"El intelectual no debe estar al servicio ni del poder ni del pueblo"
Entrevista con Bernard Henri Levy
Pregunta: ¿Por qué la «nueva filosofía»? ¿Qué hay en ella de nuevo con respecto a lo que, según esto, pudiéramos llamar «vieja filosofía», la de los maitre penseurs?
Respuesta: Todo comenzó hace exactamente un año. Yo había reunido en las columnas de Nouvelles Literaires textos de amigos, que son también autores editados por Grasset y tratando de encontrar un título global, que entonces yo quería fuese lo más neutro posible, encontré el de «nuevos filósofos». Las características comunes a todos nosotros son: el ser anticomunistas, antiguos maoístas, nacer a la reflexión tras mayo del 68 y el haber llegado recientemente al pensamiento. Como consecuencia de todo esto, una especie de no conformismo, de antidogmatismo que se oponía a la mayoría de los filósofos que estaban a la «moda» en la época, principalmente los estructuralistas.Con la salida del libro de Glucksman, y sobre todo el mío, hace algunas semanas, se desencadenó una terrible polémica, en los periódicos, la radio, la televisión, lo que ha dado acta de nacimiento a esta nueva filosofía, que hasta ese momento era plural, dispar, polimorfa y policéntrica.Nuestra posición con respecto a los maitres penseurs es complicada. Algunos de entre nosotros, como Glucksman, son ferozmente hostiles a ellos, y afirma que «el goulag» estaba ya en Marx, Hegel y, ¿por qué no?, en Platón; otros, como los autores de Llange, dicen que Platón es el primer pensador que ha llevado muy lejos la apuesta de la rebelión y de la revolución.
Yo, personalmente, pienso que la filosofía puede tener una función liberadora. Nací al marxismo, althusseriano, en el 68, tras la ruptura con Althusser, mi itinerario pasó por Foucault, sin el que yo hubiera muerto idiota, y después por Lacan y el sicoanálisis; otra de nuestras características es la de ser fieles al sicoanálisis. Hoy, tras la desilusión de China, del marxismo y del socialismo, me reclamo de gente que, para mí, son mis «contemporáneos» como Platón y Rousseau.
Con el poder y contra el poder
P.: Teóricamente, usted está en contra del poder, del maitre, contra los intelectuales estilo «siglo de las luces», pero esto no le impide terminar su libro definiendo lo que considera debe ser un intelectual antibarbarie: metafísico, en el sentido angélico, artista y moralista. Este «debe ser» implica ya una función: ¿cuál?
R.: Responderé primero negativamente y luego positivamente. El intelectual no debe estar junto al Poder, ni al servicio del pueblo. Cuando los filósofos están en el Poder, termina todo en un baño de sangre, en una catástrofe, como se vio con la Revolución francesa o en la Unión Soviética en 1917; los cerebros marxistas, pretendiendo dar a luz otra sociedad, introducían la muerte en el mundo; el estalinismo no es más que los filósofos en el Poder. Por otra parte, la función del filósofo no es tampoco estar al servicio del pueblo, lo que no implica desprecio alguno por este último, sino todo lo contrario. Lo que nos ha enseñado mayo del 68 es que no tenemos (los intelectuales) gran cosa que hacer en servicio del pueblo, la mayoría de las invenciones del 68, las hizo el pueblo, pero sin seguir las lecciones de los intelectuales. Los intelectuales al servicio del pueblo no han hecho otra cosa que enrarecer, ratificar, en el sentido de Foucault, las palabras de revuelta del pueblo, controlándolo, dirigiéndolo, nunca han sido otra cosa que los codificadores de los deseos y los apetitos de la voluntad popular; al pueblo los intelectuales le importan una higa; cuando se rebela nunca es bajo sus directrices.
Al intelectual entonces le queda testimoniar contra el horror, contra los abusos del Poder desde su propia situación; es una función humilde y minúscula: la de un testigo.
P.: Usted dice que en el hecho de reunirse (los hombres) hay algo que hace el maitre (amo) necesario e inevitable y sobre este punto enigmático, la filosofía pesimista, a la cual creo se identifica, debe interrogarse. También, más adelante, dice: «Nosotros continuareamos pensando hasta el final, pensando sin creérselo» en la imposible idea de un mundo sustraído a la dominación. Pero pensar y sólo pensar en algo que sabemos absolutamente imposible, ¿no es una alienación que, naturalmente, favorece la estructura del Poder? ¿Cómo explica esto?
