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Washington restringirá la exportación de armamento

Tras reconocer la responsabilidad de Estados Unidos como primer proveedor mundial de armamento, el presidente Carter dictó ayer una serie de normas destinadas a reducir la exportación de armas norteamericanas, aunque se reservó para sí la facultad de señalar las excepciones de dichas reglas.

Según la declaración hecha pública por la Casa Blanca, Washington considerará desde ahora la exportación de material bélico como una «política excepcional», que sólo podrá ser empleada en aquellos casos en que esté claramente demostrado que el envío de armas en cuestión «contribuye a nuestros intereses de seguridad nacional». La prohibición de exportar armas se entiende como aplicable a todos los países, excepto a aquellos con los que Estados Unidos mantiene «importantes tratados defensivos». Concretamente, la declaración de Carter cita a las naciones miembros de la OTAN, Japón, Australia y Nueva Zelanda, como exceptuados de las nuevas medidas de control de la exportación de armamento. Además, la declaración recuerda que Washington «hará honor a sus responsabilidades históricas para garantizar la seguridad del Estado de Israel».España queda también al margen de esta congelación de las ventas de material bélico, según se desprende del texto de la declaración presidencial. El vigente Tratado de Amistad y Cooperación entre los dos países prevé la compra por España de armas por un importe inicial de 120 millones de dólares. Un crédito para pagar este pedido, dispuesto en el tratado, está siendo negociado en la actualidad en Washington por representantes del Gobierno español. El Pentágono, por otra parte, anunció el pasado miércoles su intención de vender a nuestro país 270 cohetes aire-aire del modelo sparrow.

Carter, que anunció su intención de pedir a otros países exportadores de armamento, como Francia, Gran Bretaña y la URSS, que adopten idénticas medidas restrictivas para contribuir a la distensión mundial, asegura en su declaración que Norteamérica no será el primer proveedor que introduzca en una región nuevos o sofisticados armamentos que puedan crear mayor capacidad de combate, y que controlará las ventas que pudiera realizar a terceros países algún cliente de Estados Unidos.

Carter se reserva, sin embargo, la facultad de romper esta política de control de exportaciones en aquellos casos en que se produzcan «extraordinarias circunstancias», o en aquellos otros en que considere que países aliados de Norteamérica necesitan nuevas armas para «mantener un balance regional».

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