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Millares de sorianos se oponen a las instalaciones nucleares

Los ciudadanos de Soria no quieren riesgos. Miles de sorianos se dirigen estos días a la Delegación de Industria, antes de que expire el final del plazo de presentación de alegaciones, el próximo 31 de marzo, para oponerse a la construcción de un nuevo centro nuclear. Esta vez no se trata de una central, sino de un centro de investigación y experimentación, instalación que, según sus oponentes, plantea aún más riesgos que las centrales.

La energía nuclear plantea muchos problemas de seguridad, que, según los oponentes al proyecto de Soria, no están suficientemente resueltos. Todas las etapas del proceso nuclear suponen algún riesgo: el manejo del combustible, su tratamiento y transporte... Ello hace imprescindible crear fuertes protecciones mediante barreras múltiples frente al posible escape de los productos de fisión, controlar los efluentes radiactivos y los residuos, establecer sistemas de filtración que impidan que el agua o la, atmósfera circundante se vean afectadas. Se deben prever además accidentes nucleares y sus efectos con ocasión de posibles incendios, terremotos, bombardeos, sabotajes. ¿Qué efectos son éstos? ¿Son sólo producto de la fantasía irracional que teme todo lo que es nuevo y desconocido? El doctor Marín Górriz, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Zaragoza, explicaba el martes pasado los efectos de radiaciones ionizantes, ante miles de personas reunidas en Almazán, bajo la autorización de un Gobierno Civil que por fin permite el debate público sobre la materia. Estos efectos pueden suponer un aumento de las mutaciones genéticas, con su secuela de abortos y nacimiento de niños anormales, fenómenos; cancerígenos y leucémicos, no existiendo además un umbral de peligrosidad, es decir, unas dosis mínimas tolerables de radiación.La oposición antinuclear, basada en el conocimiento de estos hechos, está cristalizando en el documento que los sorianos están firmando y presentando por triplicado a la autoridad. El. documento, asesorado por el abogado Leopoldo Torres Boursault y técnicamente por Pedro Costa Morata, tenaz luchador antinuclear, rechaza «de entrada el falso señuelo de la futura prosperidad que reportará el centro nuclear de Soria.... ya que ni el número de puestos de trabajo a crear, altamente tecnificados, ni la productividad del mismo, repercutirían en la tasa de crecimiento local o provincial, sino más bien, por el contrario, pueden aumentar la depresión existente, al fomentar la emigración y el cierre de determinadas industrias básicas, alimentarias y ganaderas, como consecuencia de una fundamentada y universal psicosis de terror nuclear».

La cuestión medular no es la de la psicosis nuclear, sino la falta de garantías de seguridad. Se recuerda la peligrosidad del plutonio, del que la inhalación de menos de un miligramo puede provocar cáncer de pulmón.

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