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CAMBRILS-77

Los clásicos para todos

Un año más, el cuarto ya, se celebra el Festival Internacional de Música de Cámara de Cambrils. Festival heroico por su contenido y las exiguas ayudas económicas que recibe. Y, sin embargo, importante por los resultados y el repertorio que cultiva.

Este año el festival alcanzó su mejor momento de audiencia e interés, al menos desde el punto de vista sociocultural. Los Ayuntamientos de Vilaseca y Cambrils, hermanos en la loable empresa de extender las sesiones del festival, cedieron a la música los lugares más entrañables y recoletos de su geografía urbana. Y fue impresionante la multitudinaria respuesta de payeses y pescadores, artesanos y comerciantes, gente del pueblo de estas viejas localidades tarraconenses, para escuchar a Mozart, a Flaydn o escuchar a Mozart,a Haydn o Vivaldi. Y quizá estos conciertos en lugares públicos, sobre improvisados escenarios, hayan sido, pese a las inconveniencias que ello comporta, los más emotivos y aleccionadores. Música para el pueblo, sí, pero música de calidad, con intérpretes de calidad. He aquí un lema para la extensión de la cultura musical de un país.Como siempre, Cambrils nos brindó un plantel de instrumentistas de primer orden, lo cual no deja de ser imprescindible para hacer buena música de cámara. Citemos entre los extranjeros al gran virtuoso alemán de la flauta Willy Freivogel, a la pianista haitiana Liliane Questel, al violinista cubano Jordi Bilbeny, al flautista argentino Jorge Caryevschi y al guitarrista, también argentino, Jorge Fresnoque llevó la música contemporánea al Festival con su excelente versión del Concierto Guadiana, de Tomás Marco. Entre los españoles, la clavecinista Genoveva Gálvez, el flauta de pico Mariano Martín, el viola Enrique Santiago, el violín José Antonio Pérez, el pianista Perfecto García Chornet y el violonchelista José María Redondo.

Hay que destacar la formidable actuación del andorrano Gerard Claret como solista de Las estaciones, de Vivaldi. Ciaret posee un dominio técnico, un sonido y elegancia en el fraseo poco comunes a violinistas de su juventud. No es difícil augurarle un futuro brillante español e internacional.

La música estrictamente camerística estuvo bien servida por el cuarteto Música Conceriada, siempre a tener en cuenta por su estilo y adecuado concepto de la música barroca. También por el Cuarteto Numen, de Cambrils, el cual, con la -clásica formación del cuarteto de cuerdas, dio una vibrante y estudiada interpretación llena de matices, del Cuarteto de caza K. 458, de Mozart. Creo que no es exagerado afirmar que estamos ante una de las mejores formaciones de este género en España. Es una lástima no hayamos podido aplaudir todavía en Madrid al Cuarteto Numen.

Otra velada digna de reseñar fue la que tuvo corno protagonistas a cinco coros de cámara, percusión y dos pianos, con los célebres Carmina Burana, de Carl Orff. Música directa y sin problemas, tal vez no lo más indicada para un festival de este tipo, que siempre llega al público.

La Orquesta del Festival ' a la que se incorporan, cuando es necesario, todos los solistas participantes, se puso este año a las órdenes de Jacques Bodmer, experimentado maestro suizo-catalán. Bodmer hizo un gran esfuerzo montando, en poco tiempo, el amplio y variado repertorio del festival. Lo llevó a cabo con sensibilidad y buen criterio, aunque en alguna obra -Rapsodia Sinfónica, de Turina los resultados no fueron buenos. Pero todo es disculpable en un festival tan simpático y tan notable como el de Cambrils.

Este verano Canibrils ha sido el triunfo popular sin concesiones a la vulgaridad. Esperemos que se repita.

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