A la asociación de Panaderos
Pudiera ser que tuvieran ustedes razón, acaso también podríamos admitir que agotaron todos los recursos del diálogo, tal vez también que su buena predisposición a un feliz concordato Gobierno-Asociación Naciorial de Panaderos se rompiese sin saber por qué lugar de la cuerda. Todo esto es admisible.Pero, con todos mis respetos, por mi profesión de ayudante técnico sanitario, por convivir diariamente en centros hospitalarios, por conocer de cerca la necesidad de ese pan diario que las vocecitas de los niños piden en sus hogares humildes, tengo en nombre de todos ellos que protestar enérgicamente.
La responsabilidad que en ustedes ha recaído tal actitud no se palia con esa nota informativa que han mandado a la prensa.
Pienso si también en sus hogares se han quedado sin pan.
Una duda ha flotado en mi mente. Pero el pueblo español si se quedó sin él.
El obrero ha tenido que ir a su trabajo sin ese alimento tan necesario como es el pan.
Todo ello por una postura intransigente a quien corresponda, nosotros, el pueblo, nosotros, que cumplimos una función sanitaria, hemos visto cómo hoy, al distribuir la comida a los enfermos, faltaba algo tan sagrado como es el pan.
Hoy como ayer, ojalá no sea como mañana, el pueblo ha sido peón en ese amplio y bien articulado ajedrez de ambiciones y responsabilidades.
Siempre me quedará la duda, como decía anteriormente, si en sus casas, señores de la Asociación de Panaderos, faltó el pan.
No sé hasta qué punto la razón jurídicamente está al lado de ustedes.
Pero la verdad, y me duele tener que escribirlo, con su postura han hecho una dejación de los derechos humanos. Eso que corresponde a cada ciudadano por el sudor del trabajo que llevan en su frente.
Y que no admite paliativos justificativos a través de una nota informativa. Si algún derecho les amparaba lo perdieron con su determinación.
Han menoscabado con esa actitud agresiva lo más sagrado que preside toda mesa: el pan nuestro de cada día.
Y que no encontraron las amas de casa por ningún lado.
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