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Reportaje:

Turquía: unas elecciones difíciles y cruciales

El Estado turco se encuentra al borde de la quiebra, después de haber registrado en 1976 una de las tasas de crecimiento económico más elevadas del mundo, el 7,2%. Los bancos europeos rehusan hacer efectivos los cheques de los diplomáticos turcos porque no encuentran fondos de garantía por parte de Turquía. El déficit de la balanza comercial a1cánza los 700.000 millones de pesetas, la tasa de inflación el 20%, mientras hay tres millones de trabajadores sin empleo.La causa de esta situación económica está, naturalmente, en la crisis energética internacional (el encarecimiento de los precios petrolíferos ha afectado sensiblemente a Turquía), pero también ha tenido un enorme peso sobre la economía nacional la guerra de Chipre y el mantenimiento de 35.000 soldados en la isla mediterránea., Todo esto unido a la desastrosa gestión de las últimas décadas.

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-Pero junto a este sombrío panorama económico, existe otro no menos grave y preocupante para los electores turcos: la violencia desatada, que ha costado la vida a más de doscientas personas en los últimos años, y de esta cifra corresponde la mitad a este año, y sesenta a la presente campaña electoral. Por eso Ecevit ha centrado su campana en este tema, responsabilizando de esta violencia al Gobierno que dirige su, principal rival, el primer ministro Suleyman Demirel, y a sus servicios secretos, Por eso también uno de los slogan más repetidos en los posters del Partido Republicano del Pueblo es, «madre, salva tu vida y la de tus hijos con tu voto». El propio Ecevit ha sido tiroteado durante sus mítines en cuatro ocasiones.

Violencia

El primer ministro. Demirel también promete acabar con la utilización de las pistolas y las bombas como razón política. El también ha sido objeto de atentados y acusa a las organizaciones de izquierda, incluida la de Ecevit, de albergar en su seno elementos controlados», incapaces, de solventar sus diferencias de otra forma que mediante las armas». Sin embargo, la violencia ha imperado durante su mandato.

Esta turbulencia política parecía estar provocada para evitar un desarrollo normal de las elecciones y en ella han participado activamente no menos de nueve grupos «maoistas», uno de los cuales fue el responsable de la matanza en primero de mayo (39 muertos durante la concentración convocada en Estambul por la organización sindical Disk, aliada del PRP) y que según el PRP están infiltrados por los servicios secretos. Pero no menos activa ha sido la actuación de grupos derechistas y las organizaciones fascistas del coronel Turkes que, aparte de su participación en atentados y tiroteos, ha realizado una sistemática campaña de intimidación contra la prensa de izquierdas.

Ecevit manifiesta una seguridad absoluta en la victoria. En las elecciones de 1973 colocó a su partido en el primer puesto, sorprendiendo a todos. Ahora confía en un triunfo que le permita gobernar solo, sin necesidad de buscar coaliciones a derecha o más a la izquierda, de estas últimas formaciones ha pro curado desmarcarse claramente.

Pero esta confianza en una victoria absoluta resulta bastante hipotética. ¿Con quién se aliará después de conocer los resultados? Hace cuatro años lo tuvo que hacer con el Partido de Salvación Nacional, un grupo nacionalista e islámico intransigente, que sueña con sustituir las leyes modernas por la ley coránica, y esto no casa con los propósitos reformas del PRP. Estos dos partidos sólo duraron juntos en el Gobierno siete meses, en 1974. Los islámicos dejaron solo a Ecevit y provocaron su caída, para a continuación coaligarse con Demirel. Sus 48 escaños. sobre 450 les convirtieron en árbitros de la situación política y este papel pueden conservarlo ahora.

Nacionalismo

El líder del PRP aspira a implantar una «economía popular» en Turquía, basada en el modelo autogestionario yugoslavo, aplicándole al sector nacionalizado, y rompiendo con la poderosa burocracia que lo esclerotiza. Para necesita una mayoría confortable.

Aparte de estos dos grandes temas, economía y violencia, en estos comicios también entra en juego la situación internacional de un Estado que ocupa un lugar geográfico estratégico. Turquía es un aliado tradicional de los países occidentales, miembro de la OTAN, pero teñido con ella a raíz, de la guerra de Chipre. Sin embargo, en la campana electoral los líderes políticos no han hecho gala de proocidentalismo, porque electoralmente no vende. Los turcos se consideran humillados por la OTAN, porque creen que se puso del lado de Grecia, y por Estados Unidos, que impuso el embargo de armas por la invasión de Ia isla.

Este sentimiento se ha traducido en un acrecentado nacionalismo, del que hacen gala los políticos en sus manifestaciones electoralistas. Ankara ha reanudado su acercamiento a la Unión Soviética, que ha enviado sus créditos, como una especie de pago adelantado para conseguir un tratado de paz con Turquía, a lo que se niega, de momento, el Gobierno turco.

El aflojamiento de sus lazos con Occidente, corre parejo con una aproximación con el mundo islámico. Desde el pasado año, Turquía es miembro de la Conferencia Islámica, ha llegado a acuerdos con Iraq para exportar el petróleo de este país desde sus puertos, y técnicos turcos han sido contratados por Libia.

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