Crédito de 500 millones de marcos a España

El ministro de Hacienda, Eduardo Carriles, se despide de su cargo con la firma de un nuevo crédito internacional, en esta ocasión proveniente de un consorcio de bancos alemanes dirigido por el Dresdner Bank y por valor de quinientos millones de marcos (14.500 millones de pesetas).

El acto de la firma se celebró en la tarde de ayer en la sede del Ministerio de Hacienda, y según la nota hecha pública el préstamo forma parte del plan previsto en la ley general de Presupuestos del Estado para 1977 y ha sido otorgado a nuestro país con un tipo de interés del 7,75 % y por un plazo de ocho años con cuatro de carencia.Contando la firma de los mil millones de dólares de préstamo de la banca internacional a España en agosto, cuya lirma fue del ministro de Hacienda, aunque no la gestación, los últimos meses han sido testigos de una carrera de endeudamiento que rebasa los límites de lo tolerable, según los observadores, máxime cuando todos estos millones entran con el único fin de ir tirando, sin que exista un programa claro y concreto para encauzar esta corriente monetaria.

Sin contar con los préstamos firmados por las empresas estatales, paraestatales o INI, el Estado español ha recibido en estos tres últimos meses diferentes préstamos. Cabe recordar los 3.500 millones de pesetas concedidos por la Unión de Bancos Suizos tras la suscripción de una emisión de bonos en mayo; los 10.350 millones de pesetas concedidos por la Saudi Arabian Monetary Agency a finales de abril; los 18.000 millones de pesetas obtenidos del mercado de eurocapitales a finales de abril y los 14.500 millones de pesetas-concedidos por un consorcio de cajas de ahorro alemán a principios de mayo.A todo esto hay que unir los intentos de obtener créditos de Japón, Kuwait y Arabia Saudita, que por el momento no han cristalizado.Las opiniones más comunes señalan la alegría con que este Gobierno, utilizando como mediador al señor Carriles, es capaz de endeudarse sin contar para nada con las opiniones de otros grupos políticos que después de las elecciones pueden dirigir la maltrecha economía española y que se pueden ver atados de pies y manos para maniobrar en consecuencia.