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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El gran mundo del silencio

Muy paradójica, muy bellamente, este mundo nuestro, bárbaro, exasperado y ruidoso ha visto un gran renacer del gran mundo del silencio: el mimo; se trata, sin duda, de una defensa deja gran necesidad de soñar, sin despegarse del respeto por el esfuerzo físico del cuerpo humano. Ahora ha llegado al Arlequín Frederik Vanmelle, uno de los grandes, grandes creadores y renovadores del viejo y eterno empeño. Personal, diferente y claro Vanmelle se mantiene fiel a las purezas históricas del género, pero incorpora efectos propios, medios de concepción personal que, curiosamente, como en la gran plástica de nuestro tiempo, se orientan hacia terrenos de una abstracción que recupera antiguas esencias del arte de interpretar y aún del teatro todo. Vanmello no se limita: usa su cuerpo y, a la vez, el mundo luminoso y el sonoro. Crea con todo ello un idioma de raíz emotiva y deja abiertas las posibilidades posteriores de una racionalización. En definitiva, lanza ideas fantásticas y provoca reacciones en el encuentro liberador con el mundo poético, dramático o risueño de cada espectador. Una fuerte calidad magnética se adhiere a este trabajo no verbalista gracias a la belleza plástica de una expresión corporal maestra y una coreografía en libertad.La riqueza de este teatro de pobre -teatro del sencillo cuerpo- es extraordinaria. La corporeización del sentimiento humano se nace a través de un idioma que entiende, en el acto, el espectador menos avisado. Un reflejo amistoso nos invita a sentir y compartir sentimientos primarios y dolorosamente olvidados: los hombres buscan, deben buscar y Vanmelle les recuerda este hermoso deber.

Gran mimo. Gran creación. Gran espectáculo. Conocido en círculos relativamente limitados, una favorable coyuntura de programación permite ahora que Vanmelle se presente ante nuestro gran público. Los amigos del teatro -es decir de la poesía, de la plástica, de la búsqueda- no deben perderse la presencia de esta fresquísima bocanada de aire puro, entrada casi milagrosamente en la clausura de nuestros escenarios.

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