierno portugués, Mario Soares, en febrero de este año, cuando su predecesor, Anthony Crosland, del que él era segundo, se hallaba en estado de coma.

Cuando Owen entró en la sala donde los periodistas esperábamos a Soares, pocos podíamos imaginar que aquel joven político laborista, que parecía un actor extraviado en el aeropuerto, iba a ser muy pronto uno de los personajes más importantes del laborismo oficial y quizá la estrella del actual Gabinete.

A sus 38 años, el doctor Owen no es hoy sólo un ministro de Exteriores respetado en su país porque le ha tocado la tarea más difícil de todas -descolonizar Rodesia- y la está tratando de cumplir con dignidad y determinacion, sino que ha llegado a ser la esperanza del ala centrista de su partido, que en él ve a su posible líder.

Sobre la unidad de Europa, Marlo Soares se fue a Londres con otra impresión. Owen le había hablado del apoyo que Gran Bretaña le iba a prestar a Portugal para que ingresara en la Comunidad Económica Europea. No importan los problemas económicos que esa entrada comportaría. Los beneficios políticos son incalculables y vale la penaperseguirlos. La misma tesis la escuchará ahora Adolfo Suárez en Madrid.

Desde que su nombramiento fue oficial, a finales de febrero, David Owen no ha dejado de hacer referencias a la unidad política de Europa y a la importancia que el proceso democrático de España tenía de cara a ese objetivo. La incapacidad comunitaria para aceptar a los tres nuevos solicitantes podría acabar con la estabilidad que se precisa en el Mediterráneo.

No ha habido discursos europeístas en los que David Owen no haya tratado el tema de España. Su insistencia en la necesidad de la ampliación política de la CEE tiene también su raíz en su convicción sobre el papel que debe desempeñar la OTAN en Occidente, como elemento de defensa de una serie de valores democráticos que si vuelven a desaparecer en Grecia y Portugal pondrían a esta parte del contineríte en una situación embarazosa.

El doctor Owen, que el martes hablará en Madrid con Felipe González, el líder del PSOE, es un socialdemócrata que odia las etiquetas políticas y que en todo caso prefiere ser conocido como un socialista cristiano que encuentra que hay muchas cosas buenas en algunas personalidades marxistas.

El doctor Owen dimitió en 1972 del Gabinete de oposición de Harold Wilson porque entonces su partido se había comprometido a luchar contra la entrada de Gran Bretaña en el Mercado Común. Desde entonces, los sectores de izquierda del laborismo, opuestos a la idea de la CEE, han mirado con sospechas a este joven especialista en neurología. Su idea de Europa, sin embargo, no proviene del fanatismo que otros compañeros centristas mantienen con respecto al tema. Recientemente, él ofreció un plan de reforma de la CEE en el que proponía prácticamente las bases de lo que ha sido la campaña anti Mercado Común en el Reino Unido. Quería ver la reconstrucción urgente de las medidas agrícolas de la CEE, una mayor intervención parlamentaria en el escrutinio de la legislación pasada en Bruselas, y una apertura inmediata hacia los tres países del Mediterráneo que han pedido su ingreso en el Mercado Común.

El doctor Owen no es un hombre que acepte compromisos sobre los principios que maneja. Sin embargo, es conocido en Gran Bretaña como un hombre que acude a sus interlocutores sin ideas preconcebidas. En el Foreign Office nos decían ayer que él va a Madrid a escuchar simplemente las opiniones que tienen los españoles sobre lo que debía ser su papel en la CEE.

El pregunta incluso sobre aquellas cuestiones cuyas respuestas conoce. Sabe lo que España quiere con respecto a Gibraltar, la colonia que el Reino Unido mantiene. Pero considera que el Gobierno de Madrid puede ofrecer ahora una alternativa realista al problema.

Owen abriga la esperanza de ser el ministro laborista que acabe con la frialdad que ha dividido a los dos países en los últimos años. Para ratificar esos contactos y esa «nueva era de amistad» de la que se habla en Londres, se espera que Adolfo Suárez venga a Gran Bretaña en octubre.

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