Música y arquitectura: el Centro Manuel de Falla
Sí centro, porque es mucho más que un auditorio. Granada va a contar, a partir de final de año o principios del próximo, con una especie modélica de casa de la cultura, de una belleza, calidad y utilidad como no existe ninguna otra en España y muy pocas en Europa. Hacer esta afirmación, desde un criterio descriptivo y sin triunfalismo alguno, es la gran noticia del festival, más importante -por más permanente- que los mejores conciertos escuchados y las valiosas representantes contempladas. Culmina así la larga serie de homenajes que la ciudad ha rendido, rinde y rendirá a su ciudadano de honor, Manuel de Falla, en una realización arquitectónica, cultural y -social ceñida a la raíz del pensamiento fallesco: «Creo en una bella utilidad de la música desde un punto de vista social. Es necesario no hacerla de manera egoísta, para sí, sino para los demás.» (Excelsior, París, 1925.) «Aspiro a un arte tan fuerte como simple en el que estén ausentes la vanidad y el egoísmo, cosa bien difícil de conseguir.» (Musique, París, 1929.) «Creo que el arte debe servirnos actualmente, para hacer música tan natural que en cierto modo parezca una improvisación, pero de tal manera equilibrada y lógica, que acuse en su conjunto y en sus detalles una perfección aún mayor que la que, admiramos en las obras del período, clásico hasta ahora presentadas como modelos infalibles.» (Prólogo a la enciclopedia de Turina, Madrid, 1917.)El arquitecto García de Paredes, entrañado con el pensamiento de Falla, por voluntad y por azar, esto es, por su propio y continuado deseo y por la circunstancia de su matrimonio con María Isabel de Falla, ha llevado al nuevo centro todos los principios estético-sociales de don Manuel. Pero decir que los asumió él sólo sería inexactitud cuando la idea, los resultados y la realización se debe también, física y metafísicamente, a Granada. Porque la nueva construcción es un vivo homenaje a Manuel de Falla en Granada, de Granada y para Granada. Lo que no resta, sino más bien robustece como en la música fallesca- su significación universalista. Universalismo enraizado, por emplear términos al uso. Hasta hace medio siglo o sesenta años, hacer granadismo era tanto como ensayar alhambrismo, entendido en sus valores ornamentales y exteriores. En arquitectura como en música, Manuel de Falla nos enseñó a hundirnos en la tradición, a considerar los enteros procesos histórico culturales, como punto de partida para su nacionalismo esencial para su universalismo diferenciado, porque resulta de constantes y valores hispánicos. El centro Falla viene a ser entonces, como el concerto de la arquitectura. Si en el concerto se alza como cúpula garbosa el tema de «los álamos», en el centro se erigen, para razonar y animar su simple geometría, los cipreses enhiestos. García de Paredes ha cuidado el paisaje, ha insertado en el conjunto su arquitectura, oculta si se mira desde la Alhambra, visible, lógica y armoniosa si se contempla desde la ciudad baja. Como afirma con precisión «había que dar forma a una construcción que se posara sobre la Antequeruela sin dañarla y que se integrara plenamente en ella con respeto absoluto a su entorno y arbolado, incluso utilizando éste como planos vegetales de veladura respecto a los volúmenes más importantes del auditorio». Ni un árbol murió, ni un jardín se perdió y la ciudad ganará, en cambio, ese maravilloso balcón de Melisendra, abierto en abanico sobre el panorama de la Vega y Sierra Nevada y trazado sobre el escenario de la sala, al que se llega desde el paseo de los Mártires.
Historia y problemática
En 1962, el Ayuntamiento de Granada adquiere el Carmen que habitara Falla, en Antequeruela Alta, a fin de convertirlo en museo. Pequeño, atractivo y extremadamente modesto, fue acondicionado con todos los muebles y enseres de don Manuel, de modo que hoy podemos visitar el breve entorno de la vida de Falla en toda su autenticidad. Humanísimo homenaje que carecía de honda utilidad. De ahí que los granadinos, los herederos de Falla y cuantos sintieron devoción por la figura y la obra de tan singular creador, pensasen en extender el homenaje dotando a Granada de unas instalaciones que sirvieran para evocar la memoria del compositor, estudiar su obra a través de sus libros, escritos y autógrafos, albergar la música en todas sus manifestaciones, celebrar conferencias, exposiciones, cursos, representaciones de teatro, proyecciones cinematográficas y congresos de cualquier género. Adquiridos los terrenos contiguos al antiguo. Carmen -hoy Casa Museo- de Falla, es decir, los correspondientes a los cármenes de Matamoros, Santa Rita y el Gran Capitán, García de Paredes estudió muy detenidamente el proyecto, ensayó posibles soluciones siempre con el pensamiento puesto en Falla, Granada y las hondas relaciones existentes entre uno y otra. Si la problemática técnica debió ser abordada, en profundidad, no lo fue menos la que el arquitecto denomina problemática intelectual. «Ya que, no hay que olvidarlo, este instrumento cultural está dedicado a la figura de Manuel de Falla y debe reflejar de algún modo su personalidad: una enorme austeridad, casi monacal, una gran perfección en el concepto arquitectónico, junto con una gran economía en los medios utilizados.» Había que contar, también, con que Granada no sólo es ciudad de posibilidades hacia el futuro, sino que cuenta ya con realidades: el Festival Internacional, los Cursos Falla, reuniones nacionales e internacionales, recitales y conciertos y una antigua vocación teatral. Este año, el curso ya se ha celebrado en la que será su definitiva sede: aquella parte del centro que comprende nueve aulas-seminario, nueve estudios insonorizados, sala de conferencias, dirección y secretaría. En cuanto al auditorio bien merece. párrafo aparte.
