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Curso sobre la poesía de la Generación del 27 en Santander

Con las intervenciones de Francisco Yndurain, que pronunció una conferencia titulada Homenaje a Salinas, y Rafael Martínez Nadal, que trató el tema Cernuda en Inglaterra, finalizó el curso sobre Poesía del 27, celebrado en el Palacio de la Magdalena del 26 al 30 de julio pasado. Nota destacada fue la ausencia de profesores y poetas que iban a participar en el curso, como Ricardo Guilón, Víctor García de la Concha, Pablo Beltrán, Antonio Gallego Morell y José Hierro. También se esperaba la presencia de Gerardo Diego y Rafael Alberti.El catedrático José María Valverde pronunciaba su primera conferencia académica desde 1965. En su vuelta a la universidad española prefirió modificar el título de La estética de la generación del 27 vista por un poeta de postguerra por una charla más vivencial que denominó La generación del 27 y yo, donde recordó su primer encuentro con ellos, las influencias de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, y el descubrimiento de la Antología poética de Gerardo Diego. Señaló la importancia de la estética de la tipografía y de la imagen en los autores de esta generación visual.

Arturo del Villar se refirió en su conferencia a Gerardo Diego y el creacionismo, haciendo una breve historia de los movimientos poéticos del ultraismo y del creacionismo, su relación con la música, el cine y el cubismo, que entronca con las obras creacionistas de Gerardo Diego, con apoyatura en la imagen y la identificación de imagen y metáfora, así como las preferencias de la palabra a la lengua y del verso a la métrica.

Juan Manuel Rozas, director del curso, trató el tema Sobre el concepto de generación, recordando que el término fue empleado por los poetas catedráticos (Salinas, Guillén, Diego, Dámaso Alonso), y que en su tiempo se calificó de joven y nueva. En 1927 se dan cuatro hechos significativos: la publicación de libros importantes, el auge de poetas y prosistas, la aparición de las revistas Verso y prosa y Carmen (se continúa publicando Litoral y el centenario de Góngora. Se da una toma de conciencia sobre lo que debe ser el poeta y la poesía y un rechazo del romanticismo y modernismo.

José Luis Cano desarrolló el tema de La muerte en la poesía de Guillén, con análisis de sus libros Cántico y Clamor, donde se aprecia el cambio de un amor a la existencia, a la aparición de las fuerzas destructoras, con predominio de los elementos morales sobre los estéticos. La conciencia del dolor que está presente de forma latente en Cántico se hace realidad en Clamor; contempla a la muerte como lejana, el ser no es para la muerte, sino para la vida. Los temas de la vejez, del paso destructor del tiempo, se incluyen en su poesía elegíaca temporalista. En otros de sus libros, Guillén alude a la muerte con elegancia y contempla a los muertos como los definitivamente olvidados.

C. Blanco Aguinaga dedicó su intervención a Emilio Prados, «iniciador de la poesía política revolucionaria y único poeta panteísta de la lírica española», en sus diferentes etapas de la preguerra, la guerra y el exilio. Tras una primera poesía amorosa, el «cazador de nubes», como lo llama Lorca, a partir de 1929 empieza una labor política y aborda el romance como vehículo de expresión.

Por último, Ildefonso Manuel Gil se refirio a los años del 27 al 36. Frente a la cohesión del grupo en el 27, en los años 29 y 30 los poetas se dividen en conformistas e inconfórmistas, según Cernuda. El nombre de la generación del 36 aparece en la revista Juventud en 1943. El conferenciante explicó las relaciones de esta generación con la del 27.

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