Una profunda aproximación cultural a México
Sería deseable que los asesores del presidente Suárez hubieran incluido -como parece ineludible- esta gran sorpresa de Marta Portal entre las lecturas del viaje restaurador del señor Suárez al gran país hermano que antaño se denominó nada menos que Nueva España. Junto con las obras de fondo debidas a la intuición magistral del profesor Mario Hernández Sánchez-Barba y el análisis histórico-literario-socíológico de la laureada novelista española, certeramente apoyada por la Fundación Juan March, constituye una admirable trilogía que podrá demostrar a nuestros amigos de México, tan justamente agradecidos a la España que hasta ayer mismo era el exilio, el interés con que se ha seguido la búsqueda de sus raíces desde la España que ayer mismo ha dejado de ser el interior.
Marta Portal
Proceso narrativo de la revolución mexicana.Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1977
La característica principal de esta obra es el equilibrio de su triple enfoque -literario, sociológico, histórico- desde la recreación de un método riguroso de -análisis y bajo el impulso de una mantenida fuerza de intuición. En la primera parte Marta Portal combina la penetración teórica-, la evocación histórica -quizá demasiado sobreentendida en sus momentos de difícil transición- y el establecimiento de una metodología sencilla y convincente. La cultura mexicana como tal se deriva del movimiento revolucionario, que resultó ser una anagnórisis cultural, una explosión de identidad. La revolución de la segunda década de nuestro siglo fue el reencuentro con la independencia cultural de México.
La explosión popular revolucionaria se vertió en moldes culturales españoles y europeos: historicismo, modernismo, orteguismo.
Para su metodología, Marta Portal emplea, simultánea y sucesivamente, tres aproximaciones: el contenido aparente, la connotación, la recuperación del mito revolucionario en sus orígenes. Y centra la discusión en un esquema histórico acelerado, profundo, en presencia de un análisis de la confusa dialéctica colonial-liberadora, neocolonial-liberal-conservadora, que dejó a México, tras la congelación de¡ porfirismo, ante ese estallido de la realidad que fue la revolución y la crisis institucional que la ha prolongado y cuestionado. Transición a la segunda parte: el proceso político queda acotado por el lenguaje público ante la actitud de los novelistas, que actúan no como comparsas sino corno un auténtico coro del proceso de mitificación.
Esa segunda parte es una amplia exposición individual, pero concatenada, de los principales autores y sistemas narrativos en torno a la revolución mexicana. Hay tres, capítulos estelares: los que se dedican a Martín Luis Guzmán, José Vasconcelos y Carlos Fuentes. Se da razón, además, de Azuela, Nelly Campobello, Gregorio López y Fuentes, Rafael F. Muñoz, José Rubén Romero, Francisco Urquizo, Mauricio Magdaleno, José Mancisidor, José Revueltas, Agustín Yáñez, Juan Rulfo, la novela indigenista de los cincuenta, Elena Garro, Ibargüengoitia., Fernando del Paso, Ele Poniatowska.
En una tercera parte, sintética, Marta Portal detecta las coordenadas de situación que centran toda la información conceptual y personal anterior. Analiza el significado de los factores temporales y espaciales en el contexto de la narrativa revolucionaria; el biografísmo, la tensión de la capital y las provincias, la idea nacional, las ideologías, el indigenismo, el erotismo, la ausencia de intimismo religioso y la presencia de la muerte.
No se puede reducir a esquemas lógicos un fenómeno saturnal como es la revolución mexicana. Había que aproximarse a ella desde dentro, pero también desde las fuentes expresivas en que se vertió espontáneamente su interpretación originaria. Es lo que ha intentado y realizado Marta Portal en su espléndido equilibrio de análisis y síntesis, de crítica y de comprensión.
Babelia
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