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La diplomacia española va a Belgrado con una actitud pragmática

La diplomacia española está tratando el que fue su gran tema de los años 74 y 75, la Conferencia Europea de Cooperación y Seguridad, con un entusiasmo muy moderado, y con mayor interés en revisar resultados en el acercamiento entre el Este y el Oeste que en proponer grandes designios políticos. Un tratamiento aproximado a éste es el que mantienen las diplomacias occidentales, que acudirán, junto con las orientales, al día 15 de este mes, a Bélgica, para la reunión preparatoria de otra conferencia, a celebrar en septiembre, en que se revisarán los resultados del acuerdo de Helsinki, de 1 de agosto de 1975. En su día se creyó que este acuerdo iba a ser la Biblia para la paz, entre las naciones europeas y el acercamiento de sus pueblos.El gran problema planteado por el acta de Helsinki se refiere, sobre todo, a las relaciones de los Estados con los individuos, en opinión de un diplomático español experto en esta materia. Es en este punto donde surge la discrepancia esencial entre el Este y el Oeste. El Este reclama su derecho a tratar a los individuos de una forma particular, y exige la no injerencia de los otros Estados en sus asuntos internos, de acuerdo con el punto sexto del «primer cesto » (grupo de temas) de la conferencia. El Este asegura cumplir a rajatabla los derechos sociales de los individuos «ignorados» por los países capitalistas. Estos replican, a su vez que las libertades proclamadas en el punto séptimo del mismo «cesto», que ampara los derechos humanos de pensamiento, conciencia, religión y otros de tipo social y económico, no se cumplen en los países socialistas. Estos últimos califican a tales derechos de «meras libertades formales».

Cada país occidental vive el problema de los derechos humanos de modo diferente. El derecho de reunión familiar es importantísimo para Alemania occidental; cuatro millones de alemanes, con derecho a la ciudadanía de la República Federal, no pueden abandonar sus países de origen. Recientemente, un grupo de alemanes del Volga ocuparon la embajada de la RFA en Moscú y reclamaron el derecho a ser protegidos por el Gobierno, de acuerdo con el derecho de sangre alemana. Este incidente creó una situación muy embarazosa. Estados Unidos y Canadá tienen también importantes problemas humanos con Polonia y la URSS. Austria, igualmente, con Checoslovaquia.

España, por su parte, no tiene más que unos pocos problemas humanos en relación con ciudadanos que viven en países del Este, o casados con nacionales de aquéllos. Por eso el tratamiento español de este problema no se da en base a los principios, sino a la solución empírica de cada caso. «No vamos a Belgrado con espítiru de polémica -dijo un diplomático español-, ni a formular acusaciones, sino a realizar un examen civilizado y revisar las posibilidades de mejora en todo tipo de relaciones».

En cuanto a los frutos económicos, derivados del llamado «espíritu de Helsinki», la estimación es contradictoria. Las empresas occidentales se quejan de dificultades para establecerse en el Este y la poca fiabilidad y retraso de las estadísticas de los países socialistas. Los Gobiernos de éstos se quejan, a su vez, de dificultades en la emisión de visados para visitar Occidente. España tiene una política relativamente laxa de visados.

«Aunque la conferencia gira en torno al eje Este-Oeste -dijo el ministro interlocutor diplomático-, rechazamos la idea de que sea un eje excluyente. Creemos que debería haber igualmente un eje Norte-Sur que incluyera los problemas del Mediterráneo.»

La posición mantenida por España en Helsinki fue la de que la seguridad del Mediterráneo es parte de la seguridad europea. Sin embargo, no se considera que Helsinki, o Belgrado, sean los foros adecuados para tratar la seguridad en este mar. A lo más que se ha podido llegar es a pronunciamientos en las Naciones Unidas llamando a la cooperación entre las comisiones económicas para Europa y Africa, y a algunas conferencias sobre defensa del medio ambiente mediterráneo.

En cuanto al gran tema de la cooperación humanitaria, según indicaron nuestras fuentes, se observa un a mayor laxitud. Los periodistas occidentales pueden reunirse más libremente con los disidentes del Este, y son cada vez más frecuentes los grupos de periodistas que vienen a Europa occidental.

El Este ha traducido más libros occidentales que a la inversa, aunque la mayor parte de aquéllos libros son preferentemente técnicos. También el Este ha comprado más noticias de prensa y TV que Occidente, aunque con una cierta preferencia por las que reflejan intranquilidad social.

La delegación española a Belgrado estará formada por el embajador Juan Luis Pan de Soraluce, y dos diplomáticos más.

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