Humor y paradoja
Alexander Kluge, que con su León de Oro puso fin en 1968 a la brillante carrera del hoy enterrado Festival de Venecia, es uno de los jóvenes directores alemanes que más gustan de expresarse en un estilo que va desde la ambigüedad a la más rebuscada paradoja. Ello le hace, le convierte a veces, en inasequible para un público mayoritario, lo cual, unido a su humor típicamente germánico, es causa de que sus filmes sólo lleguen, fuera de su país al menos, a las salas de arte y ensayo.Si en la temática que sus historias desarrollan suele coincidir la crítica política con una aguda visión del milagro alemán, visto con Ojos a la vez irónicos y crueles, la forma en la que tal temática se presenta, mezcla de humor particular y de esquemas demasiado ajenos a cierto tipo de espectadores, invalida en parte su eficacia.
Fernando el Radical
Guión v dirección, Alexander Kluge. Fotograjia, Thomas Mauch. Arfistasprincipales: Heinz Schubert, Verena Rudolph, Joachim Hackthal, Gert Gunther Hoffinann. Humorpolífico. Alenzania, 1975. Local (le estreno: Duplex 1.
Como se sabe, el humor es algo especial, rotundamente particular y propio de cada latitud, y el que Kluge nos presenta, aquél en que nos habla, apoyado en su grotesco personaje y a veces en el diálogo, llega mal hasta nosotros, salvo en contadas ocasiones y muy avanzada, si no a punto de terminar, la película.
Este Fernando, ya conocido del Festival de Valladolid, tan duro y radical como para subordinar todo en la vida al orden antiguo comisario de brigada criminal y jefe de seguridad más tarde en una empresa ligada a las habituales multinacionales, sirve de pretexto para presentarnos a cierta clase de hombres muy frecuentes en la Alemania de hoy, según el realizador, que dentro de un engranaje político y económico, acaban por Fiscalizar la vida de sus semejantes.
El guión parece ser que ha supuesto un trabajo de dos años, por lo que, conociendo el rigor de Kluge y sus colaboradores es de creer, tal como luego afirma, que situaciones, personajes y problemas se hallan fielmente reflejados. Como nuestro país no ha llegado a tales cimas de desarrollo industrial, toda comparación resultaría, aparte de enojosa. inútil, aunque sí podamos juzgar la eficacia de las imágenes que nos llegan e Informan. Tal eficacia, por las razones aludidas antes, resulta altamente dudosa y a este respecto, si se trataba de habituar al público a los filmes de Kluge, hubiera sido más acertado no empezar con éste, aunque se adivinan las razones en ese premio de Cannes y su factura reciente. Pero, quizá algún otro hubiera resultado más asequible como prólogo. Por ejemplo, su obra maestra Artistas bajo la lona o La ocupación ocasional de una esclava, de estructura mucho más clara y humor más directo, nada de lo cual invalida, sino más bien potencia su crítica amarga y contradictoria que como en este Fernando el Radical y a través de la hipérbole, nos muestra sus mejores momentos en un fino sarcasmo, su nota más personal y consistente.
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