R.: Si es verdad que una sociedad se constituye de este cuadrilátero que es el deseo, la lengua, lo real y la historia, es decir, tener pulsiones de deseo, hablar un lenguaje, estar sumergido en la trama del tiempo y tener relación con lo real, entonces digo que, efectivamente, la sociedad está destinada a la maîtrise (dominación). Cada uno de estos cuatro puntos está forjado y modelado por el maître (señor), que no es un personaje real, sino un efecto de estructura; por ello, en tanto que haya sociedad, existirá el señor; recogiendo la metáfora de Platón, mientras haya rebaño humano, habrá pastor. En esta larga historia, en este incesante deseo, que es el deseo del maître, en esa monótona palabra que es su palabra, hay acontecimientos de revuelta, de rebelión, pero éstas no tienen otro sentido que la dessocialización total no son posibles más que a condición de rechazar todo lo que hace la socialización. En consecuencia, digo «pensar sin creérselo » y lo digo porque decir sociedad sin amo me parece una idea contradictoria en sus términos; puede haber rebelión en una sociedad de maîtres, pero la sociedad sin maîtres es, en sí misma, una contradicción. La idea de una rebelión triunfante es contradictoria en los términos; una revolución triunfante da, efectivamente, un nuevo efecto de estructura de la dominación y da, por ejemplo, el estalinismo. La idea de que estas revueltas puedan socializarse es una idea imposible. Al fin y al cabo no digo otra cosa que lo que escribieron los anarquistas del pasado siglo: mientras haya sociedad habrá señor; eran unos desesperados. La revolución anarquista, que es la más bella que pueda pensarse, no ha sido nunca otra cosa que el rechazo radical de lo que estructura la sociedad: el deseo, la lengua, lo real, la historia.
El "amo" como mal menorP.: Para ustedes el socialismo conduce inevitablemente a los campos de concentración, al goulag, la barbarie por venir (el socialismo), siguen, tendrá para nosotros, occidentales, «el rostro humano de un socialismo que reunirá las taras y los excesos de las sociedades industriales». ¿Ha reflexionado usted sobre una alternativa posible?
R.: Lo que occidente ha llamado socialismo no ha sido nunca más que lo que hemos conocido bajo el nombre de goulag, y hay muchas posibilidades de que el socialismo, incluso el eurocomunismo, sea una forma más elaborada de terror, de tiranía, pero yo nunca he dicho que sea el goulag. El socialismo no es un pensamiento de liberación y en este mundo atravesado por el mal, el amo se trata de elegir el menor mal, los menos malos de los amos y es probable que éstos no sean los socialistas.
La alternativa no me la he planteado. porque no soy ni quiero ser un profesor, ni un inventor de mitos. Loique puedo decir, únicamente, es lo que, teniendo en cuenta nuestros conocimientos y los medios de que disponemos, creo es la forma de sociedad más vivible. Por eso estoy dispuesto a hacer un elogio del liberalismo, de la ley democrática, del humanismo, de los derechos humanos y sostener a los disidentes. No se trata de inventar una alternativa al socialismo, sino de denunciar lo que va mal, hacer frente al horror y elegir entre las formas de sociedad actualmente presentes en el mercado, la más vivible.
"No defiendo el capitalismo, pero funciona "
P.: Todo lo que usted está dispuesto a elogiar son características del capitalismo. Pensaba que, a pesar de todo, usted estaba en contra del capitalismo.
R.: Pues se equivoca, porque yo no he dicho nunca que consideraba como objetivo primordial acabar con el capitalismo; honestamente, en lo que a mí respecta, me importa un pimiento si se debe acabar con el capitalismo; esto será el trabajo de gente mejor preparada que yo para hacerlo y, además, hoy no conozco otra sociedad que funcione más satisfactoriamente, no en lo económico, sino en lo que se refiere a la vida de la gente y la libertad de los hombres, que el régimen capitalista. Por el momento sólo han encontrado como medios para terminar con él un capitalismo de Estado o un socialismo centralizado, por lo que me guardaré muy bien de decir que la diana principal es el capitalismo. No tengo una adoración frenética por él, conozco sus horrores, pero opino que el blanco a criticar principalmente no es el capitalismo.
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