Música y poesía Marius Torres
Conocen la quinta edición los poemas de MariusTorres (1910-1942), uno de los artistas más profundos y delicados del siglo en Cataluña y, fuera de su tierra natal, de los más lamentablemente desconocidos.En su obra se dan las suficientes alusiones musicales. además de una influencia bienhechora de este arte sobre su poesía, como para asegurar que, junto a García Lorca y Gerardo Diego, ningún otro poeta español ha sentido y, aplicado con más conocimiento la música a su obra poética.
Conviene saber, en primer lugar, que Marius Torres, como Joaquim Folguera ( 1893-1899). Joan Salvat-Papasseit ( 1894-1924) y Bartomeu Rosselló-Pórcel (1913-1938) se incluye en la triste nómina de poetas en lengua catalana malogrados en plena juventud. víctimas de la tuberculosis.
Poesies
Marius Torres. Prólogo de Pere Gimferrer. Classics Catalans. Editorial Ariel. Barcelona, 1977.
La enfermedad le tuvo encerrado durante siete años en un sanatorio, el de Puig d'Olena, entregado a la poesía. al estudio de las más diversas material y a la lectura bien seleccionada. En este sanatorio murió el 29 de diciembre del año 1942, a los 32 años de edad, después de haber escrito casi dos centenares de poemas en un lenguaje sutil, lleno de sugerencias. La sensibilidad y riqueza interior que Torres muestra en ellos sólo es comparable a su dulzura y perfecta musicalidad.
La cultura de Torres era enorme. Le venía por tradición familiar, pero él la incrementó. en gran medida, durante los muchos años pasados en soledad.
Torres se sentía atraído, tal vez a consecuencia de su inclinación musical, por los poetas del simbolismo francés, pero había leído y profundizado en la obra de otros literatos -los trovadores, du Bellay, Ronsard. Moliére. Milton, Ben Johnson, Wordsworth, Burns, Shelley, Keats, André Chenier, Heine, Maupassant, Carles Riba, Maragall, Nietzsche- cuyas huellas son visibles en su obra.
Pere Gimferrer nos dice en el prólogo de esta edición: «El aislamiento, en el caso de Marius Torres, quiere decir la experiencia ante todo, del dolor v la decadencia física, el enfrentamiento con la posibilidad real, inmediata concreta, de la muerte.» En efecto, Torres es, en primer término, poeta de la muerte, de una muerte considerada como algo natural, que se acerca sosegadamente.
El autor de la primera edición de las poesías de Torres -Joan Sales- recuerda que el abuelo y el padre del poeta fueron apóstoles de la filosofía metasíquica en Cataluña, y el escritor se formó en un clima donde el hecho de morir podía originar, sin ideas preconcebidas, toda clase de imaginativas elucubraciones.
El escritor valenciano Joan Fuster asegura: «En último término, sus relaciones con el más allá, su espiritualismo, le llevaron a practicar una forma de denodada esperanza en lo relativo a la supervivencia individual después de la muerte del cuerpo. Yo pienso que, en medio de ese exilio interior de Puig d'Olona, la música le ayudó más que nada a sostener esa esperanca coratjosa de que habla el gran ensayista de Sueca. Lo creo porque aquel adolescente reservado y de extrema discreción, al decir de Pere Quart, fue un adelantado de los gustos actuales en cuestiones de música. Entre sus primeros poemas encontramos los titulados Variaciones sobre un tenia de Händel y Sonata da chiesa, Corelli, que pueden orientar -aparte los hallazgos poéticos de primer orden contenidos en ellos- sobre su exquisito gusto musical. raro para un español de aquel momento (1933).
Se sabe que Torres era un enamorado de la música barroca, sobre todo en su faceta clavecinística. Bach y Couperin le entusiasmaban. De los clásicos, hay en sus poemas citas de Mozart y Boccherini. En cuanto a los románticos, Beethoven, Schubert, Schumanny, en especial Chopin, eran objeto de su preferencia. En la música íntima del nocturno chopiniano aplacaba las angustias de su enfermedad.
Marius Torres era pianista aficionado. Debió llegar a tocar muy aceptablemente, no tanto en lo técnico como en el aspecto interpretativo.
En una de sus aparentes mejorías se trasladó al Mas Blanc, cerca del sanatorio, donde le gustaba pasar breves temporadas, y comenzó a estudiar armonía con febril intensidad. Pronto se lanzó a componer, pero la muerte interrumpió sus trabajos de creación musical.
Cataluña ha dado grandes autores de canciones. Desde Alió y Morera hasta Toldrá y Mompou, el lied se ha cultivado entre los catalanes con profusión y acierto admirables.
Parece ser que Marius Torres puso música a algunos poemas de trovadores provenzales y poetas franceses, como Alfred de Musset y Paul Verlaine. Jamás escuché estas canciones, ni he oído hablar de ellas a nadie. Estoy casi seguro de que son bellas, sensitivas, llenas de misterio, como su poesía.
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