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Isabel II hizo un llamamiento a la moderación y una condena de los terroristas

Juan Cruz

La reina de Inglaterra pidió ayer a los republicanos y a los unionistas leales a la corona de Irlanda del Norte que se olvidaran de las raíces históricas de su conflicto, dejaran de echar al pasado la culpa de sus actitudes y empezaran a trabajar juntos para darle al Ulster los «tiempos felices que se han esperado durante tantos años y que los habitantes de esta provincia tanto merecen».

En un breve discurso pronunciado en la nueva Universidad del Ulster, en Coleraine, la soberana británica hizo un recorrido por los diferentes sectores sociales del territorio y destacó la cooperación que la policía y el ejército obtienen ahora de los habitantes de Irlanda del Norte. Isabel II, que ha estado en esta parte del Reino Unido durante las últimas 48 horas, señaló que había hablado con viudas de víctimas de la violencia y había encontrado en ellas «una gran esperanza y una ausencia total de amargura», los elementos con los cuales se puede edificar la paz y la estabilidad en el Ulster.Antes de que la reina de Inglaterra pronunciara su discurso el IRA provisional anunció que había roto las barreras de seguridad situadas alrededor de la nueva Universidad de Coleraine y había colocado una bomba en uno de sus edificios. La reina desafió la amenaza. Resultó una falsa alarma que mantuvo en jaque a gran parte de los más de 30.000 agentes que durante estos dos días han vigilado la provincia del Ulster.

La soberana mostró un gran optimismo ante el porvenir económico de Irlanda del Norte: «Tenemos ante nosotros la oportunidad de conseguir un futuro brillante para este territorio.» Ella espera volver a la provincia pronto en un ambiente de mayor felicidad. «La violencia no tiene sentido y debe cesar», dijo la reina de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que hace once años visitó por primera vez como jefa del Estado el territorio que ahora ha tenido que recorrer en helicóptero por razones de seguridad.

Discurso de reconciliación

A pesar de las advertencias del IRA provisional, el ejército de los católicos extremistas que quieren la Unión del Ulster con el resto de Irlanda y abominan de la monarquía que Isabel II representa, la visita real ha discurrido con cierta normalidad, de acuerdo con los niveles habituales en la provincia. Como prólogo tuvo las muertes de un joven católico de dieciséis años, que falleció como consecuencia de disparos de soldados, y la de un militar al que el IRA disparó como represalia por la muerte anterior. Durante el primer día de la visita, fuerzas de seguridad y manifestantes republicanos se enfrentaron en el centro de Belfast y hubo otros incidentes menos dramáticos.La soberana se ha reunido con cerca de 5.000 habitantes de la provincia y ayer, en Coleraine, se mostró seria y preocupada. «Nuestra responsabilidad sigue siendo devolver paz y estabilidad a Irlanda del Norte», afirmó ante el auditorio, «todo el mundo comparte la tristeza que causa la violencia que se ha producido en esta provincia y nadie siente ese dolor más que el resto del Reino Unido», señaló Isabel II en un discurso de reconciliación que a pesar de su carácter apolítico se ha contemplado en Irlanda del Norte como un llamamiento a la moderación y una condena que por igual afecta a los extremistas que hacen de la lealtad a la corona la base de su intolerancia y a los que han convertido el republicanismo tradicional en la causa de una violencia que no cesa desde hace ocho años.

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