Gobierno portugués, sometido a fuertes presiones sindicales
El Gobierno de Mario Soares se enfrenta al mayor movimiento de contestación sindical desde su llegada al poder. Por primera vez, la CGTP (Confederación General de los Trabajadores Portugueses, en la que predominan los comunistas) ha organizado ayer una jornada de «acción nacional» contra el aumento del costo de la vida y en defensa de las nacionalizaciones y de la reforma agraria.En la zona de aplicación de la reforma agraria, los sindicatos de trabajadores agrícolas han colocado la jornada bajo, el signo de la lucha contra la actual política del Ministerio de Agricultura, cuya actitud en favor de la devolución de «reservas» a los propietarios objeto de medidas de nacionalización ha provocado, últimamente, varios conatos de violencia entre trabajadores de las unidades colectivas y fuerzas de la GNR (gendarmería).
No se trata todavía, por parte de los dirigentes de la central sindical, de una prueba de fuerza, sino de hacer una demostración espectacular, en la calle, del «descontento popular por la política antiobrera del Gobierno».
Las últimas semanas han sido marcadas por un incremento de las presiones sobre el Gobierno por parte de la oposición situada a su derecha (los socialdemócratas de Sa Carneiro y los «centristas» de Freitas do Amaral). Se trata, pues, para las fuerzas sindicales, donde la corriente próxima al Partido Comunista (PCP) ha afianzado últimamente sus posiciones, de ejercer a su vez una presión de sentido contrario.
Este juego pendular de las oposiciones de izquierda y de derecha es uno de los argumentos preferidos de Mario Soares para justificar su política. Según Soares, «las críticas de sentido opuesto se anulan». Sin embargo, el Gobierno ha demostrado una total falta de sangre fría frente a las críticas. Una declaración del ministro de Trabajo, secundada por una toma de posición de los sindicalistas de la «Carta Abierta», en vísperas de la «jornada sindical» ha constituido una violenta diatriba contra la CGTP, a la que acusaron, una vez más, de «totalitaria». El Gobierno rompe así el diálogo iniciado hace algunas semanas con los representantes sindicales, en vista a la negociación del famoso «pacto social».
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