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Reportaje:EI futuro de la enseñanza / y 2

Las centrales sindicales quieren estar presentes en las universidades laborales

«El nombre de universidad responde a la demagogia utilizada por el régimen franquista», según la Unión General de Trabajadores (UGT). «Hasta hoy, en general las universidades laborales han servido para el desclasamiento de las juventudes trabajadoras, fin buscado con premeditación y alevosía por la España franquista», en opinión de Comisiones Obreras (CCOO). «Se basaban en un concepto típico del fascismo, el de la redención del proletariado, y trataron de fabricar una aristocracia obrera. El resultado ha sido que no han servido para generar una promoción colectiva de los trabajadores como clase, que favoreciese transformaciones sociales estructurales. Simplemente dio lugar a una cierta promoción individual, generadora de un cierto integrar se a nivel personal en las clases pretendidamente superiores, proceso éste necesario para mantener las relaciones de desigualdad inherentes al sistema», afirma, por su parte, la Unión Sindical Obrera (USO). Y, en fin, para al Sindicato Unitario (SU), «no han sido otra cosa que un elemento propagandístico de su régimen para el franquismo». Estas son las cuatro centrales sindicales cuya opinión hemos podido recoger, lamentando que, tras muchos intentos en este sentido, no nos haya sido posible contactar con los portavoces de las restantes.

La financiación en el futuro

El aspecto de su futura financiación, la conveniencia de que ésta siga corriendo en su mayor parte por cuenta de las mutualidades laborales, es compartido por CCOO y USO. Efectivamente, las primeras entienden que las universidades laborales deben financiarse con el cuantioso patrimonio sindical que hoy está en manos de las mutualidades, aunque el fin de las mismas, las mutualidades, es el desaparecer sin producir un vacío, que previamente debe ser ocupado por las centrales sindicales que hoy son la organización de los trabajadores, aunque todavía sean la minoría los que estén sindicados. En parecidos términos se expresa USO, que opina que, «dado que las universidades laborales han sido financiadas por la clase trabajadora, previa una reestructuración, tanto organizativa como de contenidos, no parece mal que sigan siendo financiadas por las mutualidades, siempre que se cumpla la condición que USO reivindica en primer lugar, en el sentido de que los fondos del mutualismo, destinados a fines de previsión social, en su conjunto, tienen que estar en manos de los trabajadores. Por el contrario, UGT y el SU desearían que las universidades laborales se desvincularan del mutualismo; pues, en opinión de esta última central, los mutualistas, hasta ahora, han estado cotizando doblemente al sistema educativo, como ciudadanos y a través de las cuotas de las mutualidades, y eso, consideran, es una discriminación a todas luces injusta.

Integración en Educación y Ciencia

Parecida coincidencia se produce entre las mismas centrales, por un lado y otro, consecuentemente con sus opiniones sobre la financiación, en lo que respecta a la posibilidad de un futuro traspaso de los centros de universidades laborales a la dependencia directa del Estado: si bien UGT vincula estos centros al Ministerio de Trabajo, como responsable de la enseñanza profesional, y el SU ve a las universidades dentro, del Ministerio de Educación. Entiende el Sindicato Unitario que la medida del paso a dicho Ministerio parecería positiva, en tanto se conciba como un paso hacia la integración de todo el sistema educativo; pero además apunta una realista solución por lo que se refiere al destino de los fondos invertidos hasta ahora por las mutualidades, que, según esta central, deberían pasar a formar parte de un fondo de ayuda para la educación de los hijos de los trabajadores, que debería, eso sí, ser administrado por los propios trabajadores, mientras la gratuidad de la enseñanza no sea un hecho.CCOO y USO no consideran acertado ni oportuno este traspaso de dependencia. Aquéllas, porque creen que la clase obrera tiene capacidad para poder organizarse y estructurarse para poder llevar estos centros que son suyos; USO, porque piensa que las universidades laborales, con el resto del patrimonio sindical, deben pasar al exclusivo. control de las centrales sindicales, ya que la aportación obrera en su construcción y financiación ha sido total, porque no debe entenderse como de los trabajadores únicamente la aportación de ese 65 % de las mutualidades. Los porcentajes de financiación restantes, según la Unión Sindical Obrera, proceden también, en definitiva, de la clase trabajadora; pues para ella está destinado el Fondo Nacional de Protección al Trabajo, y son los trabajadores, en la práctica, los principales ahorradores de las cajas de ahorro, con cuyos ahorros «operan estos intermediarios financieros y obtienen sus gigantescos beneficios».

Fórmulas de participación obrera

Pero, ¿de qué manera concreta reivindican las centrales sindicales su derecho a participar en el gobierno y control de las universidades laborales? UGT dice que siempre ha defendido, sobre todo a través del sector de enseñanza profesional de su Federación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), la necesidad de que representantes de las centrales sindicales más representativas formen un órgano de vigilancia y control de la enseñanza profesional. CCOO, reiterando sus conocidas tesis sobre la necesidad de lograr una absoluta unidad sindical, proponen que, de un modo fáctico y realista, y mientras no haya una central sindical unitaria, UGT, USO y CCOO deberían ponerse de acuerdo para dirigir las universidades laborales.

USO reivindica, «con el derecho que le da el ser una central sindical-auténticamente representativa de un amplio sector de la clase trabajadora, con un peso específico cualitativo y Cuantitativo real, no sólo la participación en la administración y gestión de las universidades laborales, sino también en la administración y gestión de los fondos con los que dichos centros se financian, es decir, en la administración y gestión de las mutualidades laborales».

El SU, finalmente, concreta su reivindicación en los siguientes términos: «Estamos porque las mutualidades pasen a formar parte del conjunto de la Seguridad Social y que ésta sea controlada por los trabajadores. En cuanto a las universidades laborales, en la medida en que se integren en el conjunto del sistema educativo, somos partidarios del control democrático de la educación por todos los ciudadanos, a través de los organismos que se puedan crear."No quisiéramos terminar sin añadir por nuestra cuenta que las palabras, ciertamente duras, con que las centrales sindicales califican la obra que hasta aquí han supuesto las universidades laborales, no pueden ir dirigidas sino contra el signo y el estilo de una etapa de nuestra historia más reciente que todos, o la mayoría, deseamos ver superada definitivamente.

Unas 5.000 personas se ocupan en el funcionamiento de estos centros. Todos ellos, educadores y técnicos de todas las clases, desean, sin duda, para las universidades laborales, con la misma intensidad e ilusión, un futuro caracterizado por la búsqueda de una auténtica promoción colectiva de la clase trabajadora. Un futuro que no puede quedar reducido a la mera sustitución de una ideología por otra.

Si es cierto que caminamos hacia una sociedad democrática, ese objetivo pasa inexcusablemente por la absoluta democratización de todas las instituciones educativas. En este caso concreto, el de las universidades laborales, tal democratización no será posible sin que en la planificación de su futuro estén presentes todos los elementos interesados: los trabajadores, a través de sus legítimos representantes, los técnicos, los educadores y, sobre todo, los principales sujetos y verdaderos protagonistas de toda tarea educadora, es decir, el elemento estudiantil.

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