La gran incitación
Recabó García de Paredes, no obstante su preparación en la materia, la colaboración de uno de los mejores ingenieros acústicos de Europa, una verdadera autoridad como es el profesor alemán Lothar Cremer, a quien se deben, entre otros trabajos, las soluciones acústicas de la Nueva Filarmónica de Berlín (arquitecto, Scharoun) y la Opera de la misma ciudad (arquitecto, Bornemann). La acústica es hoy una ciencia mensurable aun cuando sea tópico divulgado el de su misterio. No hay tal. Las posibles diferencias entre lo proyectado y la realidad son tan mínimas en materia acústica como perfectamente corregibles. Sin duda, uno de los imperativos para conseguir las condiciones idóneas de escucha en un nuevo local es contar con una asesoría competente desde el momento mismo que se acomete el proyecto. Téngase en cuenta que, por razones acústicas, hasta el plan inicial de buen arquitecto puede y debe ser modificado. El profesor Cremer ha estado, una vez más, en Granada. Las impresiones que nos dio del auditorio Falla son inmejorables, tanto como las recibidas ante la contemplación de la ya muy avanzada obra desde el punto de vista de su funcionalidad y su estética,La sala convertible integra tres en una, lo que aumenta las posibilidades de explotación. Dividido el espacio total en dos partes desiguales, nos encontramos con una sala de 927 localidades, otra de 432 y una tercera de 1.359, es decir, la suma de las anteriores, bastante superior a Queen Elizabeth, de Londres, y análoga al Konserthus, de Gotheburg, uno de los locales más apreciados por especialistas y directores.
El escenario (cerca de doscientos metros cuadrados de superficie) puede albergar una orquesta sinfónica y un coro, además del órgano instalado en un lateral, lo que quiere decir que si se trata de audiciones meramente sinfónicas, el aforo aumenta en un centenar, de plazas al ocupar el público el espacio destinado a las voces. Igualmente permite representaciones teatrales (con decorados ad hoc). Pienso en experiencias como la presentada este año en el Carlos V con La princesa de Navarras de Rameau, en realizaciones de Falla, Strawinsky, Poulenc, Monteverdi, Mozart, Haydn o en el género contemporáneo del teatro musical o música de acción, para no citar los autos sacramentales, para los que compusiera don Manuel o los Títeres de Cachiporra, que unieron más de una vez los nombres de Lorca y Falla.
El Centro Manuel de Falla puede llenarse de actividades durante todo el año. Sus condiciones resultaron ideales para que la ciudad lo haga suyo. ¿Qué no habrían intentado don Manuel y Federico de haber contado con algo semejante? Al costado, el lugar de estudio, el archivo documental y sonoro no sólo referente a Falla, sino a la musica española entera, popular o no. Quizá lo más atractivo de este empeno excepcional es que por ambicioso, humilde y bien hecho, constituye una permanente incitación, impulsa una larga cadena de iniciativas culturales a las que Granada dará respuesta. Cuando, cada año, lleguen los días del festival -en sus estructuras renovadas como deben serio- y el tiempo haga inviables los escenarios naturales e históricos, el auditorio ofrecerá la seguridad de que el concierto o la representación se lleva a feliz término. ¿No ha estado a punto de naufragar, hace unos días, nada menos que la audición de Atlántida? En todo caso, como siguiendo los usos de hoy, el festival encontrará dirección evolutiva en la multiplicación de actividades, lo que implica la simultaneidad de manifestaciones diferentes, el auditorio constituirá capítulo fundamental sin renunciarfl patio de Carlos V, los Arrayanes o el Generalife.
Desde sus bloques geométricos y volúmenes desiguales, desde el blancor de sus muros (color blanco Jerónimos), sus rojizos enlosados, sus zonas de compromiso entre la naturaleza y arquitectura, su perfección de ideología y de detalle, su poética clásica y actual, las condiciones acústicas del auditorio y su carácter de útil estela que prolonga la luz chiquita y penetrante del carmen de la Antequeruela, el Centro Manuel de Falla se yergue como gran esperanza. Una vez más a lo largo de su historia, Granada será para todos la gran admirada, la gran deseada, la noblemente envidiada.
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