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Balance del curso de la Magdalena sobre la vanguardia en la cultura

Antes de hacer un balance, completaré la información de crónicas anteriores. El más esperado de los conferenciantes fue, sin duda, Marcelin Pleynet, y ello a pesar de que su obra apenas se ha traducido al castellano. Pretencioso sería resumir aquí el pensamiento del secretario de redacción de Tel Quel, y menos en su forma actual.Distinguiendo en su obra pasada entre aquello que le sigue pareciendo válido, y aquello que es reduccionista, el discurso estuvo lleno de cuestiones problemáticas. Fue en verdad. una síntesis de aquello que hace problema, de aquello sobre lo cual hoy nos interrogamos: la religiosidad -reprimida o no- en la cultura moderna, lo sintomático de la actitud de las dictaduras (Hitler, Stalin) hacia esta Última, el lugar desde el cual un escritor se interesa por la pintura (o el cine, o la imagen en general), el arte como antinormatividad exceso, actividad social, lujo, dèpense -esto es, gasto.

Federico Jiménez Losantos, que se inscribe en el mismo campo que Pleynet, y que está entre los animadores de diverasas empresas barcelonesas (la desaparecida Revista de Literatura, la proyectada Otrosí, la Biblioteca Freudiana, Trama) abordó las principales cuestiones en juego en la llamada pintura-pintura: la historia de que se reclama., el color, la relación pintura/ escritura. Hizo hincapié -tal vez fue: lo menos claro- en una clarificación conceptual de los términos sicoanalíticos y su uso referido a la creación artística: Freud y Lacan, contra Reich, Lyotard y -menos abiertamente- el Anti-Edipo.

La vanguardia de los cincuenta

Cirilo Popovici («La vanguardía de los cincuenta») recordó, entre otras cosas, cuáles (y qué distintos de los nuestros) habían sido los debates sobre arte abstracto que en 1953 tuvieron por escenario este palacio. Fernando Huici efectuó un sugerente rastreo en la cultura de los siglos XIX y XX, para analizar *la relación, a menudo tumultuosa, entre la vanguardia y la máquina. Corrado Maltese, director del Instituto de Historia de Arte de Génova, habló sobre lo no objetual en el arte de hoy (happening, fluxus, povera, conceptual), recogiendo muchos de los tópicos sobre el particular, y manteniéndose en un plano fenomenológico. a nivel sintornal,'vale (sociológica me n te) su idea del arte como Luna-Park. «La idea de pieza» fue el tema abordado por Patricio Bulnes. Sus palabras, la forma literaria de su exposi,ción, tuvieron algo de rizomático: la barra de plomo de Eva Lootz, la arquitectura de bricolage practicada en el Pacífico chileno, enlazaban con unas penetrantes reflexiones sobre los gestos del amor, sobre la pasión. No sé hasta qué punto tal defensa de las intervenciones parciales llegó a buena parte del público, al cual no sólo le faltaban las claves culturales, sino incluso una cierta disponibilidad hacia el carácter mismo del discurso.

Los colectivos de artistas, mantuvieron sus posiciones bien conocidas: sindicalismo -¿corporativismo?- en la Asociación de Artistas Plásticos de Madrid (Arcadio Blasco); reivindicacio

nes nacionalistas en el Congrés de Cultura Catalana (Antoni Mer cader), cuyo ámbito de artes plásticas ha. elaborado un proyecto de resolución a analiza en detalle; posiciones críticas ha cia el propio curso, pero no clara mente alternativas, en la Asociación de Artistas Cántabros.

La polémica, la bronca habría que decir, se centró en el semina río sobre los nuevos medios de comunicación de masas, dirigido por Juan Antonio Ramírez Planteamiento explícito: los nuevos medios, posibilidad de que se vinculen vanguardia artística y vanguardia política. Tanto la ponencia inicial, como el debate recordaron el clima que reinaba cuando intervino Bozal. Se pasó del eterno rechazo a la pintura de caballete, a su eventual supervivencia como actividad dominguera en un eventual socialismo del que tampoco se precisaban las características; de la alabanza al comic chino o al cartel cubano, al silencio cómplice sobre la represión cultural y política en estos países llamados socialistas. Hubo intervenciones para todos los gustos. Hasta un pintor marxista-leninista, en opinión del cual quién había callado a la vanguardia en la URSS de los años veinte, era (y lo sentía mucho) el pueblo.

El grado de absurdo al que llegó el coloquio, y, sobre todo, la imposibilidad de un debate de interés sobre premisas tan simplistas, convirtió las siguientes sesiones del seminario en polémicas sin intériocutores. El desacuerdo, radical y de principio, ya estaba claro.

Así, Carmen Grimau hizo una interpretación de la cartelística de guerra, insistiendo sobre la eficacia y realismo de los carteles del PCE. El cartel de Puyol sobre «el izquierdista», ejemplo de la propaganda estalinista que preparó el aniquilamiento político y físico del POUM, no mereció otro comentario que una alusión a la influencia formal del surrealismo. Joaquim Dols (famoso por alguna desgraciada edición de clásicos) y Antoni Mercader cantaron por enésima vez las alabanzas del video como arte y como comunicación. Aparte de su fascinación primitiva por la máquina en sí, no puede decirse que los videos aducidos fueran pruebas excesivamente contundentes a favor de un medio que, dicho sea de paso, funciona mucho mejor en la esfera social que en la artística « especializada » Alberto Corazón se pronunció «en favor de un arte perfectamente, útil», para, acto seguido, proponernos como tema las pasadas elecciones en relación a los medios. Impasse bastante patético: emocionados relatos de carteladas, opiniones partidistas sobre los partidos y su imagen.

Mencionemos, fuera de programa, el concierto de piano de Llorenc Barber. Rodeados de cuadros de Sotomayor, de Benedito, de Sorolla, escuchamos obras de Barber y de Josep Berenguer. Tanto el concierto como la discusión (aleatoriedad, música minimal, dodecafonía, rock) nos sacaron del ámbito estricto de las artes plásticas. A este nivel cabe esperar que en ocasiones sucesivas, esté prevista una presencia directa de la creación. De lo contrario, habrá que seguir mirando los retratos reales como única referencia.D

BalanceA fin de cuentas, ¿qué ha supuesto el curso? Con el abanico ideológico amplío que ha poseído, y con el clima nada engolado que en él ha reinado, marca un hito. La plataforma es abierta. Ahora bien, por parte de algunos se ha insistido demasiado en el interés y, sobre todo, la posibilidad de una síntesis, de unos puntos comunes. Somos bastantes los que pensamos, por el contrario, que, si algo ha quedado claro, ha sido, dentro del pensamiento crítico, la fractura, respecto a las demás, de las posiciones sociologistas. Toda la escuela que sigue empeñada en repetir los eternos prejuicios o silencios sobre la creación, las eternas incapacidades de una pretendida teoría marxista del arte, ha mostrado bien a las claras su agotamiento (con ello no quiero decir que, por parte de los demás, todo esté claro).

En cuanto al delicado tema de las relaciones curso/ciudad, aunque no se haya roto la frontera, como siempre las pocas reacciones de interés no han provenido de la ciudad oficial, sino de otros sectores: miembros de la mencionada Asociación de Artistas, algunos estudiantes y varios pintores conocidos (Raba, Gran, Medina, Celis). Cuando las facilidades sean mayores, es de suponer que la imagen «palaciega» del curso, ceda en beneficio de su imagen y sentido propios.

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