Miguel Hérnández, escritor y poeta de la revolución
Sorel presenta el libro como un diálogo: Sorel, Miguel Hernández y Ana, la bella compañera que hace más humano el libro, el amor del poeta. Orihuela, Cox, Madrid, Palencia, y con Ana se le hacen amor y compañía los recuerdos, las esencias de Hernández; el Dante y la Beatriz de tierra, un Virgilio del recuerdo, sin auras, a lo vivo. Contra toda ortodoxia, contra toda definición, el libro sobre Hernández. Puede esperarse un elogio, una crítica, una erudición vasta, sorprendente e inútil; es este el «momento Miguel Hernández»; Sorel cumple sólo en parte el requisito. En dos palabras: Miguel Hernández contra la cultura-oficial. Recuerdo haber escrito sobre García Lorca y la táctica sibilina que lo ha glorificado,. manejada por sus más o menos inocentes verdugos. De Lorca aprovecharon tirios y troyanos; de Hernández, contra la cultura ofi- otro de los manejables, porque se le ha dado un tono heroico o sublime, carismático. «¿Cómo puede afirmarse sin más, y peor aún, por los hombres de izquierda, que Miguel Hernández es ya un poeta popular, un poeta conocido de todo el pueblo?». La edición de las Obras Completasl Incompletas demuestra su poca popularidad. De Hernández, como de Lorca, siempre las mismas cosas, los mismos poemas que de puro sabidos van perdiendo el aroma. Yo dudo de esa popularidad del poeta-pastor (de sus poemas-baladas); está forzada. Dudo también por el exceso de presupuestos estéticos que hay en su obra - y que no se señalan lo suficiente. Hay, todavía, demasiada tendencia a encontrar símbolos, imágenes, suposiciones. En el fondo, demasiado heroísmo, unción gratuita. Sería como afirmar que Antonio Machado no es el tan gran poeta que se ha dicho. Podrá serlo cuando ese extraño carisma del martirio nos deje el poeta frío y palpable: su poesía. Opinar aquí es aprovechar la llamada al diálogo de este libro sobre el poeta revolucionario.Un error de base: «hacer» un libro con una premisa tan atrevida y dudosa. ¿Por qué Miguel Hernández poeta de la revolución? Pienso en este poeta sin la revolución; ¿dónde estaría hoy?
Sorel, Andrés
Miguel Hernández escritor y poeta de la revoluciónMadrid, Zyx, 1976
Esta afirmación «a priori» perjudica el análisis. Y es porque al mismo tiempo Sorel trata de desmitificar e intenta humanizar al poeta; nos lo va imaginando y lo va acompañando en el sufrimiento, en la pasión. Sorel cuenta la verdad con rabia: «La nueva cultura, nacional-católica, nacional-folklórica, de Laín, Tovar, Ridruejo, Alfaro, organizadores del aparato de propaganda que pretendía imponer la fe en el imperio, fue santificada por años los años de las cárceles y de la muerte de Miguel Hernández.»
Hernández situado entre las dos culturas, las dos Españas tópicas -como en el juego de la cuerda, el desentrañamiento del nudo gordiano- Sobre Hernández y su preocupación religiosa; su preocupación política. Por ejemplo, el amor de ausencia, por unos ideales etéreos, por una mujer no presente (Josefina). Su religión, o su mística, explicada por su formación en la poesía clásica, por su misticismo activo, algo casi con la neurosis de la crisis nacional. Y la política: Miguel 'Hernández y las suposiciones sobre su militancia. No perteneció al Partido Comunista Español. Lo afirman Josefina y Sorel. Era la militancia del sentido, de la responsabilidad social, de la responsabilidad de y como pueblo. Caemos de nuevo en el tópico. ¿Estamos obligados a él? El tópico del tópico.
- Otro riesgo del libro de Sorel: el lenguaje popular. Definir a Hernández como poeta popular quizá exija escribir para el pueblo. Se le acerca más, se le robustecen esos hábitos; tendríamos que saber cómo habla ese pueblo. Sorel es castellano, de palabra adusta, clara, pero con tendencia al t pico expresivo, al hablar por módulos y vibraciones prefabricadas. Pero el objetivo final está cumplido: Miguel Hernández humanizado, sobre un diálogo vivo, vulnerable al lector para darle cabida. Nadie se sentirá al margen de la provocación. Muy discutibles soluciones, porque lo que, en el fondo, se plantean son dudas, o el interrogante continuo dé lo que hubiera sido si..., frente a la fiebre del resurgimiento ortodoxo, este Hernández de la revolución. Y frente a la revolución de Miguel Hernández, el diálogo en el libro y luego, fuera, un martillo que golpea sobre lo que es y no es. Al fin, la poesía -la duda- y sus santones -los mitos-, porque, ¡quién se acercará de verdad a la palabra?
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