_
_
_
_

El bloqueo de la ley sobre el aborto puede abrir una crisis política en Italia

Durante cuatro años, el aborto fue considerado en Italia una «mina errante», que podía incluso hacer saltar un Gobierno. Cuando menos lo esperaba la opinión pública, y después de la aprobación por la Cámara Baja de su penalización, la «mina» del aborto ha estallado en el Senado, que ha bloqueado (véase EL PAIS de ayer) la ley.

«Golpe de mano de la Democracia Cristiana», o simplemente «golpe democristiano» es el título que domina a seis y nueve columnas, en las páginas de la prensa socialista, socialdemocrática y de extrema izquierda. Un golpe de mano es una decisión imprevista y a traición. Hay quien dramatiza, hablando incluso de «brigadistas blancos», como el conservador La Nazione, y de ruptura del «arco constitucional», como la derecha nacional; otros, con más cautela política, ni se muestran triunfalistas, como la Democracia Cristiana, ni le dan más importancia que la de un percance lógico, un regular bloqueo parlamentario de un proyecto de ley, como hace el órgano comunista L'Unita. Tensión sí, pero con cautela.

Una coyuntura difícil

Italia es todavía el país del Concilio de Trento, el país que le va a las mil maravillas al obispo Lefèbvre. Sobre este juicio de base, el órgano radical-socialista La República lamenta que se radicalice tan fácilmente la vida política italiana. Por mucho que hagan democristianos y comunistas para que el problema no influya en la situación política general, la base del Partido Socialista, radicales y demoproletarios, que son partidarios del referéndum, comenzarán de nuevo una batalla, que parecía ya ganada.La coyuntura política es ciertamente difícil; la izquierda puede sucumbir a la tentación de defender a ultranza el aborto. La coherencia política de la Democracia Cristiana puede convertirse en una victoria de Pirro. Sobre el papel, el «frente laico», partidario del aborto, compuesto de comunistas, socialistas, socialdemócratas, independientes de izquierda, republicanos y liberales, era de 161 senadores. El frente contrario que, votando la propuesta democristiana de no discutir los artículos del proyecto, ha dado carpetazo a la ley, era de 154. Siete senadores, en realidad, se han comportado, en el lenguaje parlamentario, como «francotiradores». Tratándose de un problema grave, como él aborto, de principió, de libertad, el francotirador ha podido muy bien ceder a una «objeción de conciencia» y votar contra la disciplina del partido.

La DC, en busca de un compromiso

Socialistas, socialdemócratas y republicanos han reaccionado duramente a las insinuaciones de que los tiros provenían de sus grupos, para dirigir contra el «compromiso histórico» democristiano-comunista, que está pasando sobre sus cabezas. Los republicanos han propuesto en seguida que la misma ley sea discutida de nuevo por la Cámara Baja.La Democracia Cristiana quisiera llegar a una ley que fuera resultado de un compromiso de laicos y católicos. El dilema jurídico de la DCI es buscar un compromiso entre el código fascista Rocco, que defendía la «estirpe», y la absoluta libertad de la mujer para decidir el aborto sin vínculos de ninguna clase, que defienden los radicales. Tampoco el «aborto terapéutico», ya reconocido por la Constitución, puede satisfacer a la izquierda, Se comenzará, pues, de nuevo a buscar una solución después de tantos años de fatiga, debates y fórmulas jurídicas.

Una cosa es segura: el referéndum que casi todos los partidos quieren evitar, es hoy más posible. Para impedirlo, o se vota una nueva ley antes de la primavera de 1978, o se anticipa el cierre de la legislatura. El referéndum abrogativo, pedido por los radicales en 1975, no pudo ser celebrado por la disolución anticipada de las Cámaras, que condujo a las famosas elecciones del 20 de junio pasado. La «mina errante» del aborto se está convirtiendo en peligrosa no sólo para los Gobiernos, sino para las legislaturas enteras.